El Obispo clausura el Octavario de oración por la unidad de los cristianos
Ante el crucifijo que sostiene D. Joaquín Muñoz, párroco de El Carmen, se deshace el muro de pecados que provocan la división entre las iglesias. Fue la imagen más elocuente en la vigilia de oración que clausuró ayer, miércoles 25, el Octavario de oración por la unidad de los cristianos. Mons. Casimiro López Llorente presidió el acto, en el que también participó el párroco rumano ortodoxo de Castellón, D. Nicolae Ionita, así como los seminaristas del Mater Dei y el Redemptoris Mater.
El Obispo recordó que la unidad es ante todo “un don que nos es dado”, y que por eso hay que pedirlo en la oración. Además, advirtió que la división “contradice la voluntad de Cristo y es un escándalo para el mundo, que quita credibilidad al cristianismo”. El remedio, como ya prescribía el Concilio Vaticano II, es la conversión del corazón y la santidad de vida, “alma del movimiento ecuménico”.
La vigilia había comenzado con un reconocimiento de pecados contra la unidad, representados por unas cajas que construían el muro que, poco después, sería derribado ante la Cruz. Católicos y ortodoxos rezaron juntos el Credo de los Apóstoles y el Padrenuestro, y se acabó compartiendo la paz de Cristo, la luz de la Resurrección y un refrigerio en el patio de la parroquia.
Es la primera vez que de forma oficial se celebra el Octavario con tres actos de oración junto con la comunidad ortodoxa, gracias al concurso de la Delegación Diocesana de Ecumenismo, dirigida por D. Nuno Vieira. El 18 se abrió la semana en Torreblanca, y el domingo hubo un encuentro en la parroquia rumana de Castellón. Mons. López Llorente animó a que estas celebraciones sean como una “semilla que siga creciendo en nuestro corazón para que cada uno se convierta al Señor y, siguiendo sus huellas, colaboremos para que la unidad de los cristianos sea una realidad”.
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