Los diáconos permanentes clausuran el curso con una convivencia
El encuentro, se celebró ayer, festividad de San Juan Bautista en el Seminario Mater Dei, y sirvió para concluir las reuniones celebradas a lo largo del curso en las que, sorteando las limitaciones impuestas por la pandemia, se ha podido mantener un ritmo de formación y fraternidad, descubriendo, por ejemplo, diversas realidades de la Diócesis.
El encuentro de este 24 de junio, comenzó con la celebración de la Eucaristía, presidida por el Obispo, que estaba acompañado por el Vicario para el Clero, Marc Estela, el rector del Mater Dei, Juan Carlos Vizoso y varios de los párrocos de los diáconos permanentes, que en buen número han asistido a la celebración junto con sus familias.
La misa sirvió también para festejar el 31 aniversario de los primeros diáconos permanentes de la Diócesis (Pascual Andrés Porcar, Ricardo Rovira Marrama y Manuel Martínez Chordá) desde la restauración de este grado del Sacramento del orden, gracias al Concilio Vaticano II.
Durante la homilía, D. Casimiro insistió en la identidad de servicio de los diáconos y de toda la Iglesia, evocando las ideas principales del reciente mensaje del Papa Francisco a los diáconos permanentes de la diócesis de Roma. En su Ministerio los diáconos reciben la imposición de las manos, dijo el Papa Francisco «no en orden al sacerdocio, sino en orden al servicio y por estar dedicados al servicio del pueblo, lo que nos recuerda que en el cuerpo eclesial nadie puede elevarse por encima de los demás». En este sentido D. Casimiro remarcó que «esto solo será posible si Cristo es el centro, y no el ministro, ni la institución ni uno mismo pues el narcisismo es el mayor peligro» advirtió.
El Obispo también confesó un deseo que le trabaja interiormente desde hace tiempo: potenciar el sentido de vocación de todo fiel cristiano, y que se expresará en los diversos caminos que presenta la iglesia, sea en el sacerdocio, la vida consagrada o la familia.
Tras la Eucaristía, los participantes en el encuentro compartieron experiencias de cómo cada uno está viviendo el ministerio diaconal desde la perspectiva de los propios diáconos, de los párrocos o de las esposas. La jornada concluyó con una comida fraterna.
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