El belén nacido de los «júniors» de Las Alquerías cumple XXV ediciones
David Sabaté, operario diocesano encargado del movimiento juvenil “juniors” en Las Alquerías del Niño Perdido, tuvo la idea de organizar un belén viviente en 1989. Lo que comenzó como una representación infantil en el colegio antiguo se ha convertido en un evento en el que participa todo el pueblo. El 23 de diciembre a las 18.30h, el domingo anterior a Navidad, se representará la 25 edición en la que participan más de 100 actores desde los pocos meses hasta los 80 años pasados.
El equipo de 5 personas que organiza el Belén de las Alquerías reconoce que en estos años ha evolucionado mucho. En la presente edición se han preparado 15 escenas, desde la profecía de Isaías en la plaza del Mercado hasta la representación del “niño perdido en el templo”, siempre muy aclamada por los espectadores que reconocen en esta escena el origen bíblico del nombre del pueblo y que se sitúa frente al templo parroquial.
El párroco, Eduardo García, asegura que el belén es “un complemento de lo que hacen los niños en catequesis porque ven el significado. También es una manera de ayudar a vivir la Navidad a los que participan porque refresca la memoria de un hecho histórico”. Él mismo actúa, asumiendo el papel de escriba.
Para celebrar la XXV edición, el primer domingo de Adviento se organizó una cena en la que se reunieron actores de este cuarto de siglo. Salieron numerosas anécdotas, como las veces que los actores tuvieron que salir corriendo para recoger los animales que se escapaban, o cuando una burra no se dejaba montar y María embarazada tuvo que ir andando a buscar alojamiento en Belén. Este año parece que se repetirá la escena por imperativo de la burra…
La fe, como fundamento del belén
Los organizadores defienden la convivencia entre el fondo religioso del evento y la dimensión social del la representación: “Es hermoso ver cuántas personas diferentes se involucran en una misma actividad”. El guión, que aunque modificado sigue respondiendo al de mossèn Sabaté, une escenas bíblicas con otras costumbristas que muestran las tradiciones locales, como el “aceite de pericó” del que aseguran que tiene grandes propiedades medicinales.
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