Centro de Espiritualidad Santa Teresa: 50 años al servicio de la oración y del encuentro con Dios
De la Orden de los Carmelitas Descalzos de nuestra Diócesis, en el Desierto de las Palmas
Este mediodía, a las 12,00 coincidiendo con el Ángelus, ha dado comienzo la Eucaristía de celebración del 50 aniversario del Centro de Espiritualidad Santa Teresa, dirigido por los Carmelitas Descalzos de nuestra Diócesis en el Desierto de las Palmas (Benicàssim). La ceremonia ha estado presidida por Monseñor D. Juan José Omella, Cardenal Arzobispo de Barcelona y Presidente de la Conferencia Episcopal Española y concelebrada por nuestro Obispo, Monseñor D. Casimiro López Llorente, y por el Padre Antonio Ángel Sánchez, superior de la Provincia Ibérica de Santa Teresa de Jesús de los Carmelitas Descalzos. En la celebración también han estado presentes las Hermanas Carmelitas Misioneras Teresianas, quienes durante años, se encargaron de dirigir el centro de espiritualidad, así como los hermanos superiores que precedieron en el cargo al Prior actual, el Padre Sebastián García, y los ocho hermanos Carmelitas que residen actualmente en el convento junto a dos jóvenes novicios que este año culminarán su formación y harán la profesión simple.
Hace 50 años, concretamente en 1971, los padres Carmelitas que habitaban desde 1790 el Convento de esta Orden religiosa en Benicàssim, pensaron que este era un lugar muy propicio para el encuentro con Dios. «Era casi pecado quedárselo solo para nosotros», asegura el Padre Sebastián García, actual Prior del Convento, por lo que decidieron compartirlo con todo aquel que quisiera vivir una experiencia de oración y meditación desde la soledad.
La Orden de los Carmelitas aprovechó el momento oportuno y cedieron parte del convento para, con una reforma, se creara lo que hoy, y desde hace 50 años, es el Centro de Espiritualidad Santa Teresa, siendo en aquel momento el primero de toda la Orden y también el primero de España. Para su puesta en marcha como tal, se ayudaron de las Hermanas Carmelitas Misioneras Teresianas para organizar las actividades del centro, cumpliendo así con la función de convertirse en refugio espiritual de toda la Diócesis de Segorbe-Castellón.
Un cielo en la tierra y lugar de encuentro con Dios
Durante la homilía, el Cardenal Arzobispo de Barcelona, Presidente de la CEE, ha elogiado la importante labor evangelizadora de este Centro de Espiritualidad que a lo largo de los años ha acogido a tanta gente que buscando el silencio del desierto se ha encontrado con Dios. Y citando a Santa Teresa de Jesús, ha ensalzado la labor y el servicio prestado en esta casa, «un cielo, si lo puede haber, en la tierra, para quien se contenta solo de contentar a Dios y no hace caso de contentos suyos» y ahí, ha resaltado dirigiéndose a los Hermanos Carmelitas, «está vuestra gran enseñanza, en el silencio de este desierto, para agradar a Dios y no buscar nuestra gloria».
Tal como se nos recuerda en la Sagrada Escritura, ha resaltado el Cardenal, «el desierto es un lugar de encuentro con Dios, con su palabra, que gota a gota nos fecunda, nos ilumina, nos sacia, nos da la vida y nos abre la puerta a la esperanza». A través del Evangelio vemos como Jesús fue llevado al desierto y allí, enfrentándose a numerosas dificultades, «también se encontró con Dios y salió preparado para llevar el Evangelio a las mujeres y hombres de su tiempo». Igual que entonces, ha destacado Mns. Omella, «esta casa, en esta montaña, es un lugar privilegiado para conocer a Jesús pues Él se manifiesta con toda su fuerza en medio de nuestras dudas y dificultades» y citando la liturgia de la palabra (2 Corintios 12,7-10) del Apóstol San Pablo, ha recordado que “la fuerza se realiza en la debilidad”.
Desierto de las Palmas: manantial de vida y de salvación
Por su parte, Mns. D. Casimiro López Llorente, ha tenido palabras de agradecimiento a los Carmelitas Descalzos y a las Hermanas Carmelitas Misioneras Teresianas por mantener durante los años el Centro de espiritualidad «para facilitar el encuentro con el señor y la paz con Él». Cada Eucaristía, como la de hoy, ha resaltado nuestro Obispo, «es acción de gracias al Señor porque de ahí manan todos los dones que de Dios recibimos a través de su hijo, muerto y resucitado para que en Él tengamos vida. De ahí mana también este don de la naturaleza, el don de la espiritualidad que es el desierto donde la Orden Carmelitana está desde hace siglos, siendo presencia del silencio de Dios».
En este sentido, como Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón ha reconocido expresamente esta presencia y, a los Carmelitas, por mantenerla a pesar de las dificultades y de las vicisitudes, como único centro, junto al de las hermanas de Tales, «donde los grupos y las personas se pueden reunir para hacer retiro, para hacer oración, para reencontrarse, para sanar heridas y para abrir su corazón al amor y a la misericordia de Dios».
D. Casimiro, ha pedido la intercesión del Señor y de la Virgen del Carmen, «para que os siga concediendo la amabilidad que tenéis con todos cuantos aquí se acercan, así como la hospitalidad y la alegría con la que acogéis a visitantes y ejercitantes de retiros, siendo una referencia para aquellos que buscan a Dios en el silencio que es donde Él habla». Solo en el desierto, ha concluido nuestro Obispo, «se escucha esa suave brisa cuando Dios pasa para tocarnos el corazón y para descubrir nuestra verdadera vocación que no es otra que estar llamados por Dios, por amor y para el amor, para poder descubrir en el silencio de este desierto que Él es manantial de vida y salvación».
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