Este mediodía, el Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, ha recibido a los nuevos coordinadores del Apostolado Emaús, dando su bendición «para que la obra del Señor siga creciendo» a través de los Retiros de Emaús.
Cristina Fernández y Joaquín Bueso son los nuevos responsables surgidos tras la celebración del V Retiro de Emaús Mujeres y el III Retiro de Emaús Hombres respectivamente que se celebraron el pasado mes de octubre. Han compartido con D. Casimiro el crecimiento que ha experimentado este Apostolado que, adscrito a la Parroquia de la Santísima Trinidad, forma parte de las realidades de la Iglesia de nuestra Diócesis, desde que, en 2019, fuera bendecido por el propio Obispo.
El Apostolado, que en el momento actual está formado por casi 80 mujeres y una treintena de hombres, está liderado por laicos que, habiendo vivido la experiencia del Retiro de Emaús, han ido formando el grupo parroquial acogidos por el Padre Rafael Manzaneque.
El objetivo inicial se ha cumplido generando la participación del grupo en la vida de la parroquia donde se reúnen cada lunes (el grupo de hombres) y cada martes (el grupo de mujeres). La actividad semanal se centra en la participación en la Eucaristía, seguida de la Adoración al Santísimo Sacramento. A ello se suman las charlas formativas con el objetivo de crecer y perseverar en la fe, así como de seguir el camino de conversión y de encuentro permanente con el Señor, para cumplir la misión de anunciar a Jesucristo y su Evangelio.
Emaús no pertenece a ningún movimiento de la Iglesia, «pero forma parte viva de la misma manteniendo una relación de total comunión con nuestro Obispo y con su Ministerio Episcopal» ha dicho Cristina Fernández tras la visita de hoy.
En el mismo sentido se ha pronunciado Joaquín Bueso, quien ha destacado «la cordialidad y la cercanía de nuestro Obispo como Padre y Pastor de nuestra Iglesia».
Han tenido ocasión también de poder compartir con D. Casimiro la experiencia de crecimiento espiritual que Emaús les otorga y, sobre todo, poderlo vivir en comunidad junto a quienes se van integrando en el apostalado tras vivir el Retiro.
Se ha celebrado durante el fin de semana en el Desierto de las Palmas
Ayer tarde se clausuraba el III Retiro de Emaús para hombres con una Eucaristía, en la que los participantes compartieron, con sus familiares y amigos, la experiencia que han vivido durante todo el fin de semana.
Casi una treintena de hombres han revivido durante 48 horas las mismas sensaciones que los dos discípulos que describe San Lucas (24, 13-35) pasando, del desconcierto y la desolación, a la renovada ilusión que se despierta en ellos al reconocer a Jesucristo en el camino.
El éxito de este retiro reside en no desvelar lo que ocurre en su interior, pero sí es cierto que, al finalizar la Eucaristía de clausura, el testimonio de dos de los participantes, lleva a intuir que la experiencia vivida les anima a invitar a otros para próximas ediciones. Emaús supone, en muchos casos, un primer encuentro con Jesucristo, pero también favorece el re-encuentro de quienes, formando parte de alguna comunidad cristiana, las circunstancias de la vida les llevan a perder la esperanza.
Tal como afirman los promotores de los Retiros de Emaús en nuestra Diócesis, el apostolado no pertenece a ningún movimiento de la Iglesia y está abierto a creyentes y no creyentes que se sientan, como les ocurrió a los discípulos de Emaús, abatidos por las circunstancias de la vida. Es una oportunidad, aseguran, para recuperar la fe y la esperanza.
La clausura de este tercer retiro se vivió con especial emoción por parte del equipo coordinador que ha puesto en marcha en nuestra Diócesis este apostolado. Así, Rafa Cerdá, junto a Manuel Castells y Paco Rico, agradecieron el trayecto que, a lo largo de un año, han recorrido para consolidar el apostolado y dieron paso al nuevo equipo coordinador que estará formado por Joaquín Bueso como coordinador, y Carlos Adrián y José Luis Climent como subcoordinadores.
