La salvación cristiana explicada a la cultura actual por la Doctrina de la Fe
La Congregación para la Doctrina de la Fe ha dirigido una carta a los obispos de la Iglesia Católica resaltando “algunos aspectos de la salvación cristiana que hoy pueden ser difíciles de comprender debido a las recientes transformaciones culturales”, según explica en el primer párrafo del texto. El documento se presentó el 22 de febrero, después que el Papa Francisco lo aprobara el 16 de febrero.
La carta Placuit Deo (Dispuso Dios) constata que al mundo contemporáneo le cuesta percibir la salvación anunciada por el cristianismo. La razón, argumenta, es el individualismo que ve “al hombre como un ser cuya realización depende únicamente de su fuerza”, y la visión de Cristo como un mero modelo que inspira acciones generosas, en vez de “Aquel que transforma la condición humana, incorporándonos en una nueva existencia reconciliada con el Padre y entre nosotros”.
La Congregación vaticana evoca en este sentido dos tendencias a las que Francisco se ha referido en su magisterio ordinario: el neo-pelagianismo y el neo-gnosticismo. El primero confía la salvación a las fuerzas del individuo o a las estructuras puramente humanas. El segundo presenta una salvación meramente interior, encerrada en el subjetivismo.
Salvación integral
La misiva dirigida a los obispos reconoce que la aspiración humana a la salvación se expresa a menudo en la esperanza de la salud física, un mayor bienestar económico, la necesidad de la paz o una convivencia serena con el prójimo. Sin embargo recuerda que “la revelación no se limita a anunciar la salvación como una respuesta a la expectativa contemporánea”. “De acuerdo con la fe bíblica, el origen del mal no se encuentra en el mundo corporal y corpóreo”, advierte, y asegura que “el mal que más daña al hombre es el que procede de su corazón”.
Los miembros de la Congregación para la Doctrina de la Fe presentan a Jesucristo como el nombre y el rostro de “la buena noticia de la salvación”, y citan a Benedicto XVI que en la encíclica Deus Caritas est aseguraba que “no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”.
El papel de la Iglesia
La carta defiende la mediación salvífica de la Iglesia que “nos asegura que la salvación no consiste en la autorrealización del individuo aislado, ni tampoco su fusión interior con el divino, sino en la incorporación en una comunión de personas que participa en la comunión de la Trinidad”. La conclusión exhorta a la misión desde “la conciencia de la vida plena en la que Jesús Salvador nos introduce” y recuerda que “la salvación integral del alma y del cuerpo es el destino final al que Dios llama a todos los hombres”.
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