Durante esta Semana, que este año celebramos bajo el lema extraído del texto bíblico del episodio de los Reyes Magos de San Mateo 2, «Hemos visto brillar su estrella y venimos a adorarlo», todos los cristianos oramos ante la necesidad de estar unidos para dar testimonio del amor de Dios.
Por ello, el Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, junto al Consejo Mundial de las Iglesias (CMI), han preparado una serie de videos en los que participan ocho cristianos de diferentes denominaciones para dar un mensaje cada día, formado por una reflexión y un motivo de oración diaria.
En este tercer día podemos seguir el mensaje del Pastor Samuel Olson, orando por todos los refugiados y las personas desarraigadas que habitan en este mundo. La Sagrada Familia, después de la visita de los Magos, tuvo que emigrar a través del desierto y se convirtió en refugiada en la tierra de Egipto: “Llena, Señor, nuestras vidas de hospitalidad hacia quienes han sido expulsados de sus hogares, y concédenos un espíritu de acogida hacia quienes buscan refugio”.
También puedes ver el mensaje del primer día (18 de enero), de Monseñor Jorge Anibal Quintero, Obispo de Barcelona (Venezuela)
Y el mensaje del segundo día (19 de enero), del Pastor Alberto Cabeza
En un par de días comienza la Semana de oración por la unidad de los cristianos. Del 18 al 25 de enero en la Iglesia católica y en las demás Iglesias y Comunidades eclesiales oraremos al Señor por la unidad de todos los cristianos. Con esta iniciativa espiritual, obra del Espíritu Santo en su Iglesia, nos unimos al deseo de Jesús en su oración al Padre antes de su Pasión: “Que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado” (Jn 17, 21). Tanto le importa al Señor la unidad de sus discípulos que, en esta oración, pide hasta cuatro veces que sean ‘uno’. Se trata de una unidad que ha de ser a imagen de la que se da entre el Padre y el Hijo; una unidad que sólo puede crecer siguiendo el ejemplo de la unión y entrega del Hijo al Padre, es decir, saliendo de sí y uniéndose a Cristo y, en Él, al Padre.
La unidad de los discípulos de Jesús es de vital importancia para hacer creíble que Jesús es el Hijo de Dios, enviado por el Padre para la salvación del mundo, y para la credibilidad de sus discípulos, es decir, de la Iglesia enviada por Jesús para anunciar la Buena Nueva de la salvación. Por dos veces alude Jesús a esta finalidad: “para que el mundo crea”. La unidad está conectada con la misión misma de la Iglesia en el mundo. Así como la unidad refuerza la misión de la Iglesia, la falta de unidad la debilita. La Iglesia debe vivir una unidad que sólo puede derivar de su unión con Cristo.
Hemos de reconocer que este Octavario ha perdido fuerza entre nosotros, después de años de viva celebración. Quizá nuestras urgencias y preocupaciones sean otras o quizá las dificultades en el diálogo ecuménico nos hayan desalentado. Pero, la oración y el compromiso por la unidad de los cristianos siguen siendo algo vital, necesario y urgente para toda la Iglesia. Hemos de intensificar la oración al Espíritu Santo por el don de la unidad de todos los cristianos en Cristo. El Espíritu recibe de Jesús lo que viene del Padre y lo da a conocer (cf. Jn 16, 13-15).
La actual división de los cristianos contradice clara y abiertamente la voluntad de Jesús y la razón de ser de la Iglesia. Es un escándalo para el mundo y debilita la tarea que el Señor nos encomendó de predicar el Evangelio a toda criatura, más si cabe en tiempos de descristianización.
Por ello, como lema y motivación para este año se han elegido las palabras de los Magos, cuando llegan a Jerusalén preguntando por el nacimiento del Rey de los judíos: “Hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo” (Mt 2, 2). El resplandor del Niño-Dios nacido en Belén alcanza no sólo a María, a José y a los pastores, que representan al resto de Israel; llega también a los Magos, que constituyen las primicias de los pueblos paganos y los representan. La llegada de los Magos de Oriente a Belén para adorar al Niño muestra que Dios nace y se manifiesta en su Hijo Encarnado para toda la humanidad. Su plan de salvación es universal. En aquel Niño nacido de María en Belén, Dios ha venido para revelar su verdadero rostro y del ser humano a toda la humanidad: a todas las naciones, culturas, razas, lenguas y religiones. El Hijo de Dios se ha hecho hombre para manifestar y ofrecer a todo ser humano, sin distinciones ni excepciones de ningún tipo, el inmenso amor salvador de Dios.