La clausura de ayer supuso también el inicio de la preparación para la celebración de los próximos retiros en la primavera de 2023. En mayo se celebrará el IV retiro para hombres y en junio el VI para mujeres.
El Obispo de la Diócesis preside la Misa del Peregrinoen la Sede Episcopal
Hoy ha sido un día de celebración y de júbilo para el Apostolado parroquial EMAÚS, adscrito a la Parroquia de la Santísima Trinidad de Castellón. En el calendario de actividades programadas para este tiempo estival, además de dos convivencias preparatorias para los próximos retiros de otoño, las mujeres y hombres de Emaús han celebrado su peregrinación a la Catedral de Segorbe ganando el Jubileo y la Indulgencia Plenaria.
Para este Apostolado Parroquial que apenas tiene 5 años de recorrido en nuestra Diócesis, «peregrinar a la Sede Episcopal es la forma de reconocernos y sentirnos parte de la Iglesia Diocesana que caminamos juntos y contribuimos a la misión de anunciar el Evangelio», ha afirmado la coordinadora del grupo de mujeres, Amelia Martínez. «Estamos profundamente agradecidos a nuestro Obispo por bendecir este apostolado que está cambiando la vida de tantas personas». Desde que, en 2019, D. Casimiro acogiera los Retiros de Emaús en nuestra Diócesis, «nuestro apostolado no solo ha crecido sino que se ha consolidado llegándose a implantar también el grupo de hombres».
Los actos celebrados han estado presididos por Mon. Casimiro López Llorente, Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón. A las 10.30h de la mañana llegaba el grupo a la Capilla del Seminario Diocesano, acompañados por el párroco que les asiste, D. Rafael Manzaneque, donde se ha celebrado el Sacramento de la Reconciliación. A partir de la lectura del Santo Evangelio (Lucas 15), el grupo de peregrinos se ha preparado para participar en el Sacramento de la confesión en adoración y oración ante el Santísimo Sacramento expuesto en el Altar.
Poco después de las 12 del mediodía el grupo ha iniciado la peregrinación hacia la Catedral que ha partido desde la misma Capilla del Seminario dirigiéndose hacia la Iglesia Catedral para atestiguar la devoción, como parte del pueblo de Dios, que acude allí para volver fortalecidos en su voluntad de vivir cristianamente y de practicar con alegría la caridad. «Caminando a la luz de Dios» se han dirigido hasta la Puerta del Claustro de la Catedral donde les esperaba el Obispo de la Diócesis para cruzar la Puerta Santa, donde han dado gracias a Dios bendiciendo su nombre, justo en el lugar donde se reúne la Iglesia diocesana, familia de los hijos de Dios.
Tras la parada y oración frente a la primera Pila Bautismal de nuestra Diócesis, han renovado la fe de la Iglesia recitando el Credo, partiendo después hacia la Capilla del Sagrario, meta de la peregrinación que siempre, ha dicho D. Casimiro, «supone el encuentro con Jesucristo, presente en la Eucaristía, pues Él es nuestro aliento en el camino de la fe y de la vida cristiana».
Así ha dado comienzo la Eucaristía coincidiendo con la festividad de santa Brígida a quien se ha referido D. Casimiro durante la homilía por ser una mujer profundamente cristiana que supo llevar a su marido y sus seis hijos al encuentro con el Señor, recordando cómo este apostolado parroquial nació impulsado por un grupo de mujeres de nuestra Diócesis y, ahora, también lo secundan los hombres que han formado grupo.
El Obispo ha destacado el importante papel de santa Brígida, quien tras enviudar se dedicó a contribuir a la reforma de la Iglesia in capite et membris, es decir, «en la cabeza y en los miembros – ha incidido D. Casimiro – para que la Iglesia siguiera siendo presencia viva de Cristo Jesús y de su Evangelio en medio del mundo».
