La primera comunión, no la última
Queridos diocesanos, queridos niños de primera comunión y queridos padres:
En muchas parroquias se están celebrando en estos días las primeras comuniones. Es una alegría cada vez que vemos a niños y niñas acercarse a recibir por primera vez a Jesús en la Eucaristía. Para la mayoría de ellos, el día de su primera comunión ha sido preparado y esperado con mucha ilusión durante años. A muchos los veremos también participar alegres y contentos en la procesión del Corpus arrojando pétalos de flores al paso de la Custodia.
A vosotros, queridos niños y niñas, os felicito por vuestra primera comunión. Es uno de los acontecimientos más importantes de vuestra vida. Jesús os invita a participar por primera vez en el banquete de la Eucaristía. Jesús viene a vosotros y se os da a sí mismo en comida porque os ama a cada uno. Jesús nos ha hecho el gran regalo de quedarse con nosotros en la Eucaristía y se nos da en comida para unirse con nosotros: “Tomad y comed, esto es mi cuerpo. Tomad y bebed, ésta es mi sangre”, dijo Jesús a sus discípulos en la última Cena antes de morir en la cruz y resucitar. Recordad en vuestro corazón siempre estas palabras, y estad muy atentos el día de vuestra primera comunión, cuando el sacerdote las pronuncie en el nombre de Jesús. El trocito de pan se convertirá en el Cuerpo mismo de Jesús que después recibiréis; entonces Jesús mismo vendrá a vosotros.
¡Qué bueno es Dios! Jesús, el Hijo de Dios, viene a vuestro encuentro y se os da para atraeros hacía sí, para unirse y quedarse con vosotros, para que tengáis vida y alegría, para ayudaros a ser felices, para que crezcáis como amigos suyos, para que seáis generosos con los demás, en especial, con los más pobres, y para que tengáis la fuerza necesaria para hacer el bien.
Vuestro deseo, alimentado durante los años de preparación y de catequesis, se ve cumplido con vuestra primera comunión al recibir a Jesús. Este es el gran y mayor regalo de este día. Vale muchísimo más que todos los demás regalos, que os puedan hacer, que el vestido o el traje, que podáis llevar, o que la fiesta que se pueda organizar. El mejor vestido y lo más importante para recibir a Jesús es que tengáis el alma limpia, bien dispuesta y preparada para recibir a Jesús.
No olvidéis que donde está Jesús todo cambia: Jesús se nos da como alimento y nos cambia para que seamos diferentes: con más ganas de tratar a todos con cariño y con amor, con más deseos de compartir lo nuestro con los demás, en especial con los más pobres, con más disposición a perdonar, a rechazar el mal que nos hace daño, y a seguir creciendo como amigos de Jesús unidos a la comunidad parroquial y a otros niños como vosotros. Jesús es el Pan necesario para caminar como amigos suyos. Por esta razón sería una pena que vuestra primera comunión fuera la última, como ocurre con frecuencia. Os animo a que no dejéis de recibir a Jesús en la Eucaristía, una y otra vez, con corazón limpio y bien dispuesto, participando en la misa del domingo que es el día del Señor, el día de Jesús.
Id con vuestros padres, hermanos y amigos a Misa cada domingo o animadlos a que os acompañen. El domingo es el día en que los cristianos conmemoramos la Pascua de Jesús. Él nos continúa hablando a través de las lecturas que proclamamos durante la celebración de la Misa, sobre todo a través del Evangelio. Id a misa para recibir la comunión: es el Pan de Vida, el alimento que nos nutre y nos da la fuerza para crecer y madurar como buenos amigos y discípulos de Jesús. En el momento en que recibas la comunión, el Cuerpo de Cristo, y respondas “amén”, recuerda siempre que Jesús no solo está contigo, sino que está también en ti, dentro de lo más íntimo de tu ser.
A vosotros, queridos padres, os felicito, porque vuestros hijos van a recibir por primera vez a Jesús en la Eucaristía. Preparad bien y celebrad con verdadero sentido de fe cristiana la fiesta de la primera comunión de vuestros hijos. No la convirtáis en una fiesta de sociedad. Evitad caer en la tentación del despilfarro y del exceso de regalos, que contradice lo que es en realidad este día. Estos elementos distraen a los niños de lo fundamental: el encuentro personal con su amigo Jesús en la comunidad parroquial. La comunión de todos del mismo y único Pan, debe fortalecer nuestra condición de hermanos, miembros de la misma familia. Comulgar a Jesús implica comulgar también con los demás, especialmente con los más pobres, para ayudarles y socorrerles en todo lo necesario.
Como gesto de caridad y cercanía a los más desfavorecidos os sugiero que en el ofertorio de la Misa, los niños y niñas de primera comunión, os desprendáis de unos dineros para entregarlos a Cáritas y así se puedan atender las necesidades más urgentes.
Con mi afecto y bendición,
+ Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón
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