Visita ‘ad limina’ en el Año Jubilar diocesano
Queridos diocesanos:
Antes de nada os deseo un feliz Año Nuevo. A cada uno os digo: “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor; el Señor te muestre su rostro y te conceda la paz” (Nm 6, 24. 26). Con estas palabras de bendición de los sacerdotes sobre el Pueblo de Israel invoco sobre todos la bendición del Señor para el nuevo año, a fin de que sea para todos un tiempo de gracia, de prosperidad espiritual y material y de paz. Especialmente le pido a Dios por el fin de la pandemia del Covid-19, que tanto dolor y angustia está provocando en todo el mundo, sobre todo entre los más pobres. En estos momentos de obscuridad en tantos órdenes de la vida fijemos nuestra mirada en el Niño-Dios. Él es la Luz que ilumina nuestros caminos por este mundo. Él es la Esperanza que no defrauda. En la pandemia, en las dificultades económicas, en la enfermedad e incluso en la muerte, Dios está con nosotros. El vino y se quedó entre nosotros y con nosotros. Con Él podemos contar siempre para que no nos dejemos llevar por la desesperanza, la tristeza y el desaliento.
El Niño-Dios es el Emmanuel, Dios-con-nosotros. Él está en medio de nosotros y camina también con nosotros, la Iglesia peregrina de Segorbe-Castellón. En este año vamos a poder experimentar su presencia en el Jubileo Diocesano, verdadero año de gracia del Señor. Además, providencialmente, la próxima semana -del 10 al 15 de este mes de enero-, voy a peregrinar a Roma para hacer la Visita ad limina junto con otros Obispos. Voy a Roma como vuestro Obispo. Decía San Cipriano, que ‘el Obispo está en la Iglesia, y la Iglesia en el Obispo’. Por lo tanto, en mi persona, nuestra Iglesia diocesana peregrinará a las raíces apostólicas de nuestra fe. Os tendré muy presentes en mi corazón a todos cuantos formáis conmigo esta Diócesis de Segorbe-Castellón.
‘Visita ad limina’ significa visita a los umbrales de las basílicas o a las tumbas de los Apóstoles Pedro y Pablo en Roma. Es una tradición muy antigua que los obispos peregrinen a Roma para expresar la comunión en la misma fe y en la misma misión apostólica en torno al Vicario de Cristo, el Papa, sucesor de San Pedro. Actualmente, los obispos residenciales hemos de ir cada cinco años a Roma en visita ad limina para venerar los restos de los Apóstoles Pedro y Pablo y encontrarnos con el Sucesor de Pedro, el Obispo de Roma, hoy el Papa Francisco. La visita es, pues, expresión de nuestra unidad y comunión en la tradición apostólica.
Para mí, como vuestro Obispo, es una ocasión privilegiada para acrecentar mi responsabilidad de ser sucesor de los Apóstoles y para fortalecer mi comunión con el Sucesor de Pedro, que es el principio visible de la unidad de toda la Iglesia. Y, a través de mi persona, nuestra Iglesia diocesana podrá consolidar los vínculos de comunión en la fe, en los sacramentos, en la disciplina y en la misión con la Iglesia de Roma y así con toda la Iglesia del Señor Jesús. Voy a Roma con un hondo sentimiento de fraternal y filial comunión hacia el Santo Padre y hacia toda la Iglesia para reforzar los lazos de la fe, la esperanza y la caridad.
Durante estos días, los obispos tendremos momentos de oración y de celebración, de encuentro y de trabajo. Celebraré la Eucaristía, junto con otros obispos, ante las tumbas de los Apóstoles Pedro y Pablo; en ellas daré gracias a Dios por todos vosotros y le pediré por intercesión de los Apóstoles que nos mantenga firmes en la fe apostólica y en la misión del anuncio del Evangelio. Lo mismo haré en nuestra oración a la Virgen María en la visita a la basílica de Santa María, la Mayor.
Un momento muy especial de esta visita días será el encuentro con el Papa Francisco. En él os haré presentes a todos ante el Santo Padre, a quien tendré la oportunidad de exponerle la situación de nuestra Diócesis con sus gozos y esperanzas, con sus problemas y dificultades. El Papa Francisco, con su habitual cercanía, seguro que nos alentará a renovarnos para crecer en comunión y salir juntos a la misión ppara seguir anunciando la alegría del Evangelio. Habrá que estar bien atentos a los acentos pastorales, que el Papa nos indique para el momento presente.
Y, finalmente, los encuentros con los responsables de Organismos de la Curia Romana servirán para el intercambio fraterno de experiencias pastorales y para el enriquecimiento mutuo.
Como muestra de comunión en la caridad ofreceré al Santo Padre en nombre de todos vosotros un donativo especial para las necesidades de la Iglesia universal. Orad a Dios durante estos días para que esta visita ad limina dé abundantes frutos de renovación espiritual y pastoral en toda nuestra Iglesia diocesana.
Con mi afecto y bendición,
+Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón
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