Ortodoxos Rusos: “Mártires de Cristo, testigos de la fe”
Este sábado, el Padre Sergiy Prosandeev, párroco de la parroquia ortodoxa del Patriarcado de Moscú, de Valencia, participó en el ciclo de encuentros organizados por la delegación de ecumenismo de nuestra Diócesis que tiene por título Mártires de Cristo, testigos de la fe.
En los albores el siglo XX los soviéticos disfrazaron su política de erradicación de la Iglesia como defensa frente a la contrarrevolución, asegurando que jamás oprimirían la libertad religiosa de eclesiásticos y creyentes normales. En realidad, la Iglesia sufrió en Rusia la mayor persecución sangrienta de su historia. El patrón ruso fue seguido en otros lugares, entre ellos España, plan ya ensayado también en México y con otros matices en distintos países.
El balance de las distintas oleadas persecutorias durante setenta años deja de manifiesto la intencionalidad de eliminar a la Iglesia del panorama social y como prueba de ello los datos del plan de destrucción completa en 1939-1941: De 200 obispos, solo 4 quedaron en libertad; de 117.000 eclesiásticos, quedaron en libertad poco más de 1.000; de las más de 77.000 iglesias, solamente 400 seguían abiertas; ni un solo monasterio quedó de los 478 masculinos y 547 femeninos; desde el Océano Pacífico hasta los Urales no se encontraba una sola iglesia abierta.
Durante muchos años, los cristianos convivieron con el terror y la amenaza de la persecución a causa de su fe. Pero la fe del pueblo no pudo serles arrebatada. Contra todo pronóstico, el año 1988, en la celebración del Bautismo e Rus y el fin de la persecución, las ruinas fueron devueltas a la Iglesia y los fieles que habían permanecido en las catacumbas salieron a la calle expresando su fe en Cristo muerto y resucitado.
Después de la exposición del Padre Sergiy se abrió un turno de preguntas, sesión muy participada por todos. Al finalizar almorzaron juntos y muy agradecidos dieron gracias a Dios por el testimonio del martirio de los Hermanos de la Iglesia Ortodoxa Rusa. Se trata de profundizar en el ecumenismo de la sangre, concepto muy querido por el Papa Francisco.
Encuentros de este tipo nos ayudan a conocer la realidad histórica y vivencial de las Iglesias Hermanas y a valorar también su contribución a la causa del Evangelio. Las diferencias propias de la confesionalidad dan paso a lo que es común a las mismas. La experiencia de la persecución unió a cristianos en los campos de concentraron y exterminio, haciendo caer en la cuenta que al final es mucho más lo que nos une que aquello que nos separa.