El XXXII Pregón Diocesano de Semana Santa es “proclamación de la más grande historia de amor”
El Pregón Diocesano de Semana Santa, organizado por la Muy Ilustre Cofradía de la Purísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo y Virgen de la Soledad junto a la Junta Diocesana de Cofradías y Hermandades de Semana Santa, se celebró ayer tarde en la Arciprestal San Jaime de Vila-real.
El Pregonero Diocesano de esta XXXII edición fue D. Antonio Díaz Tortajada, Consiliario de la Junta Diocesana de Hermandades y Cofradías de Valencia y Delegado Episcopal de Religiosidad Popular.
Fue presidido por nuestro Obispo, D. Casimiro, contándose también con la presencia del párroco de la Arciprestal, D. Javier Aparici, del Delegado Diocesano para la Junta Diocesana de Cofradías y Hermandades de Semana Santa, D. Pascual Luis Segura, y del Consiliario Diocesano para la Junta, D. Federico Caudé. También de los Hermanos Mayores, Dña. Amalia López y D. Felipe Monfort.
Pregón Diocesano
En su intervención, D. Antonio ha comenzado anunciando la celebración de la Semana Santa, “que culmina con la fiesta de las fiestas, el Misterio Pascual de la muerte, sepultura, resurrección y ascensión de Jesús a los cielos, triunfante de la muerte que abre camino a una vida nueva que Él, Jesucristo, quiere hacer participe a cuantos quieran seguirlo”.
Un acontecimiento de gracia
La Semana Santa de este año, continuó, “debe constituir un acontecimiento de gracia para las personas que participan habitualmente en las celebraciones litúrgicas, y viven las procesiones en vuestras calles en clave de conversión, como discípulos misioneros”, pero también “para aquellos cuya adhesión de fe está más desdibujada dejar en el compromiso, e incluso para los que no conocen a Jesucristo o lo rechazan”.
Para participar en ella, indicó, es necesario “una espiritualidad que transforme el corazón” gracias a la oración, y las procesiones “deben llevarnos hasta Dios”, si no fuera así “corremos el riesgo de dejar de ser peregrinos y convertirnos en errantes que giran siempre entorno a sí mismos sin llegar a ninguna parte”.
Exhortó a “entrar en la experiencia cristiana de vivir con Cristo y en la comunidad parroquial, su entrega, su muerte y su resurrección, fijándonos en su contenido, siempre antiguo y siempre nuevo”. El hombre de hoy, indicó, siente dentro de sí una división, “ahí están las causas de tantas y tantas graves discordias que se provocan en la sociedad”, ante ello la respuesta es, hoy siempre, Jesucristo.
Es la más grande historia de amor
“El Pregón de la Semana Santa es proclamación de la más grande historia de amor”, y también “anuncio de unas celebraciones festivas que devuelven a los profesan la fe en Cristo y a los que son conocedores de su historia a los hechos que hacen de ella historia de salvación”. Dichas celebraciones se concentran de modo singular en el Triduo Pascual, recordó, que “concentra las acciones sacramentales por las cuales fuimos devueltos a la amistad con Dios y fue regenerada la humanidad”.
Historia de salvación
Los apóstoles y sus discípulos fueron testigos de todo ello, eran “mujeres y hombres que le amaron y conocieron, y que también amaron y acompañaron a la Madre en aquella hora suprema”. Y con la resurrección de Jesucristo se enciende en los corazones “la esperanza de una vida eterna y de una dicha sin fin”. Todos estos hechos ocurridos “son historia de salvación”, ha resaltado el Pregonero, “cuyos efectos llegan por la celebración del Triduo Pascual” a todos cuantos creen que Jesús es el Salvador.
Se pretende vivir una vida sin Dios
Las ideologías muertas invitan a la vida sin Dios, explicó, “expulsar a Dios de la vida pública, silenciar su nombre se presenta hoy como garantía de libertad y respeto a los derechos de la conciencia”, se pretende vivir una vida sin culpa y una vida sin Dios, “sin culpa no hay redención, sin libertad no hay pecado, más, si Jesús es el redentor del hombre es porque en verdad cargó con los crímenes de todos”. “La luz de Cristo, que resucitó glorioso, disipe las tinieblas del corazón y del espíritu”, decía el Pregonero, “hoy ha resucitado Cristo para ti y tus pecados han sido perdonados”.
