El pecado y la Misericordia de Dios, centro del retiro «Confinados con Cristo» organizado por la Delegación Diocesana de Familia y Vida
Este sábado se ha celebrado el retiro de Cuaresma para familias organizado por la Delegación Diocesana de Familia y Vida en el Seminario Mater Dei. Bajo el lema «Confinados con Cristo», «tratamos de ofrecer las claves y las herramientas necesarias para preparar la celebración de la Semana Santa en el seno de la familia a partir de la vivencia de esta Cuaresma y centrados en la necesidad de renovar la fe a partir de mañana mismo en que celebramos la entrada de Jesús en Jerusalén en el Domingo de Ramos», ha asegurado Luis Oliver, delegado diocesano de la Pastoral Familiar y de la Vida.
Ante el Santísimo Sacramento expuesto en el Altar, Juan Carlos Vizoso, rector del seminario Mater Dei, ha ofrecido una charla-meditación sobre «el pecado y la Misericordia» que se ha convertido en una maravillosa oportunidad para que los matrimonios, unidos ante el Señor, hayan podido mantener un diálogo íntimo con Él, al tiempo que se les proponía, ante el Santísimo, «desgranar cual es la voluntad de Dios para cada uno de nosotros y cómo el pecado intenta romper precisamente nuestra conexión con Dios y su voluntad para nosotros».
En este sentido, Juan Carlos Vizoso ha meditado junto a los matrimonios respecto a los principales designios de Dios para el ser humano. En primer lugar que «toda nuestra realidad humana es una plasmación de Dios y la raíz profunda de nuestra felicidad porque somos creados a su imagen y semejanza», ha dicho. Por esto, quien consigue vivir a Dios en cualquier parcela de su vida, vive una felicidad plena, mientras que el pecado, ha contrapuesto, «es un intento de cancelar, precisamente eso, la obra de Dios».
En segundo lugar, «la llamada a ser uno» que, desde el punto de vista del amor conyugal supone la necesidad de que «exista transparencia de los esposos en todas las dimensiones del amor humano porque el amor cristiano se tiene que encarnar y tiene que tocar la herida». En este sentido, «el pecado es causa y consecuencia de la división porque nos desgana ante la existencia del otro yendo en contra del designio de Dios que nos llama a ser uno».
El tercer pilar es «ser Hijo» y, por tanto «aceptar la relación de dependencia y obediencia de nosotros hacia alguien superior». Reconocer esa dependencia significa aceptar que «Dios es capaz de darme unas gracias, una historia y de llamarme a una vocación». El mundo de hoy, ha explicado, «pretende cancelar todo eso y el pecado se convierte en un ataque a esa visión de dependencia del ‘ser Hijo’ que pretende impedirnos ver la mano de Dios en la historia que Él ha creado para cada uno de nosotros».
Por último, «el designio de Dios para nosotros es la libertad y el dominio para ser reyes y no esclavos». El misterio, ha matizado, «es que hay un bien elegido por Dios para mí y un bien que establezco yo en contra de Dios y de los demás pensando que es bueno para mí». Arrogarse la capacidad de decir lo que está bien y lo que está mal independientemente de Dios es ponerse por delante de Dios. Citando el Génesis (2, 16-17: Dios impuso al hombre este mandamiento: de cualquier árbol del jardín puedes comer, pero del árbol del bien y del mal no comerás porque el día en que comieras morirás sin remedio), ha contribuido a que los matrimonios participantes en el retiro reflexionaran respecto a la importancia de ‘ser Hijos de Dios’.
El retiro se ha desarrollado entre las 11.30 y las 13.30 y se han celebrado actividades paralelas para los hijos, a modo de catequesis adaptada cuyo contenido y objetivo es el mismo: «vivir la Semana Santa en Familia y confinados con Cristo».
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!