EMAÚS al encuentro de San José, «hombre justo y cooperador»
La actividad de verano programada por el Apostolado EMAÚS, adscrito a la parroquia de la Santísima Trinidad, ha incluido una jornada de encuentro con San José, «hombre justo y colaborador», en el Año Jubilar dedicado al humilde carpintero, padre adoptivo de Jesús. Durante la Jornada, que se celebró en el Seminario Mater Dei de Castellón, y en Adoración al Santísimo Sacramento, el rector del Seminario Diocesano Mater Dei, Juan Carlos Vizoso, ofreció una charla del Santo Patriarca siempre «en la sombra pero fundamental para el plan de Dios». Así quiso poner el acento en lo fundamental que es el servicio de Emaús para el Señor, «pues estáis llamadas a estar en la sombra para que Él actúe».
Poco se dice en la Sagrada Escritura sobre el padre en la tierra de Jesús, sin embargo, lo poco que se dice «nos descubre el alma de este servidor en la sombra que nos aporta toda la luz sobre San José». Sirviéndose del Salmo 1, Juan Carlos Vizoso desengranó la definición de «hombre justo que -dijo- es una descripción perfecta y preciosa que nos da una referencia respecto a cómo era el alma de San José: dichoso y bienaventurado». La dicha, «es tener es tener el corazón lleno y saber darle sentido pleno a la propia vida, es tener el futuro esperanzado y de ahí viene el gozo de San José, de complacerse en la ley del Señor, de estar en sintonía con Dios».
Pero San José además de «hombre justo» fue «cooperador». José fue el hombre por medio del cual Dios se ocupó de los comienzos de la historia de la redención, y esa, «es una de las realidades fundamentales de nuestra fe, que Dios puede actuar de manera directa, pero también es capaz de actuar a través de eventos y personas». Como ocurrió con San José, «Dios se sirve de situaciones y personas para decirnos alguna cosa, para iluminarnos en alguna historia, en algún problema o en alguna dificultad y eso quiere decir que esa persona se ha convertido en cooperadora de la Salvación». De esta forma, durante la charla se puso en valor «la confianza que Dios tiene en cada uno de nosotros como cooperadores de la Salvación». En este sentido, se aludió al Concilio Vaticano II para poner de manifiesto que «la voluntad de Dios de santificar y salvar a los hombres no lo fue aisladamente, sin conexión alguna de unos con otros, sino constituyendo un pueblo que le confesara de verdad y le sirviera santamente». Esto mismo se produce sirviendo en Emaús, donde es conmovedor, dijo Juan Carlos Vizoso, «que Dios tenga tal confianza como para poner en nuestras manos esa acción de su gracia y que a través de nosotros Dios pueda actuar para que otro se encuentre con Él».
Las tres cuestiones necesarias para convertirnos en cooperadores de la Salvación son «la oración, el sacrificio y la acción». La oración «es fundamental porque es palanca y sangre nueva que lanzamos a la Iglesia y que llegará como Dios quiera, tal vez a través de la conversión de alguien a quien nunca conoceremos». El sacrificio, pues tal como se advierte en fórmula de la absolución “todo el bien que puedas hacer y el mal que puedas sufrir sea para la salvación” y es que acogiendo desde Dios cualquier dificultad que nos pueda sobrevenir y ofrecerla contribuye a la Salvación. Y, por último, la acción, «pues Dios se ha hecho uno de nosotros y cada persona que se nos pone delante, cada rostro de cada hombre y cada mujer de esta tierra son reflejo de Dios». El servicio en EMAUS, afirmó Juan Carlos Vizoso, «no es más que eso: Señor yo me pongo a cuidarte en el rostro de los demás».
Para terminar, otra de las características de San José fue su capacidad de sufrimiento y de cómo Dios se sirve de la dificultad para actuar en nosotros. En este sentido, dijo el rector del Seminario, «nuestra vida cristiana se identifica mucho con la de San José pues a través de la angustia que sufrió se cumplió la voluntad de Dios, su historia y su proyecto». San José, afirmó Juan Carlos Vizoso, «nos enseña que tener fe en Dios incluye, además, creer que Él puede actuar incluso a través de nuestros miedos, de nuestras fragilidades de nuestra debilidad y que en medio de las tormentas de la vida no debemos tener miedo de ceder a Dios el timón de nuestra barca».
Tras la charla, se rezó el Santo Rosario en presencia del Santísimo y la jornada concluyó con la celebración de una Eucaristía. Las actividades de verano concluirán este próximo fin de semana en una convivencia con las Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret donde se trabajará la exhortación apostólica «Amoris Laetitia» coincidiendo con este Año de la Familia» con el objetivo de profundizar en el servicio del amor que se da en la familia. La actividad arrancará de nuevo la última semana de agosto de cara a la celebración del retiro que se celebrará del 17 al 19 de septiembre.
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