Las palabras de los Magos nos devuelven a la razón de ser de toda la Iglesia, de la Iglesia católica, y del resto Iglesias y Comunidades eclesiales. Nuestra misión es anunciar el mensaje de salvación universal que Jesús confío a los apóstoles: “Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo os he mandado” (Mt 28, 19-20a).
Las dificultades para mantener la unidad visible de la Iglesia y la necesidad de buscar permanentemente la unidad en la fe, no pueden hacernos olvidar que la misión de anunciar el Evangelio corresponde a toda la Iglesia, y es urgente. Es necesario trabajar por alcanzar la unidad en la fe y por superar las condenas. Pero recordar lo que nos une nos ayuda a superar lo que nos separa. El lema de este año llama a la conversión a Cristo, al encuentro de los bautizados con el Hijo de Dios y a la adhesión a la divina persona de nuestro Redentor como fundamento de la comunión deseada.
Oremos para que todos los que confesamos a Jesús como Señor y desde cada una de las confesiones cristianas le invocamos como Salvador, lleguemos a la unidad plena para que el mundo crea que Jesús es el Mesías enviado por el Padre.
El pasado 25 de abril, en la iglesia parroquial de San Bartolomé de Torreblanca, los sacerdotes D. Vasyl Boyko, Párroco de la Parroquia greco-católica de Valencia, y su vicario, daban inicio a la Semana Santa con la celebración del Domingo de Ramos, a la que asistieron los fieles ucranianos de este rito de la Iglesia Católica, residentes en la localidad.
Este sábado pasado D. Dmytro Kyiashko, vicario parroquial de Valencia presidió la Solemnidad de la Pascua de Resurrección. A ella acudieron no sólo fieles residentes en Torreblanca sino también venidos desde Castellón, Villareal, Almasora y de otros pueblos de la Diócesis.
D. Nuno Vieira, al inicio de la celebración, felicitó a los fieles por sus fiestas de Pascua y expresó el deseo de que en breve esta Comunidad Eclesial pueda contar con un sacerdote residente en la Diócesis para que la asistencia espiritual, catequética y sacramental sea más regular y así los fieles estén mejor atendidos. En Torreblanca, los greco-católicos se reúnem desde hace casi una década, cuando fueron paternalmente acogidos por D. Casimiro López Llorente, Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón. La jurisdicción plena sobre estos fieles la ostenta el Cardenal Arzobispo de Madrid, Su Eminencia D. Carlos Osoro, Ordinario de los fieles de los ritos orientales, en España.
Igualmente, D. Nuno Vieira, agradeció el esfuerzo de ambos sacerdotes, quienes, a pesar de atender a numerosas comunidades esparcidas por la Archidiócesis de Valencia, asumieron desde hace más de dos años la atención de los fieles ucranianos nuestra Parroquia.
La celebración de la Pascua según el calendario juliano, el mismo que siguen las Iglesias Ortodoxas y las Antiguas Iglesias Orientales, posibilitó, un año más, la alegría de encontrarse con el Señor según el espíritu y la tradición de tierras alejadas, tierras desde donde llegaron a nosotros los flujos migratorios dándonos a conocer una realidad distinta de la nuestra pero que hace parte de nosotros. Es la misma Iglesia Católica que diseminada por el mundo pregona el don de la unidad y la belleza de la diversidad a imagen del Dios Uno-Trino.
A los greco-católicos residentes en nuestra Diócesis les felicitamos y con ellos proclamamos: Щасливого Великодня, Cristo ha Resucitado, aleluya!
El Delegado de Ecumenismo y de Relaciones Interreligiosas, D. Nuno Vieira, acompañado por el Padre Agustín Arteche, misionero de África, gran conocedor del mundo islámico, y miembro de la misma delegación, a invitación del Imán Abdeslam El Ghzaoui y del secretario del Centro Islámico Nur, Hamed Mohamed, visitaron la mezquita de la capital de la Plana, situada en la avenida Quevedo, nº 7. El encuentro duró alrededor de una hora y media y había sido preparado desde hace un año, a partir del interés manifestado por el propio Imán en entablar un primer contacto con la Iglesia Católica. Las circunstancias derivadas de la pandemia obligaron a la Delegación de Ecumenismo a ir posponiendo la cita hasta ahora.
El Padre Agustín obsequió al Imán Abdeslam con el Mensaje del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso a los musulmanes para el mes de Ramadán e “Id al-Fitr 1442h./ 2021 D.C. 16.04.2021”, en árabe, titulado Cristianos y musulmanes: testigos de la esperanza.
