Celebración del Viernes Santo: “en la Cruz se encuentran la miseria humana y la misericordia divina”
A las 17 h. ha comenzado la celebración de la Pasión del Señor de este Viernes Santo, que ha presidido nuestro Obispo, D. Casimiro, en la S.I. Catedral de Segorbe. En este día recordamos la Pasión del Señor y adoramos su Cruz. La Iglesia conmemora su propio nacimiento y, siguiendo una antiquísima tradición, no se celebra la Eucaristía. Cristo crucificado es el centro de la liturgia de hoy y, además, es un día de penitencia obligatorio por medio de la abstinencia y el ayuno.
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Al comenzar, el Obispo, junto a los sacerdotes, se ha dirigido en silencio al altar y se ha postrado rostro en tierra; esta postración, que es un rito propio de este día, significa la humillación “del hombre terreno” y la tristeza y el dolor de la Iglesia.
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El altar luce sin mantel, sin cruz, sin velas ni adornos; pero se conmemora con solemne sobriedad la Pasión y muerte del Señor, que se desarrolla con la liturgia de la Palabra, la adoración de la Cruz y la sagrada Comunión. Antes de la adoración de la Cruz, la oración universal, que expresa el valor universal de la Pasión de Cristo, clavado en la Cruz para la salvación de todo el mundo.
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«Te adoramos, Cristo, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo». Esta invocación expresa el sentido de este día: “en la Cruz, Cristo Jesús nos ha arrancado del pecado y de la muerte, nos ha redimido y nos ha abierto de nuevo la puerta para la vida eterna”, ha explicado el Obispo al inicio de la homilía.
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La Cruz “es misterio de redención y de salvación – ha continuado – es ante todo misterio de amor”. D. Casimiro ha exhortado a contemplar a Cristo, “humillado y ultrajado por su pueblo”, pero que “obediente a la voluntad amorosa del Padre entrega su vida por amor hasta la muerte, y una muerte en Cruz”. Y lo hace “por nosotros”, cargando “con nuestros pecados”, haciéndose “cargo de todo sufrimiento e injusticia humanas”.
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“En la oscuridad de la Cruz rompe la luz de la esperanza”, ha dicho, en ella “se encuentran la miseria humana y la misericordia divina”, y “nos muestra el verdadero rostro de Dios”: el del amor “que se entrega a la muerte para darnos Vida en plenitud”.
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“Contemplemos y adoremos con fe la Cruz de Cristo, al que atravesaron y al que atravesamos”. Miremos a Cristo y “contemplemos en la Cruz a los que hoy están crucificados, a todas la víctimas de la maldad humana, a los que sufren y tienen que cargar con su cruz. Miremos el pecado del mundo, reconozcamos nuestros propios pecados, con los que Cristo tiene hoy que cargar”.
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