Todos somos Pregoneros
“Ahora os corresponde a vosotros convertiros en Pregoneros”, decía al final, “el Pregonero calla para que se abran vuestras gargantas, narrar, proclamar, celebrar y vivir, decir a cuantos os encontréis quien es este hombre, quien es Jesús de Nazareth, contad lo que habéis visto y oído, y después de contemplar la historia de dolor y de amor de este hombre uníos a esta confesión de fe: verdaderamente este hombre es el Hijo de Dios”.
Año Jubilar Diocesano
D. Antonio concluyó el Pregón Diocesano de Semana Santa de este año deseando que las próximas celebraciones de Semana Santa “sean el pórtico del próximo Año Jubilar Diocesano por el 775º Aniversario de la creación de la sede episcopal en Segorbe, que sea un Año de gracia de Dios para toda la Iglesia que camina en la Diócesis de Segorbe-Castellón, y que la Virgen de la Cueva Santa, nuestra Madre, y de San Pascual Baylón, nos acompañen a todos”.
Durante el transcurso del acto de este Pregón Diocesano ha intervenido el Coro Tutte Voci, un coro de la provincia de Castellón que comenzó su historia en octubre de 2018, basado en el amor y dedicación hacia la música coral bajo la dirección de la letona Ieva Lavrinoviča.
Palabras de nuestro Obispo, D. Casimiro
Tiempo de conversión
El Obispo, tras agradecer las palabras de D. Antonio en el Pregón, recordó las palabras pronunciadas por el sacerdote en la imposición de la ceniza: “Conviértete y cree en el Evangelio”. Este es el camino señalado en esta Cuaresma, para la celebración de la Pascua y para vivir el Jubileo Diocesano, indicaba D. Casimiro, “lo primero que debemos hacer es volver nuestra mirada y nuestro corazón a Dios, para que Él reine entre nosotros”.
“No nos cansemos de hacer el bien”
Citando a San Juan Pablo II, “cuando Dios desaparece de la existencia de los hombres se inicia el ocaso de la dignidad humana”, cuando no reconocemos a Dios brotan otros dioses, tal y como “estamos viendo estos días de una forma dolorosa”, en relación a la invasión de Ucrania, que solo aporta muerte y sufrimiento. Pero ocurre lo mismo “también en nuestras relaciones más cercanas, cuando no dejamos a Dios ser Dios nos erigimos en diosecillos, e intentamos dominar a los demás”, advirtió.
Eso, el pecado y la muerte, ha quedado vencido “gracias al Misterio que acabamos de escuchar”, gracias a “la muerte y resurrección del Señor”, y esa es nuestra esperanza, que debemos anunciar a los demás siendo “constructores de paz, de justicia y de amor”.
“No nos cansemos de hacer el bien”, dijo recordando el mensaje del Papa para esta Cuaresma, “no nos cansemos de orar”, “no nos cansemos de luchar contra el mal”, “no nos cansemos de pedir perdón”, “no nos cansemos de luchar contra concupiscencia”, y sobre todo “no nos cansemos de la caridad efectiva”.
Comisión Diocesana para atender las necesidades de los que sufren en Ucrania
D. Casimiro exhortó a orar por la paz y quiso recordar a los refugiados de Ucrania. “He encargado a una comisión diocesana para que coordine las peticiones en favor de los que sufren en Ucrania los horrores de la destrucción y de la invasión”, una Comisión que estará coordinada por el Vicario General, D. Javier Aparici, y que estará gestionada por Cáritas Diocesana. “Lo pide la caridad cristiana”, “no nos cansemos de hacer el bien”.
Asimismo, pidió que “aquellos que tengan viviendas para ofrecer tengan la generosidad de actuar”, y también a colaborar con las familias que vengan y “a las familias que ya han venido a nosotros”.
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