Este encuentro adquiere especial importancia porque se ha celebrado dentro del periodo de Ramadán, el mes sagrado de los musulmanes y uno de los cinco pilares del islam. Durante el mismo, los fieles se abstienen de comer y beber durante el día, siendo también un ejercicio espiritual en actitud de revisión de vida, procurando mejorar a nivel individual, familiar y social. Se fomenta además, la solidaridad, la caridad, y la buena conducta.
Ambas partes comparten la fe en el Único Dios, Omnipotente y Misericordioso y coinciden en la necesidad de abordar conjuntamente los problemas e inquietudes que son comunes y afectan a la vida de los fieles, en un mundo de acelerada transformación donde el hecho religioso parece no ser esencial para la vida del hombre. También, en este sentido, se constató la urgencia por adquirir un conocimiento mutuo como forma de combatir los prejuicios tan instalados en nuestra sociedad.
En la línea del Magisterio del Papa Francisco, la Iglesia de Segorbe-Castellón considera muy positivamente este encuentro porque contribuye a ir dando pasos en el diálogo con las religiones no cristianas, máxime cuando su representatividad es ya muy significativa.
Ayer, día 23, se clausuraron las XXX Jornadas para Delegados Episcopales y Directores de Secretariados de Relaciones Interconfesionales, que este año versó sobre el estudio del Pluralismo religioso en España. Dadas las circunstancias actuales, el evento fue online y contó cerca de 60 participantes.
Desde Segorbe-Castellón, además del Delegado, D. Nuno Vieira, asistieron todos los miembros de la delegación: Padre Agustín Arteche, Jaime Vilarroig, Amelia Vercher, Gema Soler y María José Sevilla.
En la tarde del lunes, después del saludo del secretario, Rafael Vázquez, el Presidente de la Subcomisión de Relaciones Interconfesionales y Diálogo Interreligioso de la Conferencia Episcopal Española, Mons. Adolfo González Montes, procedió a la presentación de las Jornadas. Esa misma tarde se realizaron dos ponencias. La primera a cargo del rector del Pontificio Instituto de Estudios Árabes e Islámicos de Roma, D. Diego Sarrió Cucarella, sobre la Historia y Teología del Diálogo Islamo-cristiano a través de sus textos, y la segunda proferida por el Patriarca Latino de Jesrusalén, Mons. Pierbattista Pizzaballa, que disertó sobre el Documento sobre la fraternidad y su recepción en el mundo islámico.
El segundo día, D. Gonzalo Villagrán, rector de la Facultad de Teología de Granada, expuso sobre La relación entre religión y sociedad en el Documento sobre la Fraternidad. El tema del Terrorismo Yihadista como desafío a la seguridad global fue compartido por D. David Garriga, Presidente de la Comunidad de Inteligencia y Seguridad Global, y por D. Bahae Eddine, Delegado de la misma Institución en el norte de África. La última conferencia fue a cargo de D. Francisco Díez, catedrático del Departamento de Geografía e Historia en la Universidad de la Laguna, y versó sobre El Budismo en España.
Al finalizar cada una de las intervenciones, los participantes tuvieron la oportunidad de formular cuestiones, brindando a los conferenciantes la ocasión para matizar o profundizar sobre lo ya expuesto. Antes de D. Adolfo concluir las jornadas, las Delegaciones compartieron experiencias y proyectos. «Todos echamos de menos el contacto personal, puesto que la convivencia ayuda a profundizar en las relaciones humanas y permite un mayor conocimiento de las materias, básicamente a través de las conversaciones en los pasillos a la hora del café o sentados a la mesa compartiendo pan y experiencia», ha informado el Delegado diocesano.
Gema Soler es miembro de la Delegación Diocesana de Ecumenismo y lleva un año colaborando en favor del ecumenismo en la Diócesis de Segorbe-Castellón.
Nacida en el seno de una familia católica practicante (Barcelona, 1965) asegura haber recibido una educación basada en la tolerancia y el respeto hacia todas las creencias religiosas. Una grave enfermedad trastocó su fe y existencia y ahora sabe que su misión es ayudar a quienes han estado en su misma situación. Desde que contrajo matrimonio vive en Torreblanca y se ha involucrado en la vida pastoral de su parroquia. Cuando le propusieron ser miembro de la Delegación de Ecumenismo aceptó, sin dudarlo, para que se haga realidad la necesaria unidad de los cristianos.
La máxima de la Delegación Diocesana de Ecumenismo de la Diócesis de Segorbe-Castellón es mantener el compromiso ecuménico de la Iglesia Católica recogido en la encíclica «Un unum sint» de Juan Pablo II, para que ¡todos sean uno!’ (cf. Jn 17,21).
