Mons. López Llorente llama a sus sacerdotes a ser “pastores con Espíritu Santo” durante la celebración de la Misa Crismal en la Concatedral de Castellón
Monseñor López Llorente ha presidido la Santa Misa Crismal y la Bendición de los Óleos, que ha tenido lugar hoy, 15 de abril, Lunes Santo, en la Concatedral de Castellón y a la que ha asistido el presbiterio de Segorbe-Castellón y numerosos fieles venidos de todos los rincones de la diócesis. Una celebración en la que el pueblo de Dios -formado por las tres vocaciones cristianas que conforman la Iglesia, sacerdotes y diáconos, consagrados y laicos- se ha reunido con su Obispo, que ha vivido con especial alegría esta Eucaristía, en la que se manifiesta expresamente la comunión existente entre él y sus presbíteros, en el único y mismo sacerdocio y ministerio de Cristo, que tiene su fuente y su meta en el Santo Sacrificio.
El Obispo de Segorbe-Castellón ha destacado durante la homilía que los sacerdotes deben ser “pastores con Espíritu Santo”. Solo así –ha recordado- evitaremos el peligro del neopelagianismo, que solo cuenta con sus planes y el hacer humano; o también del neoagnosticismo, que es una espiritualidad intimista y desencarnada, y que termina en el subjetivismo, cuando no en la ideología. “La misión que Dios nos ha confiado, queridos sacerdotes, es la de anunciar el Evangelio a los pobres (…) Los sacerdotes hemos de vivir lo que celebramos si queremos resultar creíbles. ¿Cómo podremos mantener viva y fortalecer la alegría y el ardor misionero? ¿Cómo podremos afrontar el dolor pastoral y superar el desaliento o el desconcierto?”, ha preguntado. “Sé que esa tarea no es solo mía. Es una tarea de todos. Algo que solo juntos, unidos, cercanos y preocupados los unos por los otros podremos acometer, poniendo cada cual su grano de arena”, ha respondido.
Asimismo, Monseñor López Llorente se ha referido también al proceso de oración y de reflexión sobre la situación del clero en nuestra diócesis, que ha puesto en marcha hace unos meses: “Es en verdad un momento de Gracia que Dios nos concede a todos y que no podemos dejar pasar en balde”. «Esta mañana, ha continuado, venían a mi memoria unas palabras que el Papa Francisco pronunció a los obispos españoles en la visita “ad limina” de 2014: ‘que el obispo no se sienta solo ni crea tampoco estar solo, sino que sea consciente de que la grey que le ha sido encomendada tiene olfato para las cosas de Dios’, especialmente vosotros, queridos sacerdotes, mis colaboradores más cercanos.
Vivimos en verdad tiempos recios en nuestra tarea pastoral, en nuestra misión evangelizadora. Por ellos, ante la dura experiencia de la indiferencia, o el alejamiento de muchos bautizados, frente a una cultura que arrincona a Dios, frente a la secularización envolvente y que se nos cuela por los poros de nuestro ser, ante todo ello, no olvidemos nuestra historia. De ella aprendemos que la Gracia de Dios nunca se extingue; que el Espíritu Santo continúa obrando en la realidad actual de nuestra Iglesia y lo hace con generosidad. Fiémonos siempre de Él y de lo que siembre en los corazones que están encomendados a nuestros cuidados pastorales”.
Don Casimiro ha invitado, por tanto, a los sacerdotes presentes a descubrir la acción del Espíritu Santo en sus vidas. “El Papa Francisco –ha manifestado- nos acaba de llamar a todos a la santidad, que está en el ejercicio del ministerio, entendiéndolo como un ministerio de amor y servicio (…) “Dios es fiel a su don. Dios sigue siendo fiel a sus promesas. Su espíritu es la fuerza que nos sustenta y alienta en nuestra luchas, dificultades, y ante la tentación de la tibieza, del aburguesamiento, de la acedia o del desaliento. Hemos sido ungidos para ser enviados (…) Dejémonos llevar por la fuerza y la sabiduría del Espíritu. Fiémonos de la eficacia inherente, siempre a la palabra de Dios, que es viva y eficaz. Nuestro ministerio es de un amor que se hace oblación, que libera, que levanta, que sana, que da consuelo, que aborda motivos para vivir y para esperar, y que se entrega a los hermanos, en especial a los más pobres y desheredados, a los afligidos y a los abatidos, a los ancianos y encarcelados. Seamos guías auténticos de la comunidad cristiana porque solo si servimos con generosidad a todos los miembros del pueblo de Dios, seremos pastores según el corazón de Cristo”.
Finalmente, nuestro Obispo ha recordado a los sacerdotes ancianos y enfermos, “a los que padecen algún tipo de dificultad para encontrarse hoy con nosotros”. Al mismo tiempo, ha encomendado a la misericordia de Dios a los hermanos fallecidos en este último año, a José Doménech, Victor Roca y Miguel Aznar. “Que el Señor les conceda su paz y su gloria para siempre y que María, la Madre de la Iglesia y de los sacerdotes, nos ayude a todos a cumplir bien y fielmente el ministerio que su hijo nos ha encomendado”.
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