Te adoramos Señor y te bendecimos porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo
Vía Crucis meditado por el Obispo en la Concatedral de Santa María, en Castellón
A las 11 de esta mañana se ha celebrado, en la Concatedral de Santa María, en Castellón, el Vía Crucis de nuestro Señor Jesucristo recorriendo espiritualmente las calles de Jerusalén hasta el Santo Sepulcro. En la Monición inicial, Miguel Simón, párroco de Santa María ha recordado que el Vía Crucis está históricamente vinculado a los sitios que Jesús recorrió, sin embargo, ha dicho «hoy día ha sido trasladado también a muchos otros lugares, donde los fieles del Divino Maestro quieren seguirle en espíritu por las calles de Jerusalén». Habitualmente en nuestras iglesias las estaciones son catorce, como en Jerusalén entre el pretorio y la Basílica del Santo Sepulcro y, en este recorrido hoy, ha pedido, «tengamos presentes de modo especial a cuantos cayeron bajo la cruz del dolor, de la marginación y de esta pandemia que sufrimos».
En el Vía Crucis han participado también los vicarios parroquiales, Ángel Cumbicos y David Barrios, así como el Diácono, Daniel Cortesi y el acólito Raúl Engonga, además de los numerosos fieles que, desde sus bancos (tal como decretó el Obispo en las disposiciones generales para las celebraciones de esta Semana Santa) han meditado y rezado junto a D. Casimiro. Al órgano, entre estación y estación, Augusto Belau, organista titular de la Concatedral de Santa María.
1ª. Estación: Jesús es condenado a muerte – Evangelio según san Mateo. Mt 27, 22-23
La meditación del Obispo ha resaltado la condena a muerte de Jesús «porque el miedo al qué dirán ha sofocado la voz de la conciencia». Sucede así a lo largo de la historia donde los inocentes son maltratados, condenados y asesinados. D. Casimiro ha interpelado a las veces que «hemos preferido también nosotros el éxito a la verdad, nuestra reputación a la justicia» y ha pedido «fuerza en nuestra vida a la sutil voz de la conciencia, a tu voz, para que tu mirada penetre en nuestras almas y nos indique el camino en nuestra vida».
En esta primera estación se ha pedido por los médicos y los sanitarios que también entregan su vida al servicio de los enfermos.
2ª Estación: Jesús carga con la cruz a cuestas – Evangelio según san Mateo. Mt 27, 27-31
Habiéndose dejado escarnecer y ultrajar, el Obispo ha instado a «no unirnos a los que se burlan de quienes sufren o son débiles y a reconocer el rostro de Jesús en los humillados y marginados; a no desanimarnos ante las burlas del mundo cuando se ridiculiza la obediencia a la voluntad de Dios». «Danos fuerza para aceptar la cruz, sin rechazarla – ha enfatizado D. Casimiro- ante las dificultades de la vida y anímanos a recorrer el camino del amor y, aceptando sus exigencias, alcanzar la verdadera alegría».
En esta segunda estación se ha pedido por los niños y los jóvenes, para que les sepamos acompañar en estos días y sepan vivir en esta situación de emergencia sanitaria.
3ª. Estación: Jesús cae por primera vez – Del libro del profeta Isaías. Is 53, 4-6
Ante el peso de la cruz que hizo caer a Jesús, está «nuestro pecado y nuestra soberbia que no hace más que mancillar cada vez más profundamente la dignidad humana pensando que podemos transformar al hombre en una especie de mercancía, que puede ser comprada y vendida, una reserva de material para nuestros experimentos, con los cuales esperamos superar por nosotros mismos la muerte». «Ayúdanos Señor a renunciar a nuestra soberbia destructiva y, aprendiendo de tu humildad, a levantarnos de nuevo».
En esta tercera estación, Jesús carga con nuestros sufrimientos, nuestro dolor y nuestro pecado, por ello el Obispo ha pedido «perdón por nuestra maldad» y que nos ayude «a levantarnos».
4ª. Estación: Jesús se encuentra con su madre – Del Evangelio según san Lucas. Lc 2, 34-35. 51b
D. Casimiro ha reflexionado sobre la fidelidad de Santa María, Madre del Señor que habiendo creído ante el anuncio del Ángel aquello que parecía increíble – ser la madre del Altísimo – «también has creído en el momento de su mayor humillación» convirtiéndose en la Madre de los creyentes, Madre de la Iglesia.