Palabras que han servido al Obispo para recordar, precisamente, lo que celebramos en este Jubileo, «en el que damos gracias a Dios por nuestra Iglesia Diocesana, por todos los dones concedidos y por todos aquellos que nos han precedido en la fe para dejar que el Espíritu actúe en nuestro corazón». Porque este Año de Gracia ha de servirnos para «la conversión personal desde el encuentro con Jesucristo» y así cosechar frutos a través de la evangelización. Desde Cristo Jesús y, siguiendo el ejemplo de San Pablo al comprobar cómo aquellas comunidades cristianas que él había fundado estaban perdiendo identidad cristiana, relatando en su carta a los Gálatas «no soy yo quien vive en mi carne sino Cristo Jesús». Así D. Casimiro ha exhortado al grupo de peregrinos a que «el lugar central lo ocupe Cristo y Jesús vivo para crecer en comunión y salir a la misión».
Jesús es la «fuente personal de nuestra vida cristiana, de nuestras comunidades, de nuestra Iglesia, y la fuente y meta de nuestra misión». Porque, «permaneciendo unidos a Él, como los sarmientos a la vid, se consiguen frutos, pues si no estamos unidos al Señor nuestra vida cristiana desfallece y se va apagando», ha insistido D. Casimiro. Siendo así «los frutos de santidad, de evangelización y de misión serán posibles en la medida que sigamos unidos a Cristo que es la savia que brota y nosotros somos meros colaboradores para llevar la alegría del Evangelio a todos, porque a todos está destinado».
Todo ello, bajo la protección de la Virgen, «pues Ella es quien nos muestra siempre el mejor camino para ser discípulos misioneros del Señor, mirándole a Él, acogiendo su voluntad, dejándose transformar por Él para salir fortalecidos, en comunión, a la misión», ha concluido.
Tras la Eucaristía se ha celebrado una comida de hermandad en una jornada que ha servido también de convivencia y preparación a la organización de los próximos retiros de Emaús que se celebrarán en octubre.
En la víspera de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, fecha en la que se clausuraba esta semana el Año de San José, el apostolado de Emaús adscrito a la Parroquia de la Santísima Trinidad de Castellón, trasladó su actividad semanal al Seminario Redemptoris Mater, en Betxí.
Allí, el rector, D. Pablo Vela, celebró la Eucaristía tras la que, como hacen cada martes en la Parroquia que las acoge, se celebró la Adoración ante el Santísimo Sacramento dejando en manos del Señor las intenciones personales y, especialmente, las de aquellas personas que están atravesando un momento de especial dificultad, rezando el Santo Rosario amparándose en la poderosa intercesión de la Santísima Virgen.
Como cada semana, la actividad de este apostolado, concluyó con una charla que bajo el título. «San José, a ti Dios confió a su Hijo» ofreció el Padre Pablo Vela. A partir del escaso contenido que sobre San José nos cuentan las Escrituras, la meditación se fundamentó «en el combate de José para aceptar el plan que Dios tenía para él». Así, desgranó los momentos cruciales en la vida del padre putativo de Jesús, en los que, siempre con humildad y entrega aceptó la voluntad de Dios. La charla supuso una constante interpelación a las participantes respecto a la confianza, la fe y el pecado para, siguiendo el modelo de José, aceptar el camino de la santidad que Dios ha elegido para cada uno de nosotros y no buscar el modelo de santidad que más se nos acopla.
El apostolado de Emaús, cuyo carisma es «servir y amar» para, siguiendo el ejemplo de Jesús, «llevar la Palabra de Dios y su presencia en nuestra vida a cualquier rincón y persona» inicia ahora la preparación del IV Retiro de mujeres y el II de hombres que se celebrarán durante la primera quincena del mes de marzo.
Las mujeres y hombres del apostolado Emaús se sumaron, el pasado sábado, al «Año de la Familia» convocado por el Papa Francisco a través de una Convivencia con las Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret (Benicàssim) para profundizar en la Exhortación Apostólica «Amoris Laetitia». Con esta Convivencia, pretendemos, dicen desde este apostolado parroquial «afianzar la misión que, como miembros de nuestra propia familia y de la gran familia que es Emaús, Dios nos encomienda a cada uno de nosotros para enfrentar con alegría cada una de las circunstancias que se nos presentan siguiendo el ejemplo de la Familia de Nazaret».
