Los periodistas y escritores celebran el día de su santo patrón
Cada 24 de enero, La Iglesia celebra la memoria de san Francisco de Sales, patrono de los periodistas y escritores. Nacido en Saboya, en plena Edad Media, estudió en la escuela jesuita de Clermont (París) y, posteriormente, en la Universidad de Padua. Fue nombrado doctor en leyes en 1591 y, dos años después, fue ordenado sacerdote. Pasado el tiempo, fue nombrado coadjutor de Claudio de Granier, obispo de Ginebra, y -en 1602, a la muerte de este- ocupó su puesto. Sus grandes habilidades comunicativas le llevaron a ser nombrado predicador en los púlpitos de París entre 1618 y 1619.
Desde su ordenación como obispo de Ginebra, san Francisco de Sales se dedicó intensamente a escribir texto literarios. Algunas de sus obras más señaladas son ‘Defensa del estandarte de la Cruz’, ‘Introducción a la vida devota’, los doce libros del ‘Tratado del amor de Dios’, ‘Conferencias espirituales’ o ‘Sermones’ y ‘Cartas’. Después de una temporada atendiendo a las comunidades religiosas de su diócesis, fatigado por su gran labor apostólica, murió el 28 de diciembre de 1622, a los 55 años de edad. En 1665 fue canonizado por el papa Alejandro VII, fijando la Iglesia Católica su fiesta litúrgica el 24 de enero. En 1877 recibió el título de Doctor de la Iglesia por la eminencia de sus obras y por su vida ejemplar.
Mensaje del Papa Francisco con motivo de la Jornada de las Comunicaciones Sociales 2019
El Santo Padre ha escrito un mensaje en la Jornada de las Comunicaciones Sociales, con el que desea invitarnos a «reflexionar sobre el fundamento y la importancia de redescubrir, en la vastedad de los desafíos del contexto comunicativo actual, el deseo del hombre que no quiere permanecer en su propia soledad». El pontífice reflexiona en la misiva sobre la red de redes, de la que afirma que «representa una posibilidad extraordinaria de acceso al saber, pero también uno de los lugares más expuestos a la desinformación y a la distorsión consciente y planificada de los hechos y de las relaciones interpersonales, que a menudo asumen la forma del descrédito».
Para ello, el Papa Francisco propone, ante la complejidad del escenario actual, volver al fundamento originario de internet: «una red solidaria que precisa de la escucha recíproca y del diálogo basado en el uso responsable del lenguaje». Asimismo, esboza una posible respuesta a partir de la metáfora del cuerpo y los miembros, que san Pablo usa para hablar de la relación de reciprocidad entre las personas, fundada en un organismo que las une. «Por lo tanto, dejaos de mentiras, y hable cada uno con verdad a su prójimo, que somos miembros unos de otros» (Ef 4,25). «El ser miembros unos de otros -escribe- es la motivación profunda con la que el Apóstol exhorta a abandonar la mentira y a decir la verdad: la obligación de custodiar la verdad nace de la exigencia de no desmentir la recíproca relación de comunión».
«De hecho -continúa- decir la verdad se revela en la comunión. En cambio, la mentira es el rechazo egoísta del reconocimiento de la propia pertenencia al cuerpo; es el no querer donarse a los demás, perdiendo así la única vía para encontrarse a uno mismo. La metáfora del cuerpo y los miembros nos lleva a reflexionar sobre nuestra identidad, que está fundada en la comunión y la alteridad». El Papa desea que dichos miembros pasemos del «like» al amén, mediante dicha imagen del cuerpo y los miembros, que nos recuerda que «el uso de las redes sociales es complementario al encuentro en carne y hueso, que se da a través del cuerpo, el corazón, los ojos, la mirada, la respiración del otro. Si se usa la red como prolongación o como espera de ese encuentro, entonces no se traiciona a sí misma y sigue siendo un recurso para la comunión».
Finalmente, el Santo Padre pasa del diagnóstico al tratamiento, «abriendo el camino al diálogo, al encuentro, a la sonrisa, a la caricia… Esta es la red que queremos. Una red hecha no para atrapar, sino para liberar, para custodiar una comunión de personas libres. La Iglesia misma es una red tejida por la comunión eucarística, en la que la unión no se funda sobre los “like” sino sobre la verdad, sobre el “amén” con el que cada uno se adhiere al Cuerpo de Cristo acogiendo a los demás», concluye.