D. Casimiro exhorta a los sacerdotes a hacer «memoria agradecida del don recibido de Cristo y de la presencia permanente del Espíritu»
La S. I. Catedral de Segorbe ha acogido esta mañana la Santa Misa Crismal
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Mons. Casimiro López Llorente ha presidido esta maña la Santa Misa Crismal, que ha tenido lugar en este Lunes Santo en la S. I. Catedral de Segorbe, y a la que ha asistido el presbiterio de Segorbe-Castellón, a quienes se ha sumado una nutrida representado de los fieles.
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La importancia de la celebración reside en que el pueblo de Dios, formado por las vocaciones cristianas que conforman la Iglesia: sacerdotes y diáconos, consagrados y laicos, se reúnen junto a su Obispo, para manifestar la comunión existente entre él y sus presbíteros, en el único y mismo sacerdocio y ministerio de Cristo, así como para bendecir los óleos de los catecúmenos y de los enfermos y para consagrar el santo Crisma.
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«El Espíritu del señor está sobre mi»
El Crisma consagrado recuerda el misterio de la unción sagrada de nuestro bautismo y nuestra confirmación, así como la unción de la ordenación sacerdotal; una unción, ha recalcado D. Casimiro, «que marca para siempre la persona y la vida de todo cristiano, y que marca para siempre especialmente nuestra persona y nuestra vida de presbíteros y de obispo». Por ello, cada uno de los presentes puede decir de sí en verdad: “el Espíritu del Señor está sobre mí”, ha enfatizado el Obispo de Segorbe-Castellón.
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Durante la homilía se ha dirigido especialmente a los sacerdotes a quienes ha exhortado a hacer «»memoria agradecida del don recibido de Cristo y de la presencia permanente del Espíritu». Durante la celebración, los sacerdotes han renovado sus promesas sacerdotales y el Espíritu Santo, se ha referido D. Casimiro, «es la fuente de la que surgirá una renovada alegría y un renovado impulso apostólico, el bálsamo que sanará nuestras heridas y pecados, y la luz que nos guiará en la renovación pastoral y misionera».
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Un Espíritu, ha continuado el Obispo, que «es la fuerza que nos sustenta y alienta en nuestras luchas y dificultades, ante la tentación de la tibieza, de la mediocridad y del desaliento». Mons. Casimiro López se ha referido así a las tentaciones sobre las que alerta el papa Francisco: «la del compromiso, la de los sucedáneos y la del desánimo» replegándose sobre sí mismos siguiendo adelante desmotivados. Por ello les ha animado «a ser fieles a la misión encomendada por Dios como ministros servidores, de la Palabra, el Verbo de Dios hecho carne, y de su Evangelio» y «a cuidar con esmero nuestra unión y relación con Cristo».
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Del mismo modo ha recordado que han sido ungidos» para entregar nuestra vida al anuncio de la Palabra de Dios a los pobres, a los que sufren, siguiendo el ejemplo de Cristo». En este sentido, ha insistido que «anuncio de la Palabra ha de ir refrendada por nuestro actuar sincero y coherente» porque tal como ha refrendado «la Palabra tiene fuerza de convicción cuando anida en nuestro interior mediante la oración y brilla con pulcritud en nuestra vida», exhortándolos a ser «dóciles a la unción del Espíritu Santo».
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Respecto a la renovación de las promesas sacerdotales, el Obispo de Segorbe-Castellón, les ha insistido en la necesidad de «recordar y testimoniar de modo creíble que sólo Dios en Cristo es la verdadera riqueza que llena de alegría el corazón y de sentido a la existencia». En Él, ha concluido, «está la alegría profunda que las promesas del mundo no pueden dar».