«Hoy nos ha nacido el Salvador, el Mesías, el Señor»
La S.I. Catedral de Segorbe ha acogido la Misa de Nochebuena, que ha presidido nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente. En esta Noche se ha escuchado la Buena Noticia, la noticia de un acontecimiento histórico y que cambió la historia del mundo: «No temáis, os anuncio una buena noticia que será de gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor».
Celebramos la Nochebuena. Este «hoy» que resuena en la liturgia, del anuncio del ángel a los humildes pastores, también tiene que ver con esta Noche, es una noticia siempre nueva. Nos ha nacido un niño en un pobre establo de Belén, el Hijo de Dios se ha hecho hombre y trae la salvación para toda la humanidad.
En la homilía, el Obispo ha indicado que esta Noticia es “motivo de alegría para todo el pueblo”, siendo el misterio de la Navidad, que hoy celebramos, “que Dios ha venido a nosotros, que se ha hecho uno de los nuestros en ese Niño, pobre y humilde, para que no tengamos miedo de acoger a Dios, que viene a nuestro encuentro, y lo hace para que en Él tengamos vida en plenitud”.
«El pueblo que caminaba en las tinieblas vio una luz grande»
“La luz es este Niño, que alumbra a cada persona, a cada existencia, a la humanidad entera y a nuestra Iglesia”, ha continuado D. Casimiro. Esta es una luz que necesitamos, “en estos tiempos de dificultad, en los que parece que la humanidad, el mundo, nuestra nación, ha perdido la brújula y anda desorientada”.
Ha exhortado a volver nuestra mirada a Él, a ese Niño, que con su luz alumbra “en tiempos de pandemia, de dificultad, de crispación, de desestructuración de tantas familias”. “Él nos ofrece el AMOR, y nos muestra que estamos hechos por amor, para ser amados y para amar como Él nos ha amado, de forma desinteresada, generosa”, ha recalcado.
Para que esta Navidad sea verdaderamente alegre debemos “dejarle un hueco en nuestra posada, en nuestro corazón, para que nazca de nuevo y renazca dentro de nosotros”, y nos sabremos “siempre amados y nunca abandonados por Él”.
Ante el afán consumista ha animado a dejarnos llenar por el amor de Dios, “porque las cosas pasan y no sacian ese deseo de ser amados que todos llevamos dentro de nosotros”, y este amor de Dios “permanece para siempre”.
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