D. Casimiro nos exhorta, en este Domingo de Ramos, a vivir la Semana Santa con devoción y recogimiento
La Iglesia Diocesana de Segorbe-Castellón ha celebrado hoy la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Lo ha hecho, a mediodía de hoy coincidiendo con la hora del «anuncio del Ángel a María» en la S.I. Concatedral de Santa María de Castellón, en una ceremonia que ha estado presidida por el Obispo de la Diócesis, D. Casimiro López Llorente, que esta tarde, a las 19.00h. lo ha hecho en la S. I. Catedral de Segorbe, bendiciendo previamente los ramos (18.30h) en el Seminario Menor Diocesano. También en el resto de las parroquias de la Diócesis, los fieles se han sumado con entusiasmo a una celebración que se ha acogido con especial relevancia, donde las palmas han podido verse de nuevo en las calles tras dos años en los que la pandemia ha evitado la celebración de la procesión.
En Castellón, los fieles han podido acudir con los ramos, que han sido bendecidos previamente y, saliendo de la puerta lateral de acceso a la Capilla del Sagrario, y recorrer la calle Arcipreste Balaguer hasta la Plaza Mayor, han accedido al templo por la puerta principal, dando comienzo la ceremonia.
Hoy, los que aman a Dios exclaman ¡Hosana!, palabra hebrea que representa el júbilo y la alegría de quienes se encomiendan a quien acude a nosotros: «el Señor», recordando a aquella multitud que gritaba a las puertas de Jerusalén «¡Bendito el que viene en nombre del Señor»!. Como entonces, hoy también, la aclamación precederá la extraordinaria obra de salvación de Jesús, que vamos a vivir esta Semana Santa rememorando la Pasión, Muerte y Resurrección que nos encamina hacia la Pascua.
En la celebración Eucarística de hoy se ha proclamado el Evangelio de la Pasión, según San Lucas (22, 14-23,56). La lectura de la Palabra previa (Isaías 50, 4-17; Filipenses 2, 6-11) suponía el prefacio de lo que acontecería después a Jesús. Así, el profeta Isaías nos avisa de que Jesús no se iba a resistir ni echarse atrás, que ofrecería la espalda a quienes le golpearían, pues el Señor Dios le ayudaría ante los ultrajes y salivazos, resistiendo sin echarse atrás.
Con el Salmo, la aclamación y júbilo inicial se tornaban, como pasó hace más de dos mil años, en súplica ante el Padre, en lo que se nos ha descrito después a través de la Carta del apóstol san Pablo a los Filipenses en que, «siendo Cristo de condición divina (…) se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo, hecho semejante a los hombres», y humillándose así mismo, obediente hasta la muerte, murió en la cruz. Y, «por eso Dios lo exaltó sobre todo y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre».
La Liturgia de la Palabra ha dado paso a la homilía de D. Casimiro que nos ha exhortado a vivir la Semana Santa «con devoción y recogimiento». Una homilía que ha fundamentado en una importante afirmación: «Jesús entra en Jerusalén para morir en la Cruz por amor a toda la humanidad» y lo ha hecho citando los pasajes más destacados de las lecturas de hoy. Desde su entrada en Jerusalén que «eleva un grito de alabanza, despertando en el corazón de los discípulos muchas esperanzas, sobre todo – ha recalcado – entre la gente humilde, sencilla, pobre y olvidada». Y así lo hemos hecho hoy todos nosotros, ha dicho el Obispo refiriéndose a los fieles que han secundado la procesión, la entrada en el templo y la Eucaristía, «con cantos, palmas y ramos, expresando la alegría de saber que el Señor está presente en medio de nosotros», invitándonos, a «dejarnos encontrar y amar por Él».
Ha recordado el relato de la Pasión que hoy en la Concatedral han relatado los dos Vicarios parroquiales, D. David Barrios y D. Ángel Cumbicos, junto al diácono, D. Daniel Castro. Durante su predicación, D. Casimiro ha recordado que Jesús entra en Jerusalén para morir en la Cruz, para ser azotado, insultado y ultrajado». Y lo hace, ha enfatizado, «haciéndose obediente hasta la muerte (…) triturado por nuestras culpas».
Y hoy, como hace ahora más de dos mil años, el Obispo nos ha interpelado respecto a las «heridas que inflige el mal a la humanidad: guerras, violencias, la sed del dinero, el amor al poder, la corrupción, las divisiones, y los crímenes contra la vida humana y contra la creación». Así ha recordado también «nuestros pecados personales como son las faltas de amor y de respeto, tanto al prójimo como a Dios». Al contemplar a Jesús en su pasión y muerte vemos cómo «en Cristo, el hombre humillado y sufriente, Dios nos ama, perdona y salva», ha dicho D. Casimiro.
El Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón también nos ha recordado que «la Semana Santa es expresión de nuestra fe cristiana», y en el centro de esa fe está «Cristo Jesús y su misterio Pascual». A través de nuestra participación en las celebraciones litúrgicas que se sucederán, nos ha exhortado a «dejarnos encontrar por Cristo para que se avive nuestra fe en Él y en su obra de Salvación»
Del mismo modo nos ha invitado a «ayudar a otros a acercarse a Jesús para dejarse amar, sanar, perdonar y salvar por Dios para recuperar la alegría del Evangelio y la alegría de saberse amados por Dios». Así, se ha encomendado a María, nuestra Madre, «que supo estar al lado de su Hijo, para que Ella, como buena Madre, nos ayude a ser fieles seguidores de su Hijo».
Domingo de Ramos en la S. I. Catedral de Segorbe