Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen: “Ella nos da a conocer el verdadero rostro de Dios, que es amor”
La Catedral de Segorbe ha acogido esta tarde la celebración de la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, patrona de España y de la ciudad episcopal. Ha sido presidida por nuestro Obispo, D. Casimiro, y solemnizada por la Capilla Musical bajo la dirección de D. David Montolío.
Este dogma de la fe católica fue proclamado por el Papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854 con la bula Ineffabilis Deus: «la bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda la mancha de pecado original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo Salvador del género humano».
«Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo» (Lc 1, 28)
“María es la llena de gracia, y lo es por puro amor de Dios Padre”, ha dicho el Obispo en la homilía, y ella nos da a conocer “el verdadero rostro de Dios, que es amor, que crea por amor y llama a la vida en la perfección del amor”.
Sin embargo, “haciendo uso de su libertad, el ser humano rehusa el amor de Dios”, ha explicado a raíz de la primera lectura, el pasaje bíblico en el que Adán y Eva desobedecen a Dios. También en el momento actual “se propone a nuestros jóvenes un ser humano totalmente autosuficiente” y sin necesidad de Dios, decía, una tentación que podemos tener todos y que solo lleva “al vacío más profundo”. Pero a pesar de este rechazo al amor de Dios, “Él sigue amando al hombre y sale en su búsqueda”, ha indicado.
«Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra»
En cambio, “María acoge el amor de Dios con gratitud, con fe, con confianza plena y con una entrega total de su persona a Dios y a su plan sobre ella”, ha señalado D. Casimiro. Ella “es consciente de que nada sería sin el amor de Dios, y que la vida humana sin Dios solo produce el vacío, tristeza, angustia y desesperanza”.
Gracias a la Virgen, “Dios dice «sí» a la humanidad, y la humanidad dice «sí» a Dios”. Ella es “modelo y guía para la Iglesia y para todos los creyentes”, pues lo que Dios hace en ella “es el futuro que nos ofrece a nosotros”, siempre y cuando le acojamos a Él y a su amor en nuestra vida.
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