La Hospitalidad Diocesana de Lourdes celebra su Asamblea anual
El Seminario Diocesano Mater Dei ha acogido esta mañana la celebración de la Asamblea anual de la Hospitalidad Diocesana de Nuestra Señora de Lourdes que ha reunido a los hospitalarios y consiliarios de las diferentes secciones de la Diócesis de Segorbe-Castellón.
Todo ello tras la celebración de las elecciones a la presidencia que tuvieron lugar el pasado 5 de marzo, en la que se presentaron las candidaturas de Pascual Aznar y Noelia Nicolau. Con un 42% de la participación, finalmente resultó elegido D. Pascual Aznar, que afronta, a partir de ahora, el reto inminente de la organización de la próxima peregrinación diocesana prevista para el mes de junio.
La Asamblea comenzaba a las 10.30 horas con la oración de la mañana, para abordar, a continuación, el orden del día que, entre otras cuestiones, ha presentado las cuentas anuales.
Lema Pastoral del año
El consiliario de la Hospitalidad Diocesana, D. José Luis Valdés, presentó el lema pastoral de este año y que, tal como se presentó en el 49º Congreso Nacional de Hospitalidades celebrado el pasado año en Castellón, tiene su origen en las palabras que dirigió la Virgen a Bernardita: «Vaya a decir a los sacerdotes que se construya aquí una capilla».
En este sentido, esta es la meditación que se propone para la preparación de las peregrinaciones que se van a celebrar en este 2023, incluida de la nuestra Hospitalidad y que está dirigida a todos cuantos participan en la labor pastoral que realizan los capellanes del santuario de Ntra. Sra. de Lourdes en favor de los peregrinos.
Por eso, más que ninguna otra, esta historia singular de María y Bernardita está iluminada por las Sagradas Escrituras, la Enseñanza de la Iglesia, pero también por la experiencia de los peregrinos de Lourdes que no dejan de vivirla.
Tal como recordó D. José Luis Valdés, el lema es una invitación «a la misión» trasnmitida a Bernardita, por María misma, objeto de esta misión desde su Inmaculada Concepción, para participar plenamente en la ofrenda de su Hijo para la salvación del mundo.
El papel de los sacerdotes
Como ministros de la Palabra y de los sacramentos, los sacerdotes anuncian a Cristo Jesús y lo entregan sacramentalmente para que cada bautizado sea fortalecido por él. Servidores de la Iglesia, los sacerdotes enseñan y santifican al pueblo santo y fiel de Dios.
María ama a los sacerdotes con un amor maternal y protector, viendo en cada uno de ellos un ministro servidor y cooperador ferviente de su Hijo para la salvación del mundo.
Y, como hace con Bernardita, María atrae hacia sí a los pecadores a los que indica los sacerdotes para que vayan a confesar sus pecados y reciban el perdón sacramental de todas sus faltas y vivan de la superabundancia de la misericordia de Dios.
A todo ello se suma la petición de construir una Capilla. En el plano espiritual, es el contenido de la relación que María entabló con Bernardita lo que es la base de la capilla y, por tanto, de la peregrinación a Lourdes.
Este contenido es la gracia que Dios da a María, para que la difunda ampliamente en la Gruta de Lourdes. Las curaciones y milagros son solo un aspecto. Así, el gran milagro de Lourdes no se encuentra en las curaciones de algunas personas, sino en la gracia de la aceptación que una multitud recibe de María, la Virgen Inmaculada. El fruto de esto es la conversión, es decir, el cambio de vida y la aceptación de la salvación ofrecida por Cristo Jesús.
La asamblea finalizaba este mediodía con una Eucaristía que ha estado presidida por el Obispo, Mons. Casimiro López Llorente a lo que ha seguido una comida fraterna. Durante la homilía el Obispo se ha referido a la figura del «hijo menor» en este tiempo de Cuaresma, y recordando la parábola del Hijo pródigo se ha referido a la veces que abandonamos la casa del Padre. El hijo menor, ha dicho «nos muestra el camino del arrepentimiento de nuestros pecados y faltas para volver al Padre» y ha exhortado ha analizar nuestra vida «a la luz de la Palabra, mirándonos a nosotros mismos con los ojos de Dios», para recorrer el camino del Hijo pródigo y que nos nos ocurra cómo al hermano mayor, «siendo misericordiosos como nuestro Padre con aquellos que no piensan como nosotros».
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