En esta estación se ha pedido la protección de María, como madre, de todos aquellos a los que en su trabajo se arriesgan por estar al servicio de los demás.
5ª. Estación: El Cireneo ayuda a Jesús a llevar la cruz – Del Evangelio según san Mateo. Mt 27, 32; 16, 24
Habiendo abierto los ojos y el corazón al Cirineo, y la gracia de la fe al compartir la cruz, «ayúdanos a socorrer a nuestro prójimo que sufre y danos la gracia de reconocer como un don el poder compartir la cruz de los otros y experimentar que así caminamos contigo».
En esta quinta estación, el Obispo ha pedido «por las religiosas y religiosos que, fieles a su vocación, están al servicio de los demás, especialmente en estos momentos».
6ª. Estación: La Verónica enjuga el rostro de Jesús – Del libro del profeta Isaías. Is 53, 2b-3 y del libro de los Salmos. Sal 26, 8-9
El Obispo ha pedido «la inquietud del corazón que busca tu rostro» y la protección «ante la oscuridad del corazón que ve solamente la superficie de las cosas» para obtener «la sencillez y la pureza que nos permiten ver tu presencia en el mundo».
D. Casimiro ha pedido «que la iglesia sea imagen pura» de Jesús, «en medio del mundo estando al lado de los pobres y los que sufren».
7ª. Estación: Jesús cae por segunda vez – Del libro de las Lamentaciones. Lam 3, 1-2. 9
Jesús cae por nuestro peso y continúa llevándolo. «En lugar de un corazón de piedra danos de nuevo un corazón de carne, un corazón capaz de ver, no permitas que el muro del materialismo llegue a ser insuperable. Haz que te reconozcamos de nuevo. Haznos sobrios y vigilantes para poder resistir a las fuerzas del mal y ayúdanos a reconocer las necesidades interiores y exteriores de los demás», ha meditado el Obispo, que en esta estación ha pedido fortaleza ante la pandemia, la enfermedad y las dificultades económicas, laborales y sociales.
8ª. Estación: Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén – Del Evangelio según san Lucas. Lc 23, 28-31
Jesús nos llama a superar una concepción del mal como algo banal, con la cual nos tranquilizamos para poder continuar nuestra vida de siempre. «Haz que caminemos junto a ti sin limitarnos a ofrecerte solo palabras de compasión. Conviértenos y danos una vida nueva; no permitas que, al final, nos quedemos como el leño seco, sino que lleguemos a ser sarmientos vivos en ti, la vid verdadera, y que produzcamos frutos para la vida eterna» (cf. Jn 15, 1-10). A Jesús, que al ver a la gente como ovejas sin pastor, sintió pena y salió a su encuentro, «te pedimos por los que en estos días están alejados de sus familias».
9ª. Estación: Jesús cae por tercera vez – Del libro de las Lamentaciones. Lam 3, 27-32
D. Casimiro ha meditado respecto a la Iglesia que, «frecuentemente nos parece una barca a punto de hundirse, que hace aguas por todas partes, ten piedad de tu Iglesia». Al caer, ha dicho el Obispo, «quedamos en tierra y Satanás se alegra, porque espera que ya nunca podamos levantarnos; espera que tú, siendo arrastrado en la caída de tu Iglesia, quedes abatido para siempre. Pero tú te levantarás. Has resucitado y puedes levantarnos. Salva y santifica a tu Iglesia».
Habiéndose quedado siempre entre nosotros, en esta estación se ha pedido que el Señor fortalezca a los que cuidan de nuestros mayores en las residencias.
10ª. Estación: Jesús es despojado de sus vestiduras – Del Evangelio según san Mateo. Mt 27, 33-36
Habiendo sido despojado de sus vestiduras, expuesto a la deshonra y expulsado de la sociedad Jesús carga con los sufrimientos y necesidades de los pobres, aquellos que están excluidos del mundo, pero así «como nos haces reconocer que tu Padre te tiene en sus manos, a ti, a nosotros y al mundo. Concédenos un profundo respeto hacia el hombre en todas las fases de su existencia y en todas las situaciones en las cuales lo encontramos. Danos el traje de la luz de tu gracia».
