Me llamo José Sales Vicent, tengo cuarenta y nueve años y provengo del seno de una familia rural humilde en lo económico, pero rica en valores cristianos.
Deciros antes de nada, que el hecho de querer compartir públicamente mi testimonio de vida, no tiene ningún trasfondo egocéntrico ni afán de protagonismo (Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro señor Jesucristo), más bien se trata de exteriorizar un sentimiento a través del cual, poder aportar a otras personas, desde la sencillez de corazón y naturalidad, mis experiencias vitales más relevantes, desde el punto de vista de la fe, y agradecer al creador, todo lo que ha hecho y hace por mí, en especial las veces que siento que me ha salvado la vida (un atropello de coche, caídas de cabeza dentro de un depósito de agua y otra desde lo alto de una higuera, una operación de apendicitis, tres complejas intervenciones de tabique nasal, la rotura de hombro y dedo, el haber sabido sobrellevar una grave enfermedad congénita, y de todas las peligrosas intervenciones que desde hace veinticuatro años, he ido realizado durante mi carrera profesional como Policía Local.
Fui bautizado al poco de nacer, presentado y pasado por el manto de Nuestra Señora la Virgen del Pilar de Zaragoza, tomé la primera comunión y poco después me convertí en monaguillo de la parroquia de mi pueblo. Fui lector de misa y entré a formar parte de la Adoración Nocturna Española durante un tiempo. Desde pequeño, la vida de Jesucristo y sus enseñanzas, me fascinaron de una manera especial. Preparaba la Navidad con una devoción inmensa, al igual que la Pascua de Resurrección.
En mi memoria aún subyacen los recuerdos de las noches y días enteros en los que ayudaba a mi abuela paterna, a elaborar buñuelos y “orelletes”, para recaudar fondos destinados al DOMUND. De los abuelos maternos recuerdo su bondad (pese a tener tres hijos/as y un sólo jornal para mantener a cinco personas) aún adoptaron durante años, a una niña que no podía ser criada por su familia biológica por haber fallecido su madre, y emigrado su padre en busca de trabajo.
Y de mis padres, tengo presente las dificultades por las que han pasado a nivel económico y de salud, para que la familia saliera adelante y poder darme una educación y estudios académicos. Aún recuerdo los viajes para asistir a la “Pasión de Ulldecona” y a ver la Ópera Rock “Jesucristo Superstar” (tres veces fui a verla). También mis primeras peregrinaciones al Santuario de la Cueva Santa de Altura, a la Virgen del Carmen de Onda, a San Cristóbal de Alcora, a la Pepeta etc… Conforme iba creciendo, también lo hacía mi devoción por el Santísimo Cristo del Calvario de Artana (pueblo de mi padre), y por el Santísimo Cristo de la Piedad de Betxí (pueblo de mi madre).
Se terminó la infancia (desapareciendo con ella la limpieza de corazón) y llegó la confirmación y con ella, las típicas crisis aparejadas a la adolescencia, los cambios a nivel psicosomático, la búsqueda de sensaciones y de una felicidad más centrada en darle gusto a los sentidos que en darle sentido a los gustos, principalmente en el contexto de un ocio nocturno donde imperaba la autodestrucción del abuso del alcohol y las drogas, la erotización despersonalizada, la dispersión en vez de la reflexión, el vacío de valores y utilitarismo moral, la confusión entre deseo y querer, la apariencias etc…
La vida me ofrecía la libre elección entre el bien o el mal, el día o la noche, la luz o la oscuridad, entrar por la puerta ancha o la estrecha, edificar sobre roca o sobre arena, la cantidad o la calidad etc. El resultado de todo ello fue la pérdida de la paz, los fracasos, las dudas, los miedos, los pecados que expiar y las penitencias que cumplir. Paralelamente pasé por momentos de profunda tristeza, al ver partir a la Casa del Padre, a familiares y amigos a los/as que quería con todo mi corazón y con toda mi alma.
Realicé tres veces el Camino de Santiago, una vez el Camino de Santo Toribio de Liébana (donde adoré el Lignum Crucis y entré por la puerta del perdón), fui con la Peregrinación Diocesana, al Santuario de Nuestra Señora de Lourdes en Francia, estuve en Cuatro Vientos con el Papa San Juan Pablo II, participé en convivencias en los Conventos de los Carmelitas Descalzos del Desierto de las Palmas de Benicasim y de los Carmelitas Calzados de Onda, y también permanecí un tiempo con los monjes y frailes Cistercienses, en el Real Monasterio de Santa María de Poblet.
