El Obispo, D. Casimiro, administra el Sacramento de la Confirmación a 62 adultos
La Concatedral de Santa María, en Castellón, ha acogido esta tarde la celebración diocesana del Sacramento de la Confirmación de adultos, inicialmente programada para el 30 de mayo, víspera de Pentecostés, y que se tuvo que suspender debido a la crisis sanitaria.
Han sido 62 confirmandos los que, tras haberse preparado en sus respectivas parroquias durante el curso pasado, han recibido el Sacramento de manos del Obispo, D. Casimiro López Llorente, recibiendo así la fortaleza y la plenitud del Espíritu Santo.
Pertenecen a las parroquias de la Sagrada Familia, de la Santísima Trinidad, de San Cristóbal, y de Santo Tomás de Villanueva de Castellón; de la Sagrada Familia de La Vilavella; de San Jaime Apóstol de Oropesa; de Los Santos Evangelistas de Vila-real; de San Bartolomé de Nules; de San Bartolomé de Onda; así como del Grupo Scout Belcaire.
“Cumple, Señor, en nosotros tu promesa”
En el inicio de la homilía, nuestro Obispo ha hecho hincapié en el cumplimento de la promesa realizada por el Señor, “la promesa del envío del Espíritu Santo“, tal y como hizo con los discípulos el día de Pentecostés.
“Desde entonces hasta hoy, como en una tarea ininterrumpida, los que sucedemos a los apóstoles, los obispos, hacemos lo mismo con los bautizados”. “Gracias a que Jesús ha resucitado”, al recibir este sacramento, “va a ocurrir hoy, aquí, lo mismo que ocurrió en Pentecostés, y cada uno de vosotros va a quedar lleno del Espíritu Santo”.
“derrama tu Espíritu Santo”
“¿Quién es el Espíritu Santo?”, les ha preguntado, “los cristianos creemos en Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo”. “Es el fruto del amor infinito que se tiene el Padre y el Hijo”, y “es hoy derramado sobre cada uno de vosotros, en vuestro corazón, en lo más profundo de vuestra persona, porque Dios os ama”, les ha dicho.
“Para Él somos su hijo o hija querida, y os ama para siempre, fijaos que incluso en este tiempo de pandemia no podemos privaros de vuestra confirmación” y de los demás sacramentos, “porque Él se quiere hacer presente y quiere que sintamos que no estamos solos”.
“Os confirma su amor y os da también la fuerza para confirmar vuestra fe”, pues “ahora vais a renovar las promesas del bautismo, es decir, que queréis amar a Dios y dejar todo aquello que os aleja de Él y de los hermanos, y sobre todo que creéis en Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, en la presencia suya en la Iglesia, en la resurrección de la carne, en el perdón de los pecados y en la vida eterna, que son los rasgos fundamentales de nuestra fe”, ha explicado D. Casimiro.
“para que nos haga ante el mundo testigos valientes
del Evangelio”
“Recibís el don del Espíritu para que, como los apóstoles, deis testimonio público de la fe, que por gracia de Dios tenéis”. El Obispo ha querido resaltar cuatro palabras: “tenemos que ser testigos del Evangelio de la vida, del Evangelio de la verdad, del Evangelio de la caridad y del Evangelio de la paz”.
“Tenemos que ser testigos del valor de la vida humana siempre”, ha dicho ante la ampliación de la ley del aborto y ante la introducción de la eutanasia, “ante eso, un cristiano que quiera ser testigo de Jesucristo no puede ser indiferente”, pues “estamos llamados a cuidar de la vida humana desde su fecundación hasta su muerte natural”.
“Tenemos que ser testigos de la verdad”. Ante las cifras de los fallecidos de la pandemia, “los que han muerto no son estadística, son personas, con una historia, y tienen familia, de la que no se han podido despedir”. Pero también “hay una vedad fundamental, que es la verdad del ser humano, y el Evangelio nos dice que de Dios venimos y hacia Él caminamos”, pues “sabemos que al final de nuestro camino no nos encontraremos con la nada, ni con la oscuridad, sino con los brazos de Dios que es amor, que nos acoge”.
Tenemos que ser testigos de la caridad, “con aquellos que ni siquiera tienen lo más fundamental para comer o para vivir”, “ante esas necesidades no podemos, como cristianos, mirar hacia otra parte”. Y “acompañar a las personas mayores o a los que viven en soledad”.
Y por último, tenemos que ser testigos de la paz, ante “el ambiente de crispación, a veces de rencor y de odio, que se intenta sembrar, como si los que no piensan como yo no tuvieran derecho a ser ciudadanos”, “hemos de ser promotores de la paz, de la concordia, de la reconciliación y del perdón”.
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