Ruido, prisas, ajetreo, agendas, complicaciones, trajín, rapidez, siempre corriendo y tantas veces sin llegar, así son nuestras vidas, de esta forma hemos sido engullidos por esta sociedad de la que formamos parte y todo es para ya. A Dios gracias todavía existen personas que a pesar de la fuerza con la que esta espiral nos arrastra son capaces de no caer en ella. Uno de ellos es nuestro compañero y amigo Jordi Más. Jordi es un sacerdote calmado, sereno, con mucha paz, con una capacidad de escucha envidiosa y especialmente con una cualidad evangélica que muchos anhelamos tener, nunca juzgar a nadie.
Gran persona y mejor sacerdote ha sido el responsable de la pastoral penitenciaria en Albocàsser durante 13 años. Con él se inició un voluntariado que parecía muy complejo de orquestar dada la amplia extensión geografía del arciprestazgo donde está ubicada la prisión. Como buen pastor, sin prisa, pero sin pausa fue componiendo un nutrido grupo de voluntarios que mediante talleres y actividades atienden distintas necesidades de los presos de Albocàsser. Un voluntariado al que poquito a poquito ha sabido formar y consolidar como equipo fuerte y evangelizador en el ámbito penitenciario.
Él, mejor que nadie sabe de los sufrimientos, de los llantos y de las desesperanzas que detrás de los muros se viven a diario. Pacientemente escuchaba, actuaba y oraba, en él muchos veían reflejada la esencia del evangelio. En el padre Jordi encontraban refugio para las heridas del alma.
La delegación de pastoral penitenciaria solo tiene cosas que agradecerle: la armonía que transmite y contagia, su afán por crecer pastoral y espiritualmente, su creatividad en el diseño de actividades dentro y fuera de la cárcel. Jordi ha sido para la pastoral un miembro muy activo y colaborador tanto a nivel de la comunidad autónoma como a nivel nacional, acudiendo siempre a los cursos formativos y encuentros que se organizan con el objetivo muy claro: aprender y progresar por el bien de los presos.
No puedo olvidarme de darle las gracias por sus relaciones institucionales, su amabilidad y cordialidad en el trabajo diario con instituciones penitenciarias, no es esta una labor fácil, en ocasiones incluso es ingrata pero su estilo de vida hacía que cualquier obstáculo no fuera un problema. Su paso por la prisión de Albocàsser deja huella. La sonrisa y sus saludos a los funcionarios, su seriedad en la programación de actividades, sus palabras de aliento y esperanza entre los internos, y como no, el acompañamiento y el cariño mostrado siempre a todos los voluntarios.
La pastoral pierde un miembro muy importante, la obediencia le lleva a otro destino donde seguro que no tardará en adaptarse y dar lo mejor de sí. Nosotros no vamos a olvidarlo y en más de una ocasión precisaremos de su ayuda. Nuestras puertas estarán siempre abiertas para el primer sacerdote que ha tenido la cárcel de Albocàsser.
Y este es Jordi, el compañero que todo lo pone fácil, el amigo que te escucha, el capellán que te acerca a Dios. Un hombre con mucha luz.