Siendo Jesús modelo de servicio a la humanidad, en esta estación se ha pedido al Señor que «ilumine a los gobernantes para que estén siempre al servicio de los demás y tomen las decisiones más adecuadas en cada momento. Protege a los miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad y del ejército en su servicio en estos días de pandemia».
11ª. Estación: Jesús es clavado en la cruz – Del Evangelio según san Mateo. Mt 27, 37-42
Al dejarse clavar en la cruz, aceptó la crueldad de ese dolor, la destrucción de su cuerpo y de su dignidad, «ayúdanos a no desertar ante lo que debemos hacer, a unirnos estrechamente a ti, a desenmascarar la falsa libertad que nos quiere alejar de ti».
Se ha pedido «por nuestras comunidades parroquiales que estos días no pueden reunirse para los actos litúrgicos. Que cada hogar sea espacio donde se viva y celebre la fe en comunión los unos con los otros».
12ª. Estación: Jesús muere en la cruz – Del Evangelio según san Mateo. Mt 27, 45-50. 54
Con la muerte de Jesús «se oscureció el sol», ha dicho el Obispo. Jesús «es clavado en la cruz constantemente, también en este momento histórico vivimos en la oscuridad de Dios». Aunque por el sufrimiento y por la maldad de los hombres el rostro de Dios aparece difuminado e irreconocible, «en la cruz te has hecho reconocer, porque eres el que sufre y el que ama, eres el que ha sido ensalzado, precisamente desde allí has triunfado».
«Al contemplarte muerto en la cruz – ha dicho D. Casimiro – te encomendamos a nuestros hermanos difuntos, a los moribundos y a los que en estos días no pueden acompañar en la muerte a sus seres queridos».
13ª. Estación: Jesús es bajado de la cruz y entregado a su Madre – Del Evangelio según san Mateo. Mt 27, 54-56
El cuerpo de Jesús es recibido por unas manos piadosas y envuelto en una sábana limpia (cf. Mt 27, 59). «Qué fácil es que nosotros, los hombres, nos alejemos y nos digamos a nosotros mismos: Dios ha muerto. Haz que en la hora de la oscuridad reconozcamos que tú estás presente. No nos dejes solos cuando nos aceche el desánimo. Y ayúdanos a no dejarte solo. Danos una fidelidad que resista en el extravío y un amor que te acoja en el momento de tu necesidad más extrema, como tu Madre, que te arropa de nuevo en su seno».
Con la misma ternura que Jesús fue acogido por su Madre, «enséñanos a estar al lado de nuestro prójimo, de nuestros familiares y de nuestros amigos, sobre todo cuando nos envuelven situaciones de tensión, violencia o de exclusión», ha pedido D. Casimiro.
14ª. Estación: Jesús es colocado en el sepulcro – Del Evangelio según san Mateo. Mt 27, 59-61
Desde el sepulcro Jesús «ilumina para siempre la promesa del grano de trigo del que procede el verdadero maná, el pan de vida en el cual te ofreces a ti mismo. La Palabra eterna, a través de la encarnación y la muerte, se ha hecho Palabra cercana; te pones en nuestras manos y entras en nuestros corazones para que tu Palabra crezca en nosotros y produzca fruto. Ayúdanos a amar cada vez más tu misterio eucarístico y a venerarlo, a vivir verdaderamente de ti, Pan del cielo».
«Te pedimos – ha concluido el Obispo – por intercesión de tu madre, esperanza nuestra, fortalécenos en este tiempo de prueba y ayúdanos a ser fieles a lo que nos pides en cada momento».
Al finalizar D. Casimiro ha resaltado que en el centro de esta contemplación y de nuestra meditación del Vía Crucis está la cruz, «que es fuente de vida y de salvación», pero para llegar a ella «hemos de purificarnos de todo aquello que causa dolor a Dios y a los demás». En la cruz, ha recordado el Obispo, «Jesús nos muestra su misericordia y que muere por cada uno de nosotros, acogiendo y soportando sobre sus hombros toda la maldad y el rechazo del amor de Dios, convirtiéndose en vida y salvación». También ha invitado a los fieles a mantenerse, durante el día de hoy, en contemplación y recogimiento, «que nos lleve a la Gloria de la Resurrección».
D. Casimiro ha agradecido a las catequistas y feligresas de la parroquia que han participado como lectoras durante la celebración.
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