La jornada se desarrolló en la Casa-Convento de las Hermanas de Nazaret, donde el Delegado diocesano para la Pastoral de la Familia y Defensa de la Vida, Luis Oliver, explicó las tres claves fundamentales que trata de trasladarnos el Papa Francisco a través de la Exhortación Apostólica «Amoris Laetitia». El corazón de esta exhortación es que «hemos sido creados por amor y para amar», pero «el amor humano está herido», dijo Luis Oliver, «y a partir de este diagnóstico (estamos enfermos de amor), el Santo Padre nos exhorta a tratar esa herida para sanarla». El Delegado diocesano de Familia y Vida explicó cómo, a través de Emaús, se puede contribuir a «vivir la belleza y la alegría del amor» de la que habla el Santo Padre invitándonos al «acompañamiento, el discernimiento y la integración». En este sentido, dijo, «estas tres claves se dan en el camino hacia Emaús donde Jesús sale a nuestro encuentro».
El «acompañamiento», aseguró, «supone ponerse en los zapatos del otro, escuchar, y comprender», y esto, «requiere mucho sacrificio y mucho amor, pero es necesario crear espacios de acompañamiento, como en Emaús, donde la escucha y la comprensión son fundamentales». Es necesario el «discernimiento, es decir, ayudar al otro a buscar los posibles caminos de encuentro con Dios y de crecimiento en medio de las pruebas para que sepan que, en medio del sufrimiento, no estamos solos». Por último, aludió a la «integración pues la llamada y vocación principal de la persona es el conocimiento de Dios y la comunión plena con Él». «Esa es la misión fundamental de cada uno de vosotros en Emaús», advirtió, pues con alegría y siguiendo al Señor aún en las circunstancias que Dios ha querido para cada uno de vosotros, sois testigos de su amor».
Durante la Convivencia los miembros de Emaús se acercaron más a la Sagrada Familia de Nazaret a través de las Hermanas de esta Congregación fundada por una religiosa polaca en Roma, en 1873, y que, en la actualidad, cuenta con 1.200 profesas en 14 países del mundo, explicó la Hermana Jana Zawieja que ofreció una charla sobre el carisma y la espiritualidad de la Orden, basada en «difundir el amor de Dios entre nosotras y los demás, convirtiéndonos en testigos de este amor y compartirlo». Su misión en España empieza «en esta misma casa, que es una casa abierta, porque lo es de acogida y de encuentro con Dios». Allí se reúnen «en oración y adoración ante el Señor a quien presentamos todas las intenciones y nos unimos en oración en comunión con nuestras hermanas en el resto del mundo para rezar por todas las familias».
Pero esta no es, únicamente, una misión de oración, ya que su actividad apostólica en nuestra Diócesis se ha consolidado, en apenas tres años, teniendo siempre como fundamento el acompañamiento a la familia. Y lo hacen, tal como expuso la Hermana Jana, «en comunión con nuestro Obispo, desde la Delegación diocesana de Familia y Vida, en el COF, en el oratorio del Mater Dei, en la pastoral juvenil en colaboración con la Delegación diocesana de Infancia y Juventud, visitando enfermos, colaborando con Cáritas parroquial y en las catequesis de la Parroquia de Benicàssm». Pero además han desarrollado una intensa actividad de cursos de formación gratuitos dirigidos a mujeres, jóvenes y matrimonios abriendo su casa al encuentro con Dios a todo el que lo desee, incluyendo la dirección espiritual.
