El obispo de Segorbe-Castellón recuerda en el 390 aniversario de Sant Miquel de La Foia que la Iglesia es la presencia de Dios en medio del mundo
Monseñor López Llorente presidió el sábado 28 de septiembre la Santa Misa de celebración del 390 aniversario de la Iglesia de Sant Miquel de La Foia de l’Alcalatén y destacó en la homilía que el templo es, en primer lugar, signo de la presencia de Dios en medio del mundo. “A eso está orientada una iglesia, afirmó: a recordarnos que Dios existe y está presente entre nosotros. Es un signo, por tanto, que hay que cuidar y mantener como lo hacéis, con la colaboración de todos para que sea un símbolo digno”. Es un don que debemos valorar, en la dificultad y en tiempos de alegría –insistió- porque Jesús “es la única presencia real de Dios; es la manifestación de la misericordia de Dios hecha carne; es el Dios mismo que se abaja hasta la muerte –y muerte de cruz- para que sintamos su amor”.
Asimismo, don Casimiro manifestó a los presentes que eran templo de Dios. “La presencia y el fundamento más grande que tenemos de la presencia de una comunidad es Cristo Jesús presente en medio de vosotros, en la Eucaristía. Él se ha quedado con nosotros para dársenos, como comida, para que sintamos la presencia de Dios, para que nos dejemos moldear y calentar nuestro corazón con el amor que nos viene de Dios. Y sobre eso se construye la comunidad cristiana”.
Benedicto XVI -continuó el obispo- nos dijo que se es cristiano de verdad, se es una piedra viva de ese templo que formamos los cristianos, si se da un encuentro personal con el Señor. “Un encuentro que transforma, que nos sana de nuestras heridas y pecados y nos hace piedras vivas de ese templo que es la iglesia. Un encuentro que debe renovarse día a día desde la palabra, los sacramentos y en el hermano necesitado que viene a nosotros. Por eso una comunidad cristiana debe cultivar el encuentro con El Señor, que nos cambia la mente y el corazón. Hay que conocer la palabra para conocer a Jesús y así seguirlo de verdad como discípulos suyos; y hay que alimentarla en los sacramentos, fundamentalmente, en la eucaristía donde celebramos la presencia de Jesús entre nosotros y que nos une como comunidad”, finalizó.
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