¿Con qué comunidades cristianas trabaja la Diócesis de Segorbe-Castellón? Trabajamos con la comunidad ortodoxa tanto de la Parroquia Rumana de Castellón como de la de Villareal y Segorbe. También contamos con la colaboración del Pastor Evangélico, Paco Hilario.
¿Cómo se trabaja con esas comunidades?, ¿Cuál es la agenda y los contenidos? Teníamos previsto un extenso programa en las Parroquias de la Esperanza de Castellón, Segorbe, La Vilavella, l’Alcora, Almassora, Torreblanca, Nules, Oropesa del Mar y Vila-real. Pero por la pandemia del COVID-19 nos es imposible realizarlas dadas las restricciones vigentes. La Delegación de Ecumenismo nos reunimos una vez al mes en el Seminario Mater Dei para debatir asuntos ecuménicos que nos puedan interesar. sobre la necesaria visibilidad y unidad de las iglesias así como de las relaciones interreligiosas. También creemos en la importancia de la formación, ya que asistimos a conferencias on-line muy interesantes del Centro Ecuménico Julián García Hernando. Estos estudios sirven para tener presente la importancia de la unidad de las diferentes iglesias y la diversidad de los puntos de vista sobre una misma fe, que llegan a coincidir en lo esencial. Tanto los católicos, como los ortodoxos y evangélicos vemos la necesidad de la unidad en las diferentes maneras de abordar la fe en un único Dios y Señor. Las actividades previstas pretendían un acercamiento que favoreciera la complementariedad, evitando prejuicios y reconociendo limitaciones.
Y, durante esta semana del Ecumenismo, tan diferente por la pandemia, ¿cómo se ha celebrado? Las parroquias han recibido todo el material para la celebración de la Semana de la Oración para la Unidad de los Cristianos, que hubiera tenido lugar esta próxima semana. En el Acto de Clausura del Octavario de la Oración del año pasado en Vila-real, llegamos a reunir a quinientas personas. Pero este acto, que se iba a celebrar esta tarde en la Concatedral de Santa María también se ha tenido que suprimir en virtud de la crisis pandémica del coronavirus. No obstante se han celebrado actos en diferentes parroquias tomando todas las medidas de precaución e higiénico-sanitarias establecidas.
“Permaneced en mi amor y daréis fruto en abundancia”
La Iglesia celebra la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos del 18 al 25 de enero. “Permaneced en mi amor y daréis fruto en abundancia” (Jn. 15, 5-9), estas palabras de Jesús a sus discípulos son el lema de este año, que refleja la necesidad de oración, de reconciliación, y de unidad de los cristianos y de toda la humanidad.
Tras la muerte y resurrección de Jesucristo van surgiendo poco a poco pequeñas comunidades cristianas que aceptan el Evangelio anunciado, se bautizan y empiezan a vivir como Jesús les había pedido. Son las primeras iglesias, organizadas por los Apóstoles, entre las que sobresaldría la de Roma gracias a la predicación y al martirio de San Pedro y San Pablo, aunque el conjunto de todas ellas formó la Iglesia Católica.
Sin embargo, la comunión entre las iglesias, entre sus pastores y sus miembros no siempre ha sido fácil, y ya en el S. V surgen importantes divisiones. El Señor funda su Iglesia sobre la debilidad, pero también sobre la fidelidad de los Apóstoles, a los que promete el Espíritu Santo. Y esta desunión, los cristianos la sentimos con mucho dolor, por lo que son constantes los intentos por superarla con el objetivo de lograr la unidad en la Iglesia de Jesucristo.
La Iglesia Católica, del mismo modo que muchas confesiones cristianas, estamos empeñados en trabajar por lograr esta unidad, pero sabiendo que es algo que no se puede lograr sin un trabajo conjunto, pero sobre todo sería algo imposible sin la oración, el perdón y el amor.
Origen de esta celebración
En 1840, el sacerdote anglicano Ignatius Spencer convertido al catolicismo sugiere una «Unión de oración por la unidad». En 1894, el Papa León XIII anima a la práctica de un Octavario de Oración por la Unidad en el contexto de Pentecostés. Pero la primera celebración sería en 1908 por el Padre Paul Wattson, para quien la reconciliación de los cristianos fue el hilo conductor de su vida de fe.
Wattson era un líder episcopaliano, la rama anglicana de los Estados Unidos, que fundó la «Society of Atonement» (Comunidad de los hermanos y hermanas de la Penitencia), una comunidad religiosa bajo la inspiración de San Francisco que tenía como objetivo la unidad de los cristianos y la obra misionera. Finalmente se convirtió al catolicismo junto con los miembros de la comunidad.