Para animar a celebrar este «Año de la Familia«, exhortó a tener la certeza de que «Dios conoce a cada familia y no es ajeno a todo lo que sucede en el entorno de cada familia, de hecho Jesús mismo nace en el seno de una familia que no está exenta del sufrimiento». La misión de Jesús para cada uno es, «una misión de servicio en nuestra casa, en la Iglesia doméstica, y hacerlo desde el encuentro con Él a través de la Eucaristía porque recibiendo a Dios en nuestro corazón, construimos y fortalecemos nuestra fe». La fe es un don, advirtió, «y se fortalece cuando la compartimos con los demás, con nuestra familia primero, pero también con todas aquellas personas pone en nuestro camino porque nuestro testimonio de fe puede ser reparador para alguien pues tal vez la fe viva que tu le transmites sea el único Evangelio que esa persona escuche».
Es una misión «de alegría», porque «para contagiar el Evangelio y la Buena Nueva se necesita cristianos alegres»; es una misión «de bondad y de sensibilidad hacia los demás, especialmente hacia quienes sufren»; y es una «misión de dolor y sufrimiento», pero las lágrimas son una oración poderosa, dijo recordando las del Santa Mónica pues, «de no haber sido por su oración, tal vez San Agustín nunca hubiera sido santo».
La Convivencia concluyó unidos en oración ante el Santísimo expuesto y el Sacramento de la Confesión. Para finalizar compartieron un ágape que sirvió para fraternizar y despedir el curso, que se retomará de nuevo a finales de agosto.
Oración a la Sagrada Familia del Papa Francisco
Jesús, María y José en vosotros contemplamos el esplendor del verdadero amor, a vosotros, confiados, nos dirigimos. Santa Familia de Nazaret, haz también de nuestras familias lugar de comunión y cenáculo de oración, auténticas escuelas del Evangelio y pequeñas iglesias domésticas. Santa Familia de Nazaret, que nunca más haya en las familias episodios de violencia, de cerrazón y división; que quien haya sido herido o escandalizado sea pronto consolado y curado. Santa Familia de Nazaret, haz tomar conciencia a todos del carácter sagrado e inviolable de la familia, de su belleza en el proyecto de Dios. Jesús, María y José, escuchad, acoged nuestra súplica. Amén.
La actividad de verano programada por el Apostolado EMAÚS, adscrito a la parroquia de la Santísima Trinidad, ha incluido una jornada de encuentro con San José, «hombre justo y colaborador», en el Año Jubilar dedicado al humilde carpintero, padre adoptivo de Jesús. Durante la Jornada, que se celebró en el Seminario Mater Dei de Castellón, y en Adoración al Santísimo Sacramento, el rector del Seminario Diocesano Mater Dei, Juan Carlos Vizoso, ofreció una charla del Santo Patriarca siempre «en la sombra pero fundamental para el plan de Dios». Así quiso poner el acento en lo fundamental que es el servicio de Emaús para el Señor, «pues estáis llamadas a estar en la sombra para que Él actúe».
Poco se dice en la Sagrada Escritura sobre el padre en la tierra de Jesús, sin embargo, lo poco que se dice «nos descubre el alma de este servidor en la sombra que nos aporta toda la luz sobre San José». Sirviéndose del Salmo 1, Juan Carlos Vizoso desengranó la definición de «hombre justo que -dijo- es una descripción perfecta y preciosa que nos da una referencia respecto a cómo era el alma de San José: dichoso y bienaventurado». La dicha, «es tener es tener el corazón lleno y saber darle sentido pleno a la propia vida, es tener el futuro esperanzado y de ahí viene el gozo de San José, de complacerse en la ley del Señor, de estar en sintonía con Dios».
Pero San José además de «hombre justo» fue «cooperador». José fue el hombre por medio del cual Dios se ocupó de los comienzos de la historia de la redención, y esa, «es una de las realidades fundamentales de nuestra fe, que Dios puede actuar de manera directa, pero también es capaz de actuar a través de eventos y personas». Como ocurrió con San José, «Dios se sirve de situaciones y personas para decirnos alguna cosa, para iluminarnos en alguna historia, en algún problema o en alguna dificultad y eso quiere decir que esa persona se ha convertido en cooperadora de la Salvación». De esta forma, durante la charla se puso en valor «la confianza que Dios tiene en cada uno de nosotros como cooperadores de la Salvación». En este sentido, se aludió al Concilio Vaticano II para poner de manifiesto que «la voluntad de Dios de santificar y salvar a los hombres no lo fue aisladamente, sin conexión alguna de unos con otros, sino constituyendo un pueblo que le confesara de verdad y le sirviera santamente». Esto mismo se produce sirviendo en Emaús, donde es conmovedor, dijo Juan Carlos Vizoso, «que Dios tenga tal confianza como para poner en nuestras manos esa acción de su gracia y que a través de nosotros Dios pueda actuar para que otro se encuentre con Él».
