Festividad de la Virgen del Carmen y Día de las gentes del mar
Hoy es 16 de julio, festividad de la Virgen del Carmen, muy arraigada y celebrada en nuestra diócesis de Segorbe-Castellón, y la Iglesia celebra también el `Día de las gentes del mar´, cumpliéndose en esta ocasión 100 años de la fundación de la organización internacional Stella Maris, el apostolado de la Iglesia Católica con los marinos, los pescadores y sus familias, prestándoles la asistencia humana y espiritual que puedan necesitar durante su estancia en puerto.
Los voluntarios de la organización visitan los barcos, les llevan información sobre el puerto y la ciudad, boletines de noticias de diversos países y se pone a disposición de la tripulación. Les facilita transporte gratuito hasta el local, situado en la Avenida Ferrandis Salvador del Grao de Castellón, o hasta la ciudad, y les proporcionan medios para comunicarse con sus familias por teléfono o Internet. Ante cualquier problema se esfuerzan en ayudarles y en ofrecerles una acogida humanamente cálida, son el “hogar lejos del hogar”.
A nivel religioso ofrece asistencia católica al que lo desee y la necesite, e incluso, al ser marinos procedentes de todas las partes del mundo, la mayoría asiáticos, también facilita la asistencia de otras confesiones cristianas, e incluso de otras religiones.
En el Mensaje para el Domingo del Mar del año pasado, el prefecto del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, el cardenal Peter K.A. Turkson, nos invitaba a todos a conmemorar el centenario, cuya celebración estaba prevista el próximo 4 de octubre. Sin embargo, debido a la pandemia del coronavirus no es posible la realización de los actos enmarcados dentro del XXV Congreso Mundial de la Stella Maris, y se ha tenido que aplazar a octubre del 2021.
Animando a los capellanes y a los voluntarios, el cardenal les decía, “durante sus visitas cotidianas a bordo, que presten especial atención y entren en contacto con cada marino y pescador, con el mismo espíritu comprometido que animó a los pioneros de nuestro ministerio cuando, hace casi cien años, exactamente el 4 de octubre de 1920, decidieron reactivar y reformar el amplio ministerio de la Iglesia católica para la gente de mar”.
En la situación que estamos viviendo a causa de la pandemia, surge la necesidad de prestar servicio y de rezar aún más por la gente del mar, ya que son personas y familias enteras que sostienen con su trabajo la economía mundial, transportando productos básicos y necesarios en nuestra vida cotidiana. Así, el Apostolado de la Oración ha establecido, para el próximo mes de agosto, que la intención universal de la oración del Papa esté dedicada al mundo del mar: “Recemos por todas las personas que trabajan y viven del mar, entre ellos los marineros, los pescadores y sus familias”.
“Para algunas personas, la vida de los marinos puede resultar atractiva e interesante, puesto que durante la navegación tienen la posibilidad de visitar numerosos países, pero la realidad es otra, la vida de un marino está plagada de retos y de dificultades”, decía también el cardenal Peter Turkson en el mensaje. De hecho, durante estos meses Stella Maris no ha podido prestar asistencia a ninguna tripulación, ya que no han podido desembarcar, ni tampoco han tenido la posibilidad de volver a sus casas.
Albert Arrufat, párroco de Sant Pere Apòstol del Grao de Castellón y Director del Secretariado diocesano del Apostolado del Mar, añade que durante estos meses de pandemia “ese régimen de vida y laboral se ha visto alterado todavía más por las dificultades que están teniendo los marinos a la hora de desembarcar y, sobre todo a la hora de hacer los relevos de tripulación, ya que el tráfico aéreo para regresar a sus casas se ha cerrado o continúa restringido para muchos países de origen”.
El logotipo del Apostolado del Mar contiene la inscripción Stella Maris y la imagen de un ancla (esperanza), combinada con un salvavidas (fe) y con un corazón (caridad). En el centro, los rayos de luz y el color azul del mar. Stella Maris es el nombre por el que la gente del mar recurre a la Virgen María para su protección.
Virgen del Carmen, la Estrella del Mar que protege a los marinos
La gente del mar, incluida la Armada, honra a la Virgen del Carmen como su Patrona con misas procesiones marineras. El origen de esta devoción se sitúa en el Monte Carmelo, cuando el profeta Elías sube varias veces al monte sagrado para rogar a Dios por el fin de la sequía que sufría el país. En la séptima ocasión vio “una nube pequeña como la palma de la mano de un hombre” que subió del mar, “y en unos instantes el cielo se oscureció con nubes y viento, y cayó una lluvia abundante” (1Re. 18, 44-45). Muchos creyentes comenzaron a venerar este lugar, en el que nació la Orden de los Carmelitas.
Según la tradición, el 16 de julio de 1251, la Virgen se apareció al superior general de la Orden, San Simon Stock, como respuesta a sus oraciones por la situación complicada en la que se encontraba su Orden. La Virgen María se le apareció portando un escapulario en la mano, y prometiéndole que todo aquel que muriera llevándolo no iría al infierno. Al santo se le atribuye la siguiente oración, poniéndole el nombre a la Virgen de `Stella Maris´, estrella del mar:
Flor del Carmelo
Viña florida
Esplendor del Cielo
Virgen fecunda y singular
¡Oh madre tierna!
Intacta de hombre
A los carmelitas proteja tu nombre
¡Estrella del mar!
Con el tiempo, la devoción a la Virgen del Carmen se ha ido incrementando, en especial en los pueblos y ciudades costeras de España y de Hispanoamérica, y son varios los milagros recogidos en los diarios de navegación de barcos de todo el mundo asociados a la Virgen y su protección a los marinos, lo que ha ayudado a que aumente la devoción.
Es el caso del barco inglés “Ocean King”, que en 1845 se vio sorprendido por un fuerte huracán. Fisher, un ministro protestante que se encontraba a bordo, acudió a cubierta junto a su familia y otros pasajeros para rezar y pedir misericordia. Ante la gravedad de la situación, un joven tripulante hizo la Señal de la Cruz con su escapulario para a continuación tirarlo al mar, al instante la tempestad cesó y una ola devolvió el escapulario al barco. Asombrados por el milagro que acababan de presenciar, Fisher y su familia se convirtieron a la fe católica.
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