Un grupo de 90 jóvenes del Camino Neocatecumenal, pertenecientes de la parroquia de Santo Tomás de Villanueva de Castellón, realizó una peregrinación vocacional al sureste de Francia. Durante una semana, acompañados por su párroco, D. Enrique Martínez, junto con otros sacerdotes y catequistas, visitaron varios lugares de gran importancia religiosa.
Del 27 al 31 de agosto visitaron el sur de Francia para rezar ante los restos de María Magdalena, Lázaro y Marta, figuras centrales en la tradición cristiana: y también visitaron Cotignac, un lugar destacado por ser el sitio de la única aparición de San José reconocida oficialmente por la Iglesia Católica. Al regresar, los peregrinos expresaron sentirse renovados y llenos de entusiasmo para comenzar la evangelización en este nuevo curso.
Los fieles de la Basílica El Salvador de Burriana, acompañados por D. Pedro Miguel Cid Requena, han peregrinado a Roma y Asís en acción de gracias a San Juan Pablo II, quien, a través de su secretario D. Angelo Sodano, permitió la Coronación Pontificia de la Patrona de Burriana, la Virgen de la Misericordia, hace ya 25 años.
Durante su visita a Roma, los peregrinos recorrieron la Basílica de San Pedro, los Museos Vaticanos y la Capilla Sixtina. Celebraron una solemne Eucaristía en la Capilla de Nuestra Señora de la Misericordia, situada en la zona de las criptas vaticanas.
En Asís, visitaron la Basílica de Santa Clara, la Basílica de San Francisco y la urna que contiene el cuerpo del beato Carlo Acutis. También celebraron una Eucaristía en el oratorio de la Basílica Papal de Santa María de los Ángeles de la Porciúncula, donde San Francisco elevaba sus oraciones a Dios.
El itinerario en Roma incluyó las Catacumbas de San Calixto, la Basílica de San Juan de Letrán, el Baptisterio de Letrán, la Basílica de San Clemente de Letrán y el Santuario de la Escalera Santa. En la Basílica de San Pablo Extramuros, celebraron la Eucaristía en la Capilla de San Benito. También visitaron el Monasterio Benedictino de la Abadía de Tre Fontane, lugar del martirio de San Pablo, y las basílicas de Santa María in Trastevere, Santo Stefano Rotondo, los Cuatro Santos Coronados y Santa Maria in Domnica.
Los peregrinos también se dirigieron a la Basílica de San Lorenzo Extramuros, donde descansan los restos de San Lorenzo, San Esteban y los papas Hilario y Pío IX, y visitaron las basílicas de la Santa Cruz en Jerusalén y de Santa María la Mayor, donde celebraron la Eucaristía en la Capilla Cesi.
La última visita fue para celebrar la Eucaristía en la Capilla del Santísimo Sacramento de la Basílica de San Pietro in Vincoli, donde pusieron el punto y final al itinerario de los peregrinos de Burriana.
Ayer regresaron los enfermos, peregrinos y hospitalarios que han participado en la peregrinación diocesana de la Hospitalidad de Lourdes al Santuario francés.
Han sido cinco intensos días que se han preparado como un camino pastoral y catequético que ha tenido como eje central el mensaje que le dio la Santísima Virgen a Bernardita: «Vaya a decir a los sacerdotes que se venga aquí en procesión». Unas palabras que se han dirigido a cada uno de los participantes de esta 66 edición de la peregrinación de nuestra Diócesis.
Casi 500 personas entre enfermos, peregrinos, hospitalarios y sacerdotes han vivido en comunión el encuentro con la Virgen María y, de su mano, con su Hijo, como ha repetido en varias ocaciones durante estos días nuestro Obispo.
Han sido días de oración, de meditación, de reflexión y también de reconciliación que ha abierto los corazones a la gracia del Señor y que viene a culminar un curso pastoral que, habiendo estado centrado en el Primer Anuncio, ha llevado al encuentro con el Señor a tantos necesitados de su misericordia, aún sin saberlo.
Todas y cada una de las celebraciones se ha vivido con intensidad y devoción, lo que ha permitido fortalecer la fe y renovar la esperanza para seguir caminando, como peregrinos, en esta vida que nos llevará, algún día, a la plenitud del amor.
