El Obispo insta a los ministros extraordinarios de la comunión a realizar su servicio con fe y amor
Cincuenta y una parroquias, un tercio de las que tiene la Diócesis, recogieron el domingo las credenciales para 250 ministros extraordinarios de la comunión. Mons. Casimiro López Llorente les exhortó a acoger este envío “como un servicio a los demás, llevando el rostro de Dios hecho misericordia, y viviéndolo con fe y mucho amor a Dios y a los hermanos”. El acto se realizó en el transcurso de unas vísperas solemnes en la Concatedral de Santa María que, en palabras del Obispo, fue “una celebración que hace Diócesis”.
Mons. López Llorente recordó que los candidatos habían sido presentados por sus párrocos que ven en ellos “hombres y mujeres de fe en la Eucaristía, y que quieren ser coherentes y amar a Dios y a sus hermanos”. Por eso este ministerio es “una dignidad y un honor” que debe basarse en un trato del Cuerpo de Cristo “con cariño, devoción y respeto”: “Cuando lo llevéis a los enfermos, lleváis en vuestras manos al mismo Cristo”. Además de las 51 parroquias, también recibieron las credenciales las Hijas de la Caridad de Castellnovo y las Terciarias Capuchinas de Segorbe.
El ministro extraordinario de la comunión es un servicio por el que seglares son llamados de manera estable a asistir al sacerdote cuando las necesidades pastorales son excepcionales. Es el caso, por ejemplo, de una celebración con gran afluencia de fieles o en la visita a los enfermos.
Los candidatos son propuestos por el párroco, y su función está circunscrita a la jurisdicción de una parroquia específica. Aunque lo realizan seglares, esta función instituida por el Concilio Vaticano II es extraordinaria respecto a los ministerios propiamente laicales dentro de la celebración litúrgica, como el lector, cantor o acólito.
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