D. Casimiro preside la Misa en acción de gracias por el 50º aniversario de la Junta Central de Cofradías de Semana Santa de Vila-real
La parroquia Arciprestal San Jaime de Vila-real acogió ayer por la tarde la celebración de una Eucaristía en acción de gracias por el 50º aniversario de la Junta Central de Cofradías y Hermandades de Semana Santa de la ciudad.
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Estuvo presidida por el Obispo, D. Casimiro López Llorente, y concelebrada por el Consiliario para la Junta Diocesana de Semana Santa, D. Federico Caudé, y por los párrocos de Vila-real, entre ellos el de la Arciprestal, D. Javier Aparici.
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En la Misa participaron los miembros de las 10 cofradías y hermandades que componen la Junta, encabezados por su presidenta, Dña. Carmen Arrufat, así como diferentes autoridades municipales. La parte musical corrió a cargo del Cor Ciutat de Vila-real.
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En el domingo de Laetare, D. Casimiro inició su homilía exhortando a la alegría, para “seguir peregrinando hacia la Pascua para celebrar los misterios centrales de nuestra fe, la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna”.
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También agradeció al Señor “estos 50 años de vida y actividad de la Junta Central de Cofradías y Hermandades de Semana Santa de Vila-real”, cuyo objetivo es “favorecer, potenciar y dignificar los actos del Triduo Pascual”. Al Señor le pidió que “os de la fuerza de seguir caminando y favorecer que la Semana Santa de Vila-real no se quede en lo exterior, en lo superficial, si no que brote del núcleo, de lo que celebramos en cada Eucaristía, la Muerte y Resurrección del Señor, para que Él llegue a todos”.
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De la palabra de Dios proclamada resaltó tres palabras, a tener presentes en la vida personal, en la vida comunitaria, y en la de las cofradías: amor, fe y vida eterna. “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Unigénito hasta la muerte”, y tanto ama al hombre que “aun cuando éste se aleja de Él por el pecado, sigue amándolo y sale a su encuentro de una forma especial en el envío de su Hijo”. “Dios es amor, y nos lo muestra en la Cruz, expresión suprema del amor de Dios por la humanidad”, recalcó el Obispo.
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En segundo lugar, exhortó a creer y a confiar en Dios, “en su misericordia, en su amor, en su presencia en nuestra vida, que nos ama y quiere lo mejor para cada uno de nosotros”. “Dios no es celoso de nuestro crecimiento, de nuestro progreso, sino todo lo contrario, y nos da también los caminos que nos llevan a la plenitud, a la felicidad, a la santidad, que no es otra cosa que la perfección en el amor a Dios, y en Él y desde Él al prójimo”.
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Y en tercer lugar habló de la vida eterna, a la que llegaremos al haber sido vencida la muerte, “para poder participar de la gloria de Dios, ese es nuestro destino”, explicó. “Somos creados por amor para que, viviendo en el amor en el seguimiento de Cristo como Iglesia del Señor, lleguemos un día a la plenitud del amor”.
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