Un nuevo curso pastoral, centrado en el Primer Anuncio
Queridos diocesanos,
Después de la pausa del verano, nos disponemos a comenzar un nuevo curso. Lo haremos con la ya acostumbrada Jornada diocesana de apertura del curso pastoral el próximo sábado, día 16 de septiembre, en el Seminario diocesano Mater Dei. Todos estáis invitados.
Este año estrenamos un nuevo Plan Diocesano de Pastoral para los próximos cuatro cursos, que será presentado en la Jornada diocesana. Su título y objetivo principal es Unidos en Cristo, enviados con esperanza a la misión, con un objetico específico para cada año. El Plan Pastoral es el fruto granado de un proceso sinodal de toda nuestra Iglesia diocesana a largo de los dos últimos años, dedicados a la oración, la reflexión y el diálogo para discernir juntos los caminos que el Señor nos pide hoy para llevar a cabo nuestra misión evangelizadora. Desde la escucha atenta de la Palabra de Dios y, abiertos a la acción del Espíritu Santo, hemos analizado con realismo y humildad la situación de nuestra Iglesia diocesana para discernir y acoger con docilidad las llamadas que Dios nos hace a través de ella y de la sociedad, y para señalar así las prioridades y los caminos de la misión aquí y ahora.
El Congreso Nacional de Laicos, Pueblo de Dios en salida, en febrero de 2020, con sus ricas reflexiones y aportaciones, nos ha recordado la centralidad de la misión –la Iglesia existe para evangelizar- y nos ha ayudado a fijar los objetivos específicos para cada curso. El Año Jubilar diocesano (abril 2022 – mayo 2023), por su parte, nos ha ofrecido la gracia de la conversión y la renovación espiritual, personal y comunitaria, para crecer en Cristo en la comunión con Dios y con los hermanos y salir a la misión siempre nueva de anunciar a Cristo vivo y su Evangelio. Sin comunión no será posible la necesaria renovación pastoral y misionera para llevar a cabo la misión que el Señor nos encomienda. Una comunión viva y vivida hará de todos nosotros “evangelizadores con Espíritu”, en palabras del Papa Francisco.
Jesús nos dice de nuevo a todos: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación” (Mc 16,15). Puede que estemos cansados y desalentados, pero el Señor nos envía de nuevo a anunciar el Evangelio a todos y nos da la fuerza del Espíritu Santo, el principal protagonista de la misión. Esta misión corresponde a todos y cada uno de los bautizados conforme a su vocación, carisma y estado –laicos, religiosos, diáconos y sacerdotes- y a cada una de las comunidades cristianas. Nuestra Iglesia entera –miembros y comunidades- estamos llamados a ponernos en estado de misión y a comprometernos en el anuncio del Evangelio, que lleve al encuentro personal y transformador con Jesucristo que “da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (Benedicto XVI, Deus caritas est, 1).
Este curso pastoral, bajo el lema Cristo, encuentro de Amor, nos centraremos en el primer objetivo específico del Plan de Pastoral; es decir, en el Primer Anuncio o el Kerigma. Estamos llamados a anunciar con obras y palabras a Jesucristo, muerto y resucitado, para que todo el que crea en Él tenga vida en plenitud, la vida eterna. Este es el anuncio que responde al anhelo de infinito que hay en todo corazón humano. No puede ser sustituido por ningún otro mensaje que impida el encuentro de cada persona con el amor de Dios, manifestado y ofrecido en Jesucristo, nuestro salvador; un encuentro que mueva a cada persona a creer de corazón en Cristo vivo, a entrar en una relación existencial personal con Él y a orientar toda nuestra vida según su Evangelio en el seno de la comunidad de los creyentes. Entre todos hemos de promoverlo mediante la manifestación explícita de la fe y el anuncio del Evangelio para facilitar el encuentro personal con Cristo.
Hablamos de primer anuncio no porque sea el primero que hacemos y después lo olvidemos; sino porque es el principal y el fundamento de todo: es el anuncio que siempre hay que volver a anunciar, escuchar y renovar de una forma o de otra a lo largo de la vida de todo cristiano.
Sin la gracia de Dios, sin la unión a la savia de la Vid que es Cristo Jesús y sin la fuerza del Espíritu nada podemos ser o hacer ni como cristianos ni como Iglesia. Vivamos el nuevo curso pastoral con ánimo y esperanza renovados. El Señor Jesús vive porque ha resucitado, Él es nuestro compañero de camino y su Espíritu nos ilumina, alienta y fortalece para salir con renovada esperanza a la misión. ¡Que la Virgen de la Cueva Santa nos guíe, proteja y aliente en este nuevo curso pastoral!
Con mi afecto y bendición,
+ Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón
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