La peregrinación de la Hospitalidad Diocesana de Lourdes se ha preparado a nivel pastoral como un encuentro comunitario bajo el prisma del lema basado en el mensaje de la Virgen a Bernadita: «Vaya a decir a los sacerdotes que se venga aquí en peregrinación».
De esta forma, desde que anoche los peregrinos llegaran al Santuario de Nuestra Señora del Lourdes, además de las diferentes celebraciones que están programadas, se han incluido varios gestos con el objetivo de recorrer juntos un camino pastoral para hacer propio este mensaje, profundizar en él y ponerlo en práctica.
A nivel catequético tiene un profundo valor pues juntos, en peregrinación, la Hospitalidad Diocesana de Lourdes, cumple a la llamada que en su día hizo a Santa Bernardita.
El gesto de la Roca
Esta mañana, tras la Eucaristía en la gruta que ha presidido el Obispo de Segorbe-Castellón y previo al paso por la misma, los peregrinos se han dirigido al otro lado del río, y frente a la Virgen, muy próximos al mismo lugar donde Bernardita recibió el mensaje ha realizado el gesto de la Roca cuyo objetivo ha sido preparar los corazones para que la visita a la gruta, lo fuera también como una peregrinación al interior de cada corazón.
El Evangelio de Mateo (16, 13-19) ha servido como punto de referencia para la meditación que ha invitado a los participantes a pasar por la gruta como Iglesia Diocesana. Se han persignado ante el manantial, han tocado la roca y, abriendo el corazón a la Virgen, le han confiado sus intenciones.
El Gesto de la Luz
Esta tarde, tras la celebración de la Penitencial y el Sacramento de la Reconciliación se ha celebrado el gesto de la Luz. En el lucernario frente a la gruta, Mons. Casimiro López Llorente, Padre y Pastor ha encendido una vela por las intenciones del pueblo de Dios de Segorbe-Castellón. De esta forma nos ha hecho partícipes de la misma experiencia de Bernardita, quien llevó una vela en 15 de las 18 apariciones de la Virgen.
La vela es una expresión concreta de la fe de cada peregrino y, al colocarla, entre otras muchas, se sabe miembro de pleno derecho de la Iglesia, estando llamado a ser misionero de la gracia del Santuario.
El programa de la peregrinación de la Hospitalidad Diocesana de Lourdes ha incluido esta tarde, en la Capilla de Santa Bernardita, la celebración de una penitencial en la que ha participado la totalidad de peregrinos, tanto enfermos como hospitalarios.
Misericordia Señor, hemos pecado
Así reza el Salmo que se ha pronunciado tras la Liturgia de la Palabra (2 Cor, 5, 17-21). Previamente, el Obispo de Segorbe-Castellón ha introducido a los penitentes, reunidos en el Santuario y unidos en esta peregrinación «como Iglesia Diocesana que para el encuentro con el Señor de las Manos de María». Así se ha hecho patente la devoción del pueblo peregrino de Segorbe-Castellón, especialmente la de los enfermos que son acogidos por la Madre de Dios, invitándonos a todos a confiar.
D. Casimiro ha exhortado a «abrirse a la gracia de Dios» a partir de la lectura del Evangelio teniendo muy presente, ha dicho el Obispo, «las palabras que la Virgen María dijo a Bernardita: penitencia, penitencia, penitencia» y siguiendo esa llamada maternal, los ha invitado a vivir la celebración.
Tras la proclamación de la Palabra, la homilía del Obispo se ha centrado en el amor de Dios. Por puro amor de Dios, ha dicho, «hemos renacido a la vida como hijas e hijos de Dios para que, caminando tras Jesús, y cumpliendo el mandamiento nuevo del amor, lleguemos a la perfección del amor, que es la santidad».