En 1964 tuvo lugar un histórico encuentro entre el Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras I en Jerusalén, en el que se dieron un abrazo y recitaron juntos, en latín y en griego, la oración de Cristo por la unidad: «que todos sean uno» (Jn. 17). Y en 1968, la Semana de Oración se celebra por primera vez sobre la base de unos textos elaborados en colaboración por la Comisión «Fe y Constitución» del Consejo Ecuménico de Iglesias y el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.
Mensaje de los Obispos
Los Obispos de la Subcomisión para Relaciones Interconfesionales y Diálogo Interreligioso, en su mensaje nos indican que “la unidad de la Iglesia no es fruto de nuestros consensos, de los acuerdos que podamos lograr entre confesiones cristianas, aunque esta búsqueda de acuerdo sea asimismo necesaria para acercarnos a la unidad que Cristo quiere para su Iglesia”.
Para lograr la unidad es imprescindible el soplo del Espíritu Santo, “para que estos acuerdos sean eficaces y produzcan fruto es necesario que sean vividos y logrados por sus protagonistas como lo que de verdad son, obra del Espíritu Santo”.
Este es un camino lleno de dificultades, pero necesario, pues “sin esta unidad de todos los cristianos en Cristo no podemos avanzar hacia la unidad plena visible de la Iglesia”, y sin ella, los Obispos remarcan que “cometeríamos el grave error de no hacer justicia a la verdad de la fe que profesamos cada una de las confesiones cristianas”.
“Nos urge orar con intensidad – nos exhortan – y suplicar al Padre unidos, a la poderosa intercesión de Cristo, que antes de padecer oró por la unidad de sus discípulos, y proféticamente había anunciado a Pedro y los Apóstoles que el poder del abismo no podrá vencer a su Iglesia (cf. Mt 16, 18)”.
Octavario de oración
Los ocho días previos a la fiesta de la conversión de San Pablo, el 25 de enero, se celebra el octavario de oración. En esta ocasión, a causa de la pandemia, no va a ser posible la celebración diocesana de oración conjunta que siempre organiza la Delegación de Ecumenismo y Relaciones Interreligiosas, aunque tanto a modo particular como en las distintas parroquias, se propone el siguiente itinerario de oración:
Día 1 (lunes 18): Llamados por Dios: «No me elegisteis vosotros a mí, fui yo quien os elegí a vosotros» (Jn. 15, 16a).
Día 2 (martes 19): Madurar internamente: «Permaneced unidos a mí, como yo lo estoy a vosotros» (Jn. 15, 4a).
Día 3 (miércoles 20): Formar un solo cuerpo: «Amaos los unos a los otros como yo os he amado» (Jn. 15, 12b).
Día 4 (jueves 21): Orar unidos: «Ya no os llamaré siervos… A vosotros os llamo amigos» (Jn. 15, 15).
Día 5 (viernes 22): Dejarse trasformar por la Palabra: «Vosotros ya estáis limpios por la palabra…» (Jn. 15, 3).
Día 6 (sábado 23): Acoger a los demás: «Poneos en camino y dad fruto abundante y duradero» (Jn. 15, 16b).
Día 7 (domingo 24): Crecer en unidad: «Yo soy la vid; vosotros, los sarmientos» (Jn. 15, 5a).
Día 8 (lunes 25): Reconciliarse con toda la creación: «Para que participéis en mi alegría y vuestra alegría sea completa» (Jn. 15, 11).
Esta mañana, nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente, ha dirigido una carta a todos los sacerdotes de la Diócesis en la que les desea “la gracia y la bendición de Dios en el Año recién comenzado”.
Les ha expresado el deseo de que “pronto veamos superadas la pandemia del Covid-19 y las crisis añadidas: sanitaria, laboral, económica, social y política”, ante lo que ha pedido seguir con las medidas establecidas sin caer en el miedo, “Dios está con nosotros y nunca nos abandona. El Niño-Dios es nuestra esperanza, el príncipe de la paz y la luz para nuestro camino”.
Otro de los motivos de la carta es recordar la proximidad de la Semana de oración por la Unidad de los Cristianos, del 18 al 25 de enero, y el Domingo de la Palabra, el 24 de enero, Jornada establecida para toda la Iglesia por el Papa Francisco en el III Domingo del Tiempo Ordinario.
En el Domingo de la Palabra de Dios (24 de enero) “deberíamos tener en cuenta también la Semana de Oración por la Unidad de Cristianos, en todas las Misas”, para lo que el Obispo autoriza y anima “a tomar en este domingo las oraciones de la Misa «Por la unidad de los cristianos» manteniendo las lecturas propias del III Domingo del Tiempo Ordinario.
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