Las tres cuestiones necesarias para convertirnos en cooperadores de la Salvación son «la oración, el sacrificio y la acción». La oración «es fundamental porque es palanca y sangre nueva que lanzamos a la Iglesia y que llegará como Dios quiera, tal vez a través de la conversión de alguien a quien nunca conoceremos». El sacrificio, pues tal como se advierte en fórmula de la absolución “todo el bien que puedas hacer y el mal que puedas sufrir sea para la salvación” y es que acogiendo desde Dios cualquier dificultad que nos pueda sobrevenir y ofrecerla contribuye a la Salvación. Y, por último, la acción, «pues Dios se ha hecho uno de nosotros y cada persona que se nos pone delante, cada rostro de cada hombre y cada mujer de esta tierra son reflejo de Dios». El servicio en EMAUS, afirmó Juan Carlos Vizoso, «no es más que eso: Señor yo me pongo a cuidarte en el rostro de los demás».
Para terminar, otra de las características de San José fue su capacidad de sufrimiento y de cómo Dios se sirve de la dificultad para actuar en nosotros. En este sentido, dijo el rector del Seminario, «nuestra vida cristiana se identifica mucho con la de San José pues a través de la angustia que sufrió se cumplió la voluntad de Dios, su historia y su proyecto». San José, afirmó Juan Carlos Vizoso, «nos enseña que tener fe en Dios incluye, además, creer que Él puede actuar incluso a través de nuestros miedos, de nuestras fragilidades de nuestra debilidad y que en medio de las tormentas de la vida no debemos tener miedo de ceder a Dios el timón de nuestra barca».
Tras la charla, se rezó el Santo Rosario en presencia del Santísimo y la jornada concluyó con la celebración de una Eucaristía. Las actividades de verano concluirán este próximo fin de semana en una convivencia con las Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret donde se trabajará la exhortación apostólica «Amoris Laetitia» coincidiendo con este Año de la Familia» con el objetivo de profundizar en el servicio del amor que se da en la familia. La actividad arrancará de nuevo la última semana de agosto de cara a la celebración del retiro que se celebrará del 17 al 19 de septiembre.
Las mujeres y hombres del apostolado parroquial «Emaús», adscrito a la Parroquia de la Santísima Trinidad de Castellón, han iniciado las actividades de verano preparatorias para los retiros que se celebrarán en septiembre y octubre. De esta forma, el pasado sábado vivieron una jornada de convivencia en el Convento de Santa Ana de Sant Mateu, junto a las Hermanas Agustinas Contemplativas, con quienes les une una fraternal amistad desde que, en los inicios de Emaús en nuestra Diócesis, se unieran en oración por las vocaciones religiosas y por las conversiones.
En la jornada del pasado sábado se unieron, una vez más, en oración y adoración al Santísimo, «pues Él es el centro, quien nos une en amor fraternal siendo ejemplo y guía en el camino del crecimiento espiritual y de perseverancia en la fe». En el transcurso de la misma, asistidos por el párroco, Rafael Manzaneque, se administró el Sacramento de la Penitencia y, posteriormente, se celebró una Eucaristía en la Iglesia del convento de la Diócesis vecina, donde se elevó oración «por la vida y por las familias» al coincidir la convivencia con la «Jornada de Oración por la vida que cada 17 de mes se celebra en la Diócesis de Segorbe-Castellón y encontrándonos celebrando el Año de la Familia Amoris Laetitia«.