Como peregrinos frágiles de esta vida terrenal, ha matizado D. Casimiro, «esta tarde se nos ofrece la posibilidad de reconciliarnos con Él y a abrazar nuestro corazón para que acojamos su amor misericordioso». El Obispo de Segorbe-Castellón se ha referido a los momentos de dificultad que acontecen en nuestras vidas, bien por enfermedad o bien porque nos alejamos de Dios y dejamos de vivir esa relación filial con el Padre y «ofendemos a los demás con palabras, obras o pensamientos». Pero Él, ha remarcado D. Casimiro, «nunca nos abandona y nos espera con su amor misericordioso de Padre».
Y esa misma misericordia a la que hacía alusión D. Casimiro, es la que ha acogido el corazón de todos cuantos han participado del Sacramento de la reconciliación, que ha sido administrado por los sacerdotes diocesanos que desde ayer están participando también en la peregrinación diocesana de la Hospitalidad de Lourdes.
La celebración ha concluido con la acción de gracias «por el don del perdón recibido» y cantando las maravillas que el Señor hace en cada uno de nosotros con el rezo del Magníficat
La peregrinación diocesana a Lourdes ha arrancado esta mañana con la celebración de la Misa en la Gruta que ha estado presidida por Mons. Casimiro López Llorente y concelebrada por el Obispo de Ciudad Real, así como por una nutrida representación de sacerdotes de las dos Diócesis, y los de Mérida-Badajoz.
Tras la liturgia de la Palabra, D. Casimiro se ha dirigido en primer lugar a los enfermos, y no solo a los de nuestra Diócesis, sino a tantos otros que se han sumado a la celebración procedentes de diferentes puntos acogiendo la invitación de la Virgen a Bernardita para trasladar el mensaje a los sacerdotes y que se construyera una capilla y vinieran aquí en procesión. Así reza el lema de este año como ha señalado nuestro Obispo, «viniendo hasta aquí, a la gruta, como Iglesia, para sentir la presencia de Dios en nuestras vidas, de la mano de María».
La peregrinación, ha dicho nuestro Obispo, es venir al encuentro con María, para de su mano, encontrarnos con su Hijo, que es el camino, la verdad y la vida». Un encuentro personal, ha matizado D. Casimiro, «que transforma nuestra vida, y nos da aliento y esperanza». Ella, que es Madre, ha proseguido el Obispo, «es la intercersora hacia el encuentro sanador con el Señor, que nos anima a caminar y a no desfallecer».
El Obispo ha exhortado a «dejarnos encontrar por el Señor para que transforme nuestro corazón para no desfallecer en el desaliento, en la enfermedad o ante cualquier dificultad». De la mano de la Virgen, ha continuado D. Casimiro, «también revivimos nuestro Bautismo en el que fuimos purificados de nuestros pecados, pero sobre todo se nos dio la amistad, el amor, la comunión con Dios y con los hermanos».
Se ha referido también a otros momentos clave que se van a celebrar durante la peregrinación como el Sacramento de la Reconciliación «para recuperar el amor de Dios en nuestra vida». El Señor «es la roca firme» ha dicho D. Casimiro, sobre la que se puede construir nuestra vida, exhortando a los presentes a acoger también «la luz de Cristo que es también luz para el mundo».
El mejor y el mayor deseo de la Virgen para cada uno de nosotros «es que sintamos su compañía maternal que está llena de cariño y de misericordia, pero sobre todo, que de sus manos, vayamos a Él, a Cristo Jesús que es vida para el mundo, y allá donde nos encontremos seamos también testigos de la esperanza que no defrauda».
Para concluir ha invitado a «acoger a María en nuestro corazón y dejémonos acompañar, alentar y acariciar por ella, para de sus manos, llegar a su Hijo».
Tras la bendición, D. Casimiro ha presentado a la Virgen a los más pequeños.
Gesto de la Roca
Tras la Eucaristía, los peregrinos se han desplazado hasta el otro lado del río y frente a la gruta han vivido el «gesto de la roca» que, junto a otros gestos que se van a vivir en estos días de peregrinación conforman una propuesta de celebración con el objetivo de preparar los corazones para que la visita a la gruta sea una verdadera peregrinación interior y no solo una visita.
De esta forma, el «Gesto de la Roca» ha constado de dos partes: un tiempo de oración tras la Misa y que, a modo de catequesis, ha servido de preparación para la visita a la gruta que se ha celebrado a continuación. Ha estado dirigido por el Consiliario de la Hospitalidad, D. José Luis Valdés, que ha recordado como en este mismo lugar Bernardita aceptó la invitación de la Madre de Dios de acudir al mismo lugar durante quince días consecutivos.
