Jornada Mundial de la Vida Consagrada: “Parábola de fraternidad en un mundo herido”
La Iglesia española celebra hoy la Jornada Mundial de la Vida Consagrada de la que se cumplen hoy 25 años desde que en 1995 quedara así instituida por el Papa Juan Pablo II. Hoy se recuerda con especial gratitud y aprecio a las mujeres y hombres que a lo largo de los siglos, «dóciles a la llamada del Padre y a la moción del Espíritu, han elegido este camino de especial seguimiento de Cristo, para dedicarse a Él con corazón «indiviso» (cf. 1 Co. 7, 34),
En palabras de Juan Pablo II, esta celebración «quiere ayudar a toda la Iglesia a valorar cada vez más el testimonio de quienes han elegido seguir a Cristo de cerca mediante la práctica de los consejos evangélicos y, al mismo tiempo, quiere ser para las personas consagradas una ocasión propicia para renovar los propósitos y reavivar los sentimientos que deben inspirar su entrega al Señor».
Esta XXV Jornada lleva por lema: «La vida consagrada, parábola de fraternidad en un mundo herido», haciéndose eco, por un lado «de la condición llagada del ser humano y de la creación entera, en la que todos nos sentimos reconocidos y espoleados; y por otro, evocar la vocación y misión de las personas consagradas en la Iglesia y en la sociedad, como signo visible de la verdad última del Evangelio, de la llamada perenne de Jesucristo y de la cercanía del Padre para con cada ser humano».
La vida consagrada constituye una fuente de riqueza para la comunidad eclesial, en todos sus carismas e instituciones porque, tal como dijo San Juan Pablo II, «anima y acompaña el desarrollo de la evangelización en las diversas regiones del mundo, donde no sólo se acogen con gratitud los Institutos procedentes del exterior, sino que se constituyen otros nuevos, con gran variedad de formas y de expresiones». Los consagrados han desempeñado siempre un papel de ayuda y apoyo a la Iglesia que también es necesario en el presente del Pueblo de Dios porque pertenece íntimamente a su vida, a su santidad y a su misión.
El Subsidio Litúrgico de la Conferencia Espiscopal Española, tal como afirma nuestro Obispo en su carta semanal, advierte respecto a las heridas del mundo actual. Unas heridas que «supuran sin descanso más allá de los vaivenes de la política, la economía o la vida social». Los consagrados por el Señor, se afirma desde la Conferencia Episcopal Española, «conocen las luchas y los dolores de la existencia en carne propia y ajena; aprenden en la escuela de Cristo cómo acoger con profundidad y generosidad la fragilidad del día a día y el cáliz de angustia de las horas más amargas: las suyas y las de todos».
La invitación a «la fraternidad» de esta Jornada, tal como advierte el Papa Francisco en «Fratelli tutti», es comprender «que hay algo que nos une a todos, por encima de diferencias y de muros; es aspirar a una lógica que ayude a sanar las heridas, y es también la consecuencia de sentirnos hijos de un mismo Dios.» La fraternidad, como reza el lema de la Jornada, es una apuesta por bajar las barreras y abrirnos las puertas. Por conjugar el «nosotros» por encima del «yo», por compartir más que acaparar. En este contexto de pérdida del sentido trascendente de la existencia, la vida consagrada se presenta como un modelo de ayudar a sanar algunas de esas heridas y a poner los propios talentos al servicio del Reino, sabiendo que ninguno de nosotros vale para todo, pero todos valemos para algo.
Vida consagrada en nuestra Diócesis
La Diócesis cuenta con más de una trentena de institutos de Vida Consagrada y casi 300 religiosas y religiosos «tocados por el amor de Dios», como asegura nuestro Obispo, y que viven entregados a la salud, a la educación, a prestar atención a los pobres, a la vida contemplativa y a la oración, dándose y entregándose a los demás siguiendo el ejemplo de Jesús como auténticos discípulos, por quienes damos gracias a Dios por el don que suponen para la Iglesia Diocesana de Segorbe-Castellón.
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