El encuentro supuso para todos los miembros de Emaús, un acercamiento a la vida y obra de San Agustín por ser, las Hermanas Agustinas, «un fiel ejemplo de entrega a la vida contemplativa y de clausura unidas en el amor a Cristo que, perseverantes, buscan a Dios constantemente, pero sobre todo – aseguran desde Emaús – por ayudarnos a comprender el concepto de comunidad desde la perspectiva y la filosofía de la Orden de San Agustín y la búsqueda de Dios en nuestro interior a través del silencio, la oración y la contemplación».
Tras la Eucaristía, se vivió uno de los momentos más especiales de la jornada a través del testimonio vocacional de una de las hermanas del convento que «nos ayudó a todos a comprender la llamada vocacional de la entrega total a Cristo, y un ejemplo sin duda de renuncia total a muchos placeres y falsos dioses del mundo que en tantas ocasiones nos apartan de la fe».
«La voz de Dios es dulzura y suavidad. Pero no puede ser oída a no ser que el hombre silencie en su corazón el ruido y la confusión de este mundo» (San Agustín)»
El próximo encuentro de Emaús será este próximo fin de semana en el Seminario Mater Dei donde, además de la celebración de la Eucaristía y la Adoración al Santísimo, recibirán una charla formativa sobre «San José» coincidiendo este año con el Año Jubilar de San José.
El pasado fin de semana se ha celebrado el II Retiro de Emaús (mujeres) de la Diócesis en el Centro de Espiritualidad de los Carmelitas Descalzos en Desierto de las Palmas. Un total de 31 mujeres han participado en esta experiencia única que se lleva celebrando en España desde el año 2009. De momento, en nuestra Diócesis, este apostolado de laicos ha sido acogido en la Parroquia de La Santisima Trinidad de Castellón.
En esta ocasión, debido a las restricciones de aforo por la pandemia, la disponibilidad de plazas ha estado limitada al 50% lo que ha permitido a las participantes vivir esta experiencia con mucha más intensidad. El Retiro de Emaús, que solo se puede hacer «una vez en la vida» como comenta el equipo coordinador, «consiste en retirarse un fin de semana para tomarse un descanso en el día a día, para encontrarse a si misma, a través de un encuentro personal con Jesús, vivo y resucitado». El Retiro de Emaús «no se cuenta, se vive», aseguró el equipo coordinador ante los familiares que asistieron el domingo pasado a la Misa de clausura del mismo. Y es que este retiro «es un regalo – aseguran – y una experiencia que es única, irrepetible y diferente para cada participante». Los regalos, insisten, «se reciben cerrados y con lazo y proceden siempre de las personas que más nos quieren». Por ello, insistieron, «si vuestras esposas, madres, hermanas, sobrinas os invitan a hacer el Retiro de Emaús – de mujeres o de hombres – aceptarlo como lo que verdaderamente es, un regalo de alguien que os quiere».
De hecho parte del éxito de este retiro es precisamente eso, «en llegar sin esperar ni saber nada, para recibirlo todo». Todas las personas que han hecho el Retiro de Emaús a lo largo de su trayectoria en España, también fueron invitadas a hacerlo sin saber qué ocurre durante el fin de semana, pero «lo que vivimos el fin de semana en Emaús nos dejó un sello tan importante que ha hecho que queramos que otras chicas puedan vivir y recibir, lo que a nosotras se nos regaló».
Una vez se ha hecho el Retiro se invita a todos los participantes a continuar viviendo su fe en el apostolado parroquial «asistiendo a las reuniones semanales precedidas de la participación en la Eucaristía y la Adoración al Santísimo Sacramento que son la base fundamental del apostolado: crear comunidad para vivir la fe y crecer juntos espiritualmente, ayudándonos a afrontar las situaciones difíciles que se nos presentan en la vida con la mirada y las enseñanzas de Jesús».