Justo en la Gruta que han visitado después, se encuentra el manantial y la roca sobre la que se construyó la Basílica de la Inmaculada Concepción. Tras un momento de meditación y reflexión, enfermos y hospitalarios se han dirigido a la Gruta acompañados por nuestro Obispo que a los pies de la Virgen recibía una a uno dándoles su bendición.
El pasado miércoles 3 de abril se inició la peregrinación organizada por Casa de Misericordia, asociación encargada de ayudar a evangelizar y acompañar a niños y jóvenes, con destino a Llucena, pasando por Sant Joan de Moró y Les Useres.
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El grupo, formado por más de 100 jóvenes entre los 12 y 18 años procedentes de distintos puntos de la Diócesis, estuvo acompañado de 25 monitores, familias, jóvenes universitarios que ya habían vivido la experiencia en el pasado, y D. Juan Carlos Vizoso, Rector del Seminario Mayor Mater Dei y consiliario de la asociación.
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Los momentos de espiritualidad se centraron desde la lectura y reflexión del final del Evangelio de San Juan, con el encuentro de María Magdalena con Jesús, hasta la profundización en las heridas de cada joven en sus cinco sentidos, viendo como la presencia de Dios puede sanarles y experimentar un encuentro privilegiado con Jesucristo resucitado en medio de su situación.
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La alegría pascual fue la columna vertebral que llevó a los jóvenes a caminar durante toda la peregrinación viendo en el otro la presencia de Dios, que se hace cercano y camina a su lado como un peregrino más.
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El sábado, más de 200 personas – entre las cuales se encontraban las familias de los jóvenes que pudieron subir – se reunieron en Llucena para terminar la peregrinación con una comida. El agradecimiento y la alegría que brota de cada una de las caras de estos jóvenes nos hacen ver la importancia de la misión y el servicio de los demás, reconociendo donde está la verdadera Vida.
La peregrinación, organizada por Casa de Misericordia, asociación encargada de acompañar y formar a jóvenes, se inició en Castellón, el pasado miércoles desde el Seminário Mater Dei. Vilafamés y Benlloch acogieron en sus instalaciones a este numeroso grupo de peregrinos en las dos primeras etapas. El día grande se vivió el viernes con la llegada a Torreblanca acudiendo a la Ermita del Santo Cristo del Calvario a pedir la gracia meditada en el camino.
El grupo formado por casi 100 jóvenes, entre los 12 y 18 años, procedentes de distintos puntos de la Diócesis, estuvo acompañado de 20 monitores, formado por familias, jóvenes universitarios que ya habían vivido la experiencia en el pasado, dos hermanas de la Sagrada Familia y por D. Juan Carlos Vizoso, rector del Seminario Mayor Mater Dei y consiliario de la asociación.
Los momentos de espiritualidad se centraron desde la lectura y reflexión del final del Evangelio de San Mateo, hasta la presencia de Dios en la vida concreta de cada joven, para poder experimentar un encuentro privilegiado con Jesucristo resucitado en medio de su situación.
La alegría pascual fue la columna vertebral que llevó a los jóvenes a caminar durante toda la peregrinación viendo en el otro la presencia de Dios, que se hace cercano y camina a su lado como un peregrino más.
D. Nuno Vieira, párroco de Torreblanca, saludó y dio la bienvenida a los participantes del evento al finalizar la eucaristía de la tarde. El culmen de este recorrido se vivió la noche del viernes en la iglesia parroquial donde rezaron completas delante del Santísimo Sacramento.
El sábado más de 200 personas – entre las cuales se encontraban las familias de los jóvenes que pudieron subir – se reunieron en las mismas instalaciones cedidas por el ayuntamiento de la localidad, donde habian pernoctado, para terminar la peregrinación con una comida conjunta.
El agradecimiento y la alegría que brota de cada una de las caras de estos jóvenes nos hacen ver la importancia de la misión y el servicio de los demás, reconociendo donde está la verdadera Vida.
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