La liturgia del tiempo de Navidad nos invita a la participación para que nazca y crezca el amor que se nos regala
Tras cuatro semanas de preparación en este tiempo de Adviento, llega este 24 de diciembre en el que, con alegría desbordante, abrimos nuestro corazón al verdadero significado de la Navidad: el nacimiento del Niño Dios.
Alejado de los focos, del espumillón y de los centros comerciales, nace de nuevo Aquel que, pudiendo haberse reservado para Él mismo su divinidad, nos regala su propio corazón por un designio de amor que sobrepasa la comprensión humana, enviándonos a su Hijo. La celebración del 24 y 25 de diciembre lo es por tratarse de un acontecimiento histórico que nos ayuda a adentramos en el Misterio de la Encarnación del Hijo de Dios.
La Navidad es sencillez y ternura a través del alumbramiento de María para que nazca y crezca el amor que se nos regala en el interior de cada uno de nosotros. Parece difícil que esto ocurra en el tiempo que vivimos porque el ambiente que nos rodea, en muchas ocasiones nos arrastra y nos aleja de lo verdaderamente importante.
Sin embargo la liturgia contribuye a adentrarnos y a vivir este Misterio. Conocemos todos los detalles la mano de D. Antonio Sanfélix, Delegado Diocesano de Liturgia y Música Sacra que ha concedido una entrevista a El Espejo de la Iglesia, en Cope Castellón.
La liturgia es el conjunto de prácticas que regulan el culto y las ceremonias religiosas, pero más allá de esta definición generalista, la liturgia tiene un significado más profundo ¿no es así?
Sí, ésta es más una definición jurídica, porque teológicamente es Jesucristo. Como nos dicen los documentos de la iglesia, es el ejercicio del Sacerdocio de Cristo. Es el culto que la Iglesia ofrece a Dios Padre, es decir, Cristo cabeza y une a los miembros de la Iglesia a su cuerpo que somos los bautizados. Por tanto, mediante la liturgia lo que se realiza es el ejercicio sacerdotal de Cristo mediante el cual se realiza también la santificación del Pueblo de Dios, es decir, participando nosotros en la acción litúrgica, sea en la Eucaristía o en la Liturgia de las Horas, Dios va haciendo la salvación en nuestra vidas. Por lo tanto la Liturgia constituye para la Iglesia lo más grande porque Cristo realiza en nosotros lo más grande… dice el Concilio que la Liturgia no agota toda la actividad pero sí que es la más importante. No hay nada que la iguale dentro de la Iglesia, por su dignidad y por su importancia.
Respecto a las celebraciones religiosas propias de estos días, ¿cuál es el origen de la popularmente conocida “Misa del Gallo”?.¿Qué diferencia la Misa de Nochebuena de la del día de Navidad?
En la tradición romana que es la nuestra se remonta al siglo V. Hablamos de quince siglos de historia, y según los historiadores fue el Papa Sixto II quien instaura esta costumbre de celebrar una Misa en la misma vigilia nocturna, durante la medianoche, en la Basílica de Santa María La Mayor de Roma, donde se conservan las reliquias del pesebre… a esta Misa se le llamaba «ad galli cantum» (al canto del gallo) porque se refiere a ese momento en el que empieza el nuevo día según la tradición romana y de ahí recibe el nombre. Esta Misa se une a otras dos que son «la de la Aurora» y «la Misa del día». Posteriormente, durante el papado del Pío XII, se permitió celebrar Misa durante la tarde, anterior a la Navidad y que es la «Misa Vespertina» que podríamos decir la de Navidad. Pero concretamente, la «Misa del Gallo» es la que se celebra durante la noche y es una tradición milenaria pues son quince siglos de historia y que en España, hasta hace pocos años, ha tenido una fuerza tremenda. De hecho nosotros llamamos a ese día el «Día de Noche Buena» porque todo está mirando a la noche y las cenas de entonces no eran lo que son ahora…era una cena más fugaz y todos participaban más en la Misa, que era una Misa extraordinaria porque las misas en la noche no existían… Ahora, lamentablemente se está perdiendo mucho esta tradición, por lo que aprovecho este medio y esta oportunidad para hacer una llamada a las parroquias, a las comunidades y a las familias para que no perdamos una tradición que ha sido algo tan nuestro, que además supone reunirnos en la Iglesia para celebrar el gran Misterio de la Encarnación del hijo de Dios.
