Marc Estela: «San Vicente Ferrer, un hombre alcanzado por el amor de Dios»
Don Marc Estela, vicario para el Clero y delegado episcopal para el Año Jubilar Vicentino, analiza la importancia de la figura de san Vicente Ferrer, patrón de la Comunidad Valenciana y de la ciudad de Castellón, así como del Año Jubilar que la Santa Sede ha otorgado a esta festividad.
Todos los valencianos y castellonenses conocen la relevancia que tuvo san Vicente en nuestra tierras. ¿Quién es para usted este santo?
San Vicente Ferrer es un hombre de nuestra tierra que se vio alcanzado y sorprendido por la mirada nueva de un Hombre, Cristo, una mirada cargada de ternura en la que fue salvado y amado en la realidad concreta de su vida.
¿Cuál es el objetivo de este año jubilar vicentino que ha concedido la Santa Sede a las tres diócesis de la Comunidad Valenciana y a la de Tortosa con motivo de los 600 años de la muerte de San Vicente Ferrer?
El objetivo es que a lo largo de este año nos dejemos también sorprender por esa misma mirada que conquistó a San Vicente y que le llevó a anunciar la “alegría del Evangelio” por toda Europa. De ahí la necesidad de que sea un tiempo de conversión, personal y comunitaria, un tiempo para descubrir que estamos necesitados de Dios, de su misericordia y de su perdón.
¿Cómo se adapta la celebración de este Año Jubilar al objetivo del Plan de Pastoral de nuestra diócesis?
El objetivo de nuestro Plan de Pastoral es el de trabajar por una parroquia evangelizada y evangelizadora. Pero esa conversión personal y comunitaria no se dará si no descubrimos primero cómo Dios sale al encuentro de la necesidad que cada uno de nosotros experimentamos de sentirnos profundamente amados en nuestra realidad personal. En este Año Jubilar será bueno que conozcamos la vida concreta de San Vicente para que descubramos que fue un hombre real como nosotros, con sus virtudes y pecados; un hombre, sin embargo, que se descubrió amado por Dios. Esa vida nueva que nace de ese encuentro con Dios es el que llevó a San Vicente, y nos debe llevar a nosotros, a vivir mendigando ese amor que es capaz de saciar los anhelos más profundos del corazón humano.
Es conocida la labor mediadora de san Vicente Ferrer. ¿Cree usted que convendría una figura como la suya en la política actual, una política de conflicto y desintereses?
San Vicente fue un mensajero infatigable de la paz: anunció y trabajó por la paz en un momento histórico en el que abundaban los conflictos en Europa. Por ello san Vicente debe ser también en este año ejemplo, guía e intercesor para ser también nosotros constructores de paz en un mundo tantas veces lacerado por la división y la discordia.
Pero la paz que predicó san Vicente no procedía de ninguna forma de imposición ideológica excluyente y egoísta, sino de Aquél que su dedo índice apunta en todas las iconografías del santo valenciano: de lo alto, de Dios. Sólo cuando hacemos experiencia de sentirnos realmente amados y perdonados por Dios en la realidad personal de nuestra vida podemos a su vez comprender, amar y perdonar a los demás, y así construir la unidad tan deseada por Dios.
En la historia está que hablamos de un trabajador incansable, que sacrificó su vida por los demás y como mediador de grandes conflictos. Sin embargo, viajó por toda Europa para anunciar el Evangelio de Cristo. ¿Cree que fue ante todo un evangelizador?
“¡Ay de mí si no evangelizara!” es el grito del apóstol Pablo, el mismo deseo que sentía san Vicente por dar a conocer a tiempo y a destiempo a Aquél cuya forma de amar le había cautivado. San Vicente era consciente de que, como él, todos hemos sido creados por amor y para amar, y por ello no dudó en dejar su amada tierra para comunicar a todos que sólo Dios es aquel que puede responder a las necesidades más profundas del hombre. La celebración de este año de gracia es ocasión propicia para redescubrir el amor de Dios, dejarnos contemplar de nuevo por el Señor y así comunicar con nuestra vida la presencia transformadora del Resucitado.
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