Estuve estudiando en la Universidad de Navarra, psicología de la afectividad, inteligencia emocional y educación sexual. Decidí dejar atrás el hombre viejo y ser un hombre nuevo que viviera en presencia del Altísimo, teniendo claro que las personas somos templo del Espíritu Santo, que la única luz del mundo es Jesucristo, camino, verdad y vida, y que no quería que nada volviera a separarme del amor de Dios.
A nivel profesional, después de terminar mi formación académica en la Universidad Jaume I de Castellón, en la Universidad Politécnica de Valencia y en la UNED, fui recolector de naranjas, trabajé en una fábrica de azulejos y finalmente aprobé la oposición de agente de Policía Local.
La providencia me ha llevado a trabajar desde el año 1998, en cuatro municipios y ciudades de la provincia de Castellón, intentando siempre, dar lo mejor de mí en beneficio del bien común e interés general, tanto desde el ámbito de la seguridad ciudadana como en calidad de profesor de educación vial en colegios e institutos, ayudando a toda la gente que estuvo a mi alcance, en su camino hacia la obtención del “carné de persona” (llevar a la práctica lo de hacer a los/as demás, aquello que queremos que nos hagan a nosotros/as, y dejando de hacer, lo que no queremos que nos hagan a nosotros/as).
En mi tiempo libre compatibilizaba la presidencia de una asociación cultural (sin ánimo de lucro y solidaria) de mi pueblo, con el voluntariado en el Proyecto Amigó de Castellón, impartiendo conferencias básico-informativas sobre drogodependencias.
A modo de anécdota, citar las raíces genéticas que tenía en ese ámbito, ya que un antepasado mío que vivió entre finales del siglo XIX y principios del XX, el Doctor Miguel Gallart Traver, fue la persona que extrapoló a nuestro país, las “Sociedades de Templanza” inglesas, siendo además, el fundador de la “Liga Antialcohólica Española” y del periódico “El Abstemio”. En internet está su biografía.
Desde el año 2000 hasta la actualidad, no he parado de sembrar en conciencias de responsables políticos, sociales, culturales y mediáticos, proyectos de “Alternativas de Ocio y Tiempo Libre”, los cuales están en la línea y espíritu de lo promovido desde el año 1997, por la Asociación “Abierto Hasta el Amanecer” de Gijón, respondiendo a mi llamada apostólica en ese ámbito, y contribuir así, a la salvación de todas las almas posibles, luchando por paliar una pobreza existencial (la de nuestro primer mundo), mucho peor que la pobreza material (del tercer mundo). Decía la Santa Madre Teresa de Calcuta, que en esta vida hay mucho trabajo que hacer por los/as demás, y que para descansar tendremos toda la eternidad.
Como colofón a toda esta trayectoria humana, pedagógica y profesional, y siguiendo mi gran afición por la escritura (ya con doce años obtuve el Diploma de Honor del concurso de redacción que organizaba el Ayuntamiento de mi pueblo), el año 2020 publiqué el libro “Policía y Sociedad Postmoderna: Análisis sociológico, ético y moral de la sociedad actual” junto con Ediciones Albores de Sevilla, el cual recoge todo el bagaje intelectual acumulado y experiencia vital, a través del estudio de la Sociología, Ética y Moral y Psicología, con la finalidad de incentivar en el lector/a, la capacidad de profundización y pensamiento especializado, ofreciendo además de información, formación.
Hacer constar que dicha obra, fue homologada como curso profesional, siendo impartido por mí, en calidad de profesor colaborador del IVASPE (Instituto Valenciano de Seguridad Pública y Emergencias de la Generalitat Valenciana), con el título oficial de “Ética y Deontología Policial”.
Detrás de ese proyecto literario, se encuentra una invitación al lector/a, a adoptar un estilo de vida basado en la empatía, asertividad, responsabilidad individual, coherencia integral y autenticidad). No obstante y pese a los esfuerzos por querer mejorar el mundo, tanto a nivel personal (desde mi vocación matrimonial) como profesional (en calidad de miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad), pienso que todo está en manos del Señor, que yo sólo soy un humilde trabajador de su viña, y que con mis defectos y limitaciones, me encomiendo a nuestra madre la Virgen María, para ser digno de alcanzar, las promesas de nuestro señor Jesucristo. Amen.