De la oscuridad a la luz: la Vigilia Pascual despierta la alegría de la Resurrección

En una noche cargada de esperanza y luz, la Catedral de Segorbe acogió con gran solemnidad la Vigilia Pascual, presidida por el Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, Mons. Casimiro López Llorente. La celebración comenzó al anochecer del Sábado Santo, cumpliendo con la norma litúrgica que establece que esta es una vigilia auténtica, «la madre de todas las vigilias», como la llama san Agustín.

La liturgia comenzó en el exterior del templo, con la bendición del fuego nuevo y la preparación del cirio pascual, símbolo de Cristo resucitado, dando paso a la procesión de entrada con la luz de Cristo, que fue encendida por los fieles al tiempo que se proclamaba con solemnidad el himno de alabanza que canta la gloria de esta noche santa en la que “Cristo ha vencido a la muerte y resucitado victorioso del abismo”.
La Liturgia de la Palabra condujo a los fieles a través de la historia de la salvación: desde la creación del mundo, pasando por la fe de Abrahám, la liberación del pueblo de Israel en el mar Rojo, las promesas de los profetas, hasta llegar a la proclamación de la Resurrección en el Evangelio de san Lucas (24, 1-12).

“No está aquí. Ha resucitado”
Las primeras palabras del Obispo durante la homilía se hacían eco de la gran noticia de la fe cristiana: “¡Cristo ha resucitado verdaderamente!”.

D.Casimiro explicó que la resurrección de Jesús no es solo un recuerdo del pasado, sino un acontecimiento vivo que transforma el presente porque “el Señor vive glorioso para siempre junto a Dios, y esta es también nuestra Pascua. Su victoria sobre la muerte es la nuestra”, aseguró.
Durante la celebración, en la que se encendió el fuego nuevo y se renovaron las promesas bautismales, D. Casimiro recordó que en el bautismo hemos sido sumergidos en la muerte de Cristo para resucitar con Él a una vida nueva. “Lo que muere en el bautismo es nuestra esclavitud del pecado. Lo que nace es la vida de Dios en nosotros”, dijo, animando a los fieles a revestirse de Cristo y dejar atrás las “viejas vestiduras del pecado”.

Uno de los momentos más significativos de la noche fue la renovación de las promesas bautismales, en la que todos los presentes —luz en mano— renunciaron nuevamente al pecado y proclamaron su fe en Jesucristo, Hijo de Dios y Salvador. Especial emoción se vivió con la participación de los hermanos y hermanas de la cuarta comunidad del Camino Neocatecumenal de la parroquia de la Santísima Trinidad de Castellón, quienes vistieron túnicas blancas de lino como signo de su nueva vida en Cristo.

El Obispo se dirigió a ellos recordando que el Bautismo «es solo el comienzo de un camino, una vida entera revestidos de Cristo hasta poder comparecer ante Dios con vestiduras de luz».

Finalmente, en un mensaje cargado de fuerza pastoral, D. Casimiro exhortó a todos los fieles a vivir como “hombres nuevos”, impulsados por el Espíritu, y a proclamar con valentía el Evangelio del Resucitado dejándonos «resucitar con Cristo. Vivamos para Dios, en Cristo Jesús».

Domingo de Pascua: ¡Cristo ha resucitado! ¡Aleluya!


Esta mañana, en un clima de profundo gozo y esperanza, la Catedral ha acogido con gozo con solemnidad la Misa del Domingo de Resurrección, culmen del Triduo Pascual y corazón de la fe cristiana. Durante la homilía, D. Casimiro nos ha recordado que el anuncio de la Pascua no es una fórmula vacía ni un recuerdo del pasado, sino una verdad viva que transforma radicalmente la historia, la creación y cada vida humana.


“El cuerpo roto y enterrado de Jesús ya no está en la tumba”, ha proclamado el Obispo. Y no porque haya sido robado o escondido, advertía D. Casimiro, «sino porque ha pasado a la vida gloriosa de Dios». Así ha afirmado que «la Pascua es el día del triunfo del amor de Dios sobre el pecado y la muerte, el día de la nueva creación”.

También ha profundizado La Resurrección, ha subrayado D. Casimiro “no es una leyenda ni un mito, sino un hecho histórico y real que cambia nuestra perspectiva del mundo y del futuro”.
Además, ha recordado que la Resurrección no es sólo un acontecimiento del pasado, sino una realidad que nos alcanza hoy. “Si Cristo no hubiera resucitado, no tendríamos esperanza alguna. Pero la Pascua ha invertido la tendencia: el pecado y la muerte no tienen la última palabra. Ahora la tienen la vida, la verdad, el amor y la belleza de Dios”.

La celebración ha culminado exhortándonos a ser testigos creíbles de la resurrección: “Cristo vive y nos envía a dar testimonio con obras que hablen de esperanza. Vivamos como hombres nuevos, renacidos por el bautismo, revestidos de Cristo, agradecidos por la bondad de Dios y comprometidos con la verdad, la justicia y el amor”.

La Misa concluyó con un ferviente canto de alegría pascual: “¡Cristo ha resucitado verdaderamente! Él es nuestra paz y nuestra esperanza. ¡Aleluya!”

Desde esta experiencia de fe compartida, nuestro Obispo ha deseado a todos sus fieles una feliz y Santa Pascua de Resurrección, con la que comienza una vida nueva en Jesús Resucitado, iniciándose así el tiempo más gozoso del año litúrgico, llamado a vivir y anunciar la alegría del Evangelio.


La celebración de hoy ha concluido con la Procesión del Encuentro en la que las imágenes del Resucitado y de la Virgen María se encontraron en las calles de Segorbe. Este emotivo acto ha simbolizado la alegría de la Iglesia al ver a María recibiendo la noticia de la Resurrección de su Hijo, y nos recuerda a todos que la vida ha vencido a la muerte, y que la esperanza nunca defrauda.



Las celebraciones del Triduo Pascual han sido, una vez más, un tiempo de profunda renovación espiritual, de volver al centro de nuestra fe: Cristo muerto y resucitado por nosotros. Bajo la guía del Obispo, Mons. Casimiro López Llorente, la Diócesis ha revivido este misterio con intensidad, dejando que la liturgia transforme el corazón de los fieles y los impulse a vivir como verdaderos testigos del Resucitado.

Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!