El Seminario Mater Dei: «el corazón de la Diócesis»
Queridos diocesanos:
Durante el presente curso hemos celebrado el 50º Aniversario de la inauguración de las instalaciones de nuestro Seminario Diocesano Mater Dei en Castellón, que concluye el próximo día 7 mayo con una Misa solemne de acción de gracias en la capilla mayor del Seminario. Ese mismo día del año 1966 era bendecido por Mons. Pont i Gol el complejo actual del Mater Dei destinado a albergar los Seminarios Diocesanos Mayor y Menor. El Seminario, la institución en que se forman los futuros sacerdotes, es una comunidad de tal importancia, que bien la podemos llamar, como han dicho los Papas, “el corazón de la Diócesis”.
La celebración de esta efeméride ha suscitado en nosotros un doble sentimiento: por un lado, el gozo y la acción de gracias por esos 50 años dando buen fruto; y, por otro, la preocupación ante la escasez actual de nuevas vocaciones sacerdotales. La situación de hace cincuenta años, caracterizada por un «considerable aumento de alumnos, provocado por el cambio de límites» de la Diócesis (Pont i Gol), era bien distinta a la actual sequía vocacional; pero esto no nos debe llevar a la tristeza o al pesimismo paralizante y estéril, sino al compromiso cargado de esperanza. A ello nos exhortaba el papa Francisco a los Obispos españoles en la visita ad limina de 2014: el trabajo en la pastoral vocacional -nos dijo el Papa- es una deber y la responsabilidad de toda la Iglesia diocesana; y, en especial, del obispo, que lo «debe poner en su corazón como absolutamente prioritario».
Si nuestro seminario es el corazón de la Diócesis, cuantos la formamos hemos cuidarlo con sumo esmero y con cariño, porque de su estado de salud depende también el estado de salud de todo el cuerpo, de nuestra Iglesia diocesana. El momento actual nos urge a implicarnos todos en la promoción de nuevas vocaciones al sacerdocio para que no se seque el corazón de la diócesis. Esto significa ponernos al servicio del nacimiento y discernimiento de las vocaciones sacerdotales así como del crecimiento y formación de los seminaristas.
¿Cómo hacerlo? Hemos de poner especial hincapié en la oración de nuestros niños y jóvenes, porque en la oración se da el encuentro con Cristo, que es quien llama a su corazón para hacerlos participes de la vocación sacerdotal al servicio de la Iglesia y de toda la humanidad. Además toda nuestra Iglesia debe acoger cada día la invitación persuasiva de Jesús de orar por las vocaciones; Él nos pide que roguemos «al dueño de la mies que envíe obreros a su mies” (Mt. 9, 3 8). Obedeciendo al mandato de Cristo, la Iglesia hace, antes que nada, una humilde profesión de fe, pues al rogar por las vocaciones, reconoce que son un don de Dios y, como tal, hay que pedirlo con súplica incesante y confiada.
Es necesaria una predicación directa sobre el misterio de la vocación en la Iglesia, sobre el valor del sacerdocio y sobre su urgente necesidad para el pueblo de Dios. Una catequesis orgánica y difundida a todos los niveles en la Iglesia, además de disipar dudas sobre la vocación sacerdotal, abre los corazones de los creyentes a la espera del don y crea condiciones favorables para el nacimiento de nuevas vocaciones.
Ha llegado el tiempo de hablar y trabajar valientemente de las vocaciones al sacerdocio, como de un valor inestimable y una forma espléndida y privilegiada de vida cristiana. Conscientes de que cada uno tiene una vocación en la Iglesia, hemos de proponer a cada niño y joven que se plantee personalmente cuál es su vocación y si Jesús le llama al sacerdocio, ofreciéndoles formar parte de grupos vocacionales a crear en las parroquias, a participar en las actividades que organiza el Seminario para monaguillos o en el Seminario en familia, o a ingresar en nuestro Seminario Menor o Mayor, si han descubierto que Jesús les llama al sacerdocio.
Pongamos bajo la intercesión y la protección de la Virgen Marí toda nuestra pastoral vocacional y nuestro Seminario Mater Dei.
Con mi afecto y bendición,
+Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón