Antonio Sanfelix: “La salvación del hombre tiene nombre y rostro: Jesucristo”
He aquí las palabras de Don Antonio Sanfelix, delegado diocesano de Liturgia y música sacra y párroco de la Asunción de Chilches y El Salvador de La Llosa, sobre Placuit Deo, la última carta de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
¿Qué le ha parecido Placuit Deo, la última carta de la Congregación para la Doctrina de la Fe?
Necesaria y oportuna para ofrecer el significado de la salvación cristiana ante las transformaciones culturales de hoy. El papa Francisco nos ha recordado que” no estamos en una época de cambios sino en un cambio de época”. Ante esta nueva realidad cambiante, la Iglesia debe responder ayudando al mundo contemporáneo a descubrir que Jesús es el único salvador de todo hombre y de toda la humanidad. Es un documento que tiene el mérito de ser breve, claro y ordenado, y al mismo tiempo de ofrecernos algunas enseñanzas católicas fundamentales.
¿Qué destacaría como lo más relevante de este mensaje de la Iglesia sobre los tiempos contemporáneos?
En nuestros tiempos algunos cristianos interpretan a Jesucristo desde categorías culturales del momento ancladas en el subjetivismo, como si los hombres fueran individuos aislados, capaces de encontrar por sí mismos la salvación de los males que indudablemente nos afectan. Sin embargo, este planteamiento subjetivo vacía la realidad de la fe cristina como encuentro real con Jesucristo, Dios y hombre verdadero que ha asumido nuestra condición humana en todo menos en el pecado, y que ha fundado la Iglesia como camino de salvación ofrecida a todos los hombres.
¿Cree que es absolutamente realista que se hable de neo-pelagianismo y neo-gnosticismo?
Es claro que esos errores existen hoy en día. Por un lado el individualismo centrado en el sujeto autónomo tiende a ver al hombre como un ser cuya realización depende únicamente de su fuerza. En esta visión, dice la Carta, “la figura de Cristo corresponde más a un modelo que inspira acciones generosas, con sus palabras y gestos, que a aquel que transforma la condición humana”. Por otra parte, el neo-gnosticismo propone, según la Carta, una salvación meramente interior que no llega a asumir, sanar y renovar nuestras relaciones con los demás y con el mundo creado. En este sentido es evidente, por ejemplo, el componente gnóstico de la “New Age”. Obviamente, el documento señala que ambas formas de deforman la confesión de fe en Cristo, el Salvador único y universal.
¿Dónde se encuentra el hombre postmoderno?, ¿hacia dónde va?
Creo que hay un cambio en la estructura mental del ser humano ante el nuevo modelo cultural y social de nuestro tiempo. Cada persona, a su modo, sigue buscando la felicidad e intenta alcanzarla en la posesión o el bienestar material, la ciencia o la técnica, el poder o la influencia sobre los demás, la buena reputación o la autocomplacencia. Pero hay que ayudarle a descubrir lo que nos dice San Agustín, que nada creado puede satisfacer al hombre por completo, porque Dios nos ha destinado a la comunión con Él y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en Él.
¿Cree que la salvación del hombre pasa por la familia, una familia que pretenden destruir?
La salvación del hombre tiene nombre y rostro: Jesucristo, Hijo de Dios y Salvador. La familia sigue siendo en nuestros tiempos la institución más valorada de la sociedad, pero necesita salvaguardar aquellos valores esenciales en los que se fundamenta. Si la familia anda bien, la sociedad anda bien y las personas tienen más probabilidades de realizarse.Estoy seguro que apostando por la familia, la buena noticia de Jesucristo seguirá llegando al corazón de los hombres, especialmente al de los más pequeños y necesitados.
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