Misa de la Inmaculada Concepción en la S.I. Catedral de Segorbe
La Inmaculada Concepción de María es desde antiguo la patrona de la ciudad episcopal de Segorbe, y esta tarde, la Catedral Basílica ha acogido la celebración de la solemne Eucaristía, que ha presidido el Obispo, D. Casimiro López Llorente. Ha sido solemnizada por la Capilla Musical bajo la dirección de David Montolío, acompañando el organista Santiago Díaz.
«He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu Palabra”
“Desde el comienzo ella es la llena del amor de Dios, creada en comunión íntima con Dios Padre, Hijo y Espíritu”, que fue “desde su concepción y para siempre, unida en intimidad de vida y de amor con Dios”, decía D. Casimiro sobre la Virgen María en el inicio de la homilía.
Ante el anuncio del ángel, ella “reconoció que lo más grande que le puede ocurrir a un ser humano es acoger el destino al que está llamado por el Señor, a vivir en comunión de vida y de amor con Dios”, ha continuado, y “desde el momento mismo de su concepción, se sabe al servicio de Dios y de los hermanos”, se pone al servicio de su prima Isabel, y “su vida es entrega y servicio a su hijo y a los discípulos”.
Durante toda su vida, “ella supo acoger la voluntad de Dios, el designio de Dios, y supo reconocer que el ser humano solo es grande cuando deja que Dios sea grande en su vida”, ha explicado el Obispo, pero por desgracia “el ser humano no acoge el destino para el que Dios lo crea”.
Sin embargo, somos creados libres, y ante la tentación del diablo “no reconocemos que somos creaturas, y queremos ser y vivir al margen de aquel que nos ha creado, y ahí comienza el drama de la humanidad”, porque le da la espalda a Dios, al prójimo y a toda la creación. “Pero gracias a María, que acoge al Hijo de Dios en su seno, comienza una nueva etapa, la etapa de la salvación”.
“Estamos destinados a ser santos e inmaculados en Cristo por el amor”, ha exhortado, “esa es nuestra meta”, “participar de la vida eterna junto a Dios”, y “ahí se funda nuestra esperanza”. En estos tiempos de pandemia “vemos mucha tristeza, mucho miedo, mucha incertidumbre, mucha angustia”, por lo que es “el momento de avivar la esperanza, la esperanza que no defrauda, que es Cristo Jesús, el hijo de María”.
“Pidamos a la Virgen que nos ayude a acoger a Dios en nuestra vida, que como ella lo acojamos, y vivamos el Adviento en una vigilante espera al Señor que viene en cada momento”, “siendo testigos de la esperanza que no defrauda y viviendo con coherencia nuestra condición de bautizados”, ha dicho al final de la homilía.
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