El mismo domingo, un par de participantes del Retiro dieron testimonio de lo que vivieron durante el fin de semana: «llegué cansada, decepcionada de muchas cosas y con la intención de tirar la toalla, pero hoy me siento alegre, distinta y con mucho entusiasmo para seguir adelante» y tras estas palabras se le vino encima su hija con quien se fundió en un abrazo.
En la Misa de clausura, celebrada por Juan Carlos Vizoso, Rector del Seminario Mater Dei, se anunció el próximo retiro que se celebrará del 17 al 19 de septiembre y, a pesar de estar ya completo y con lista de espera, «confiamos en que la situación de la pandemia mejore y los Carmelitas tengan la casa al 100% de su capacidad». También se anunció el primer Retiro de Emaús para hombres que se celebrará del 15 al 17 de octubre en el Seminario de Segorbe.
Pese a la pandemia, en la Diócesis de Segorbe-Castellón muchas parroquias celebran los «jueves eucarísticos» y en otras, grupos de fieles centran su actividad en la adoración al Santísimo Sacramento, en algunos casos incluyen el rezo de vísperas y del Santo Rosario, en otros se producen cantos de alabanzas (Carismáticos) y los hay también que su adoración es meditada por parte de algún miembro (Hakuna y Emáus).
La Eucaristía es la fuente, el centro y el culmen de toda la vida de la Iglesia. Santo Tomás de Aquino o Santa Teresa de Jesús son, entre otros, dos de los grandes maestros espirituales de la devoción eucarística.
De la Adoración Eucarística el Papa Francisco advierte que «para anunciar a Jesucristo y dar testimonio de la Buena Noticia, es necesario estar junto a Él y vivir una relación intensa con Jesús, una intimidad de diálogo y de vida». Adorarle significa, «aprender a estar con Él, sentir que su Presencia es la más verdadera, la más importante de todas, dándole a Él el lugar que le corresponde, afirmar, y creer que únicamente Él guía verdaderamente nuestra vida».
La historia de la Adoración Eucarística nace en el mismo momento en que Jesús, en la última cena, instituye la Eucaristía. En los primeros siglos, debido a las persecuciones y al no existir templos, la reserva de las especies eucarísticas se realizaba de forma privada y tenía como fin la comunión de enfermos y presos. Ya en el s. VI, el Sínodo de Verdun, manda guardar la Eucaristía en un lugar eminente y honesto y con una lámpara permanentemente encendida.
La Adoración Eucarística por parte de los fieles se realiza dentro de la misma celebración en el momento de la consagración. Este signo claro de adoración aparece prescrito de hecho en las antiguas liturgias y hasta hoy en día, los fieles realizan inclinaciones o se postran de rodillas como signo de adoración. Frente a las herejías y la incredulidad de que Jesús está realmente presente, los principales testimonios de devoción se vivieron en las comunidades religiosas. El próximo mes de septiembre se cumplirán 750 años desde que en Aviñón (Francia) comenzara la Adoración Perpetua al Santísimo Sacramento que se fue extendiendo a todo el mundo. Por otra parte, ya en el s.XIII, la celebración del Corpus implica una procesión solemne de exposición ambulante del Sacramento como una presencia palpable y visible de Dios. Las exposiciones del Santísimo Sacramento se van implantando durante el s.XIV y ya en el XV recibe una acogida popular tan entusiasta que muchas iglesias la practican todos los domingos. Surgen también las cofradías, asociaciones y movimientos que rinden culto de fe, amor y agradecimiento a Cristo en adoración.
El año pasado comenzó con fuerza la organización de los retiros Emaús en la Diócesis. El primero, de mujeres, se llenó rápidamente. Después, el grupo se seguía reuniendo en la parroquia de la Santísima Trinidad de Castellón y se comenzó a preparar el encuentro de hombres… Hasta que llegó la pandemia y el confinamiento. Del 24 al 26 de abril estaba previsto el segundo retiro, que se tuvo de suspender. Se ha trasladado al 16-18 de octubre en el Desierto de las Palmas, confiando que se haya recuperado una normalidad pastoral. Mientras se han comprometido en iniciativas solidarias, como hacer EPIS.
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