A partir de este 25 diciembre comienza el tiempo de Navidad propiamente dicho, ¿cuáles son las principales celebraciones de este ciclo?
Este ciclo hermoso que es el ciclo de la manifestación del Señor comienza con la propia celebración de la Natividad del Señor y se alarga durante toda la octava. La liturgia actualmente conserva dos octavas: la octava de Navidad y la octava de Pascua, que son ocho días celebrando como un mismo día por la importancia que tiene, y en el último día de la octava , que es el día uno, se celebra la Solemnidad de Santa María Madre de Dios. También dentro de todo lo que es la octava, en el domingo tenemos la celebración de la Sagrada Familia que este año será este domingo 26 de diciembre. Y terminada la octava de Navidad continuarán las celebraciones de Navidad hasta la gran Solemnidad de la Epifanía del Señor, con una larga tradición en la Liturgia, tanto en Oriente como Occidente, y que celebra el Misterio de la adoración de los Magos que llegaron, siguiendo la estrella, hasta Belén; y además recuerda otras manifestaciones importantes de Cristo como son el Bautismo en el Jordán y el primer signo de las Bodas de Caná… y estas tres manifestaciones que conmemoran la Liturgia en la Epifanía, quedan hermosamente recogidas en la antífona de las vísperas de este día grande.
El simbolismo a través del color, la música y las representaciones ayudan a introducir a los fieles en la celebración, ¿podría detallarnos la importancia del clima que se crea durante la liturgia en estos días?
La liturgia expresa, a través de su belleza, la alegría de lo que estamos celebrando. La luz, la música, los cantos, las imágenes, por ejemplo la del Niño Jesús que presidirá durante todos estos días todas las Iglesias… este clima que celebra la liturgia debe distinguirse de todo ese ambiente bullicioso y consumista que tristemente hay en este tiempo, para que nos ayude, cuando vamos a la Iglesia a vivir este ambiente mucho más contemplativo, que nos ayude a contemplar este gran Misterio. Fijaos que en Navidad nos jugamos mucho para nuestra fe y nuestro trabajo pastoral porque aceptar que Dios se ha hecho carne es fundamental en nuestro camino de acercamiento a Cristo. Por lo tanto, la liturgia tiene que ayudarnos a descubrir ese gran Misterio y reconocer esa presencia de Dios en medio de nosotros y de nuestra historia… A través de la Palabra y del Sacramento hemos de entrar en ese profundo ambiente de oración que nos ayude a palpar, a contemplar y a sentir en nosotros la presencia de ese Dios que se ha hecho hombre en ese Niño para que lo reconozcamos en su mirada y en su ternura.
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El Niño cobra protagonismo de forma muy especial a partir la noche del 24 de diciembre, pero con la pandemia el rito de la adoración al Niño suspendió el beso. ¿Alguna indicación a los fieles para vivir este momento de la ceremonia?
Sí. De hecho es un rito muy popular y muy querido por la gente y hay otras formas de expresarlo. La pandemia ha hecho que nos tengamos que ir adaptando a esta nueva realidad pero igualmente podemos expresar veneración. ¿Cómo hacerlo?… pues se puede hacer exactamente igual pasando ante el Niño, sin tocarlo y sin besarlo, pero haciendo una reverencia, al tiempo que hacemos la señal de la cruz. También desde nuestros propios lugares, los que ocupamos en la Iglesia, desde nuestros bancos, y a invitación del sacerdote, se puede hacer una oración silenciosa ante el Niño o bien cantos de alabanza como es el tradicional villancico que le podemos ofrecer… Es decir, hay otras maneras de venerar la imagen del Niño Jesús y tenemos que hacerlo porque son signos de nuestro reconocimiento al Misterio de la Encarnación, de ese Dios hecho hombre en medio de nosotros.
El Tiempo de Navidad es el tiempo de Dios y del hombre. El clima que se crea con la Liturgia de estos días nos invita a mantenernos firmes en la fe, a creer y a confiar. Celebremos, acojamos, y bendigamos que ha nacido El Salvador.
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