Creer con la fe de la Iglesia Católica
Queridos diocesanos:
Con frecuencia escucho la petición de que la Iglesia se tiene que adaptar a la sociedad actual. En muchos casos se quiere hacer compatible la fe cristiana con opiniones, ideas y comportamientos contrarios a la fe y a la moral de la Iglesia. Hay incluso quien afirma que se considera buen cristiano y católico, pero no acepta lo que dicen el Papa o los Obispos en este o en el aquel otro punto de la fe o de la moral. ¿Qué decir ante ello?
Cuando hablamos de la fe cristiana y católica tenemos que pensar siempre en la historia de Jesús, en los primeros discípulos, en la comunidad y el ministerio de los Apóstoles. A ellos, conjuntamente, les encomendó Jesús la difusión de su Evangelio por el mundo entero, y a ellos y sus sucesores -los Obispos- les encomendó el cuidado de su Iglesia y de la fe de sus hermanos. Y, de entre los Doce y de una manera singular, a Pedro le dijo las palabras: “sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”, así como “he rogado por ti para que cuando estés firme confirmes la fe de tus hermanos”. Como Pedro presidía el grupo de los Doce, el Papa preside el Colegio de los Obispos. El “es el fundamento perpetuo y visible de unidad tanto de los obispos como de la muchedumbre de los fieles”.
Es necesaria una fe personal, clarificada y firme. Pero también es necesario que esta fe personal de cada uno sea de verdad la fe original de los primeros discípulos, la fe de los Apóstoles: es decir, la fe en el Cristo real y verdadero, en su palabra, en su vida, en su muerte y su resurrección, con los mismos contenidos y con las mismas cualidades personales y vitales, tal y como nos llega en la tradición viva de la Iglesia. Nuestra fe personal, para ser auténtica y verdaderamente salvadora, tiene que ser la fe de los apóstoles, la fe de siempre, la fe universal, la fe de los mártires y de los santos. Esta es la fe que de verdad nos une con la persona real de Jesucristo y nos salva. Creer en un Cristo y en un Evangelio ‘a la carta’, imaginado por nosotros según nuestros propios pensamientos, en el fondo es creer en nosotros mismos.
Ser cristiano y católico es creer personalmente con la fe de la Iglesia, con la fe del Papa, con la fe de los Obispos, con la fe de la Iglesia universal. Las disidencias y las resistencias alteran la autenticidad de la fe y comprometen su eficacia salvadora y santificadora.
Con mi afecto y bendición,
+ Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón