La HOAC reclama en el debate electoral una mayor atención a las necesidades del mundo del trabajo
La Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) de Orihuela-Alicante, Segorbe-Castellón y Valencia, ha realizado un llamamiento a todas las fuerzas políticas ante las próximas citas electorales a prestar mayor atención a la realidad del mundo obrero y del trabajo y, sobre todo, a afrontar las necesidades de las familias más vulnerables y empobrecidas.
Como señalan en un documento que han hecho público y que quieren dialogar con las diferentes fuerzas políticas, «ocurre con demasiada frecuencia que los trabajadores y trabajadoras son tratados como un instrumento de la economía, al servicio de la máxima rentabilidad a la que se somete todo. Hay que poner la dignidad de las personas y de su trabajo en el centro. Necesitamos construir las relaciones económicas desde esa centralidad».
En concreto, este movimiento de trabajadores y trabajadoras cristianos señala cinco situaciones del mundo del trabajo que considera «especialmente duras» y para las que reclaman «respuestas más decididas» desde todos los niveles políticos (municipal y autonómico), en el ámbito de sus competencias, y piden que sean tomadas en consideración en el próximo proceso electoral.
En primer lugar, la HOAC destaca la siniestralidad y la salud laboral como «la realidad más dolorosa para el mundo del trabajo», ya que «demasiadas personas pierden su vida o quedan gravemente lesionadas por el incumplimiento de las normas de prevención». Advierten que la precariedad y las malas condiciones laborales incrementan mucho los riesgos y producen un deterioro de la salud, tanto física como psicológica. «No estamos siendo capaces de dar una respuesta adecuada a este drama», señalan, y consideran necesario avanzar en «fiscalizar el cumplimiento de la normativa, combatir la precariedad y una mayor conciencia social de su extrema gravedad».
En segundo lugar, reclaman atender a la situación de extrema precariedad y bajos salarios de los trabajadores y trabajadoras empobrecidos, que acceden con mucha dificultad a los bienes básicos y a una vida en condiciones dignas. Según señalan en este documento, «es una realidad que sufren muchas personas jóvenes, mujeres y migrantes. Combatir esta precariedad extrema es esencial para luchar contra la pobreza, así como el refuerzo de los servicios públicos, especialmente los de protección social».
Otra realidad que la HOAC destaca como «sangrante» y que está presente en muchos sectores de la Comunitat Valenciana, como la hostelería, el calzado, la agricultura, el empleo doméstico y otros trabajos de cuidados, es el de la economía sumergida, que afecta sobre todo a las personas migrantes que no tienen regularizada su situación administrativa y que por ello se ven abocadas a condiciones pésimas para sobrevivir. Considera fundamental «regularizar la situación administrativa de las personas migrantes y combatir de forma decidida las prácticas laborales irregulares».
Por otra parte, también exige «pasos más decididos» para abordar la discriminación de las mujeres, «que sufren múltiples brechas laborales y sociales y que son víctimas de las violencias machistas». Una discriminación que afecta, particularmente, a las mujeres empleadas en sectores precarizados, como los trabajos de cuidados, los servicios de limpieza de edificios o la transformación de productos agrarios, con bajos salarios, contratos a tiempo parcial no deseados o en fraude de ley porque no cotizan las horas extra. Además, recuerdan que «mayoritariamente las mujeres soportan la sobrecarga de las dobles jornadas en el empleo y en el hogar», y que «esa falta de corresponsabilidad en las familias, las empresas y desde lo público, dificulta una vida en condiciones dignas y ocasiona graves problemas de salud, física y mental». Por ello, los partidos políticos deberían tomar medidas hacia una “racionalización de los horarios laborales y comerciales y la reducción de la jornada laboral, para que la vida esté en el centro de la economía».
Finalmente, este movimiento de trabajadores cristianos demanda «el reconocimiento efectivo de los derechos sociales para las personas más vulnerables«, ya que «la subida de los precios, el alto coste de la energía o las dificultades de acceso a la vivienda condicionan de forma radical la posibilidad de unas condiciones dignas de vida para estas familias trabajadoras». Además, consideran fundamental que se tramiten «ayudas sociales que les posibiliten llegar a fin de mes, el incremento del parque público de viviendas sociales y otras políticas de vivienda valientes que hagan posible que sea un derecho real y efectivo para todas las personas y no un jugoso negocio para unos pocos».
Desde la HOAC reconocen que «en algunos de estos aspectos, las instituciones políticas han ido tomando decisiones para avanzar en la dirección que apuntamos», pero aseguran que «estamos aún lejos de que los trabajadores y las trabajadoras más empobrecidos y vulnerables dejen de serlo». «Se necesitan procesos de cambio de las estructuras injustas de la precariedad y el acceso a los derechos sociales que corresponden a toda persona por el solo hecho de serlo», añaden. Por eso, subrayan que «aspectos como los que hemos señalado deberían estar en el centro de los debates políticos. Esperamos que así sea en este proceso electoral, porque el dolor que causan estas realidades son preocupaciones de buena parte de la ciudadanía».
Como movimiento eclesial de trabajadores y trabajadoras cristianas, la HOAC considera necesario «que toda la sociedad se implique en la defensa de unas condiciones dignas de trabajo para todas las personas, así como a valorar cómo esto se refleja en las diversas propuestas políticas». Asimismo, entienden prioritario que las instituciones políticas dediquen «más esfuerzos y recursos a crear unas condiciones dignas de trabajo y de vida, para luchar contra el empobrecimiento de tantas personas y familias, así como para avanzar hacia una sociedad más justa y humana, sin personas excluidas».
Como subraya el papa Francisco, “el gran tema es el trabajo. La política no puede renunciar al objetivo de lograr que la organización de una sociedad asegure a cada persona alguna manera de aportar sus capacidades y su esfuerzo. Porque no existe peor pobreza que aquella que priva del trabajo y de la dignidad del trabajo. En una sociedad realmente desarrollada el trabajo es una dimensión irrenunciable de la vida social, ya que no solo es un modo de ganarse el pan, sino también un cauce para el crecimiento personal, para establecer relaciones sanas, para expresarse a sí mismo, para compartir dones, para sentirse corresponsable en el perfeccionamiento del mundo, y en definitiva para vivir como pueblo” (FT 162).
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