«La Eucaristía es el signo más fuerte y más permanente del amor de Dios hacia los hombres»
Solemnidad del Corpus Christi en la Concatedral de Santa María, en Castellón
Ayer tarde se celebró el Corpus Christi en la Concatedral de Santa María, en Castellón, con una ceremonia litúrgica que presidió el Obispo de nuestra Diócesis, D. Casimiro López Llorente, en la que se exaltó el el Misterio Eucarístico como memorial del sacrificio de Cristo en la cruz y de su resurrección, y que se nos da como alimento quedándose realmente presente entre nosotros. La misma celebración tendrá lugar esta tarde, a las 19.00 h en la S.I. Catedral de Santa María, en Segorbe.
Tras la proclamación de la palabra, nuestro Obispo centró su predicación en «la Eucaristía» y puso el acento en las tres palabras que resumen nuestra Fe en el Sacramento de la Eucaristía: «memorial, banquete y presencia». La Eucaristía es memorial «del sacrificio redentor de Jesús en la Cruz – dijo D. Casimiro -, un sacrificio que actualizamos en cada Santa Misa; es banquete de comunión en el Cuerpo de Cristo, en el que el Señor mismo se nos da en comida y genera comunión; y es presencia real y permanente de Cristo Resucitado entre nosotros».
Testigos en el mundo
Dios es amor y ama a todos los hombres por igual, enfatizó el Obispo, «se queda con nosotros para que en Adoración, contemplando su amor supremo participemos en Él y, contagiados de su amor, seamos testigos en el mundo». Esa es nuestra fe y la Eucaristía, prosiguió D. Casimiro, «es el signo más fuerte y más permanente del amor de Dios hacia los hombres, descubriéndonos el verdadero rostro de Dios».
Tomando como referencia la palabra proclamada (Ex.24,3-8; Hb. 9,11-15; Mc.14,12-16.22-26) puso en relieve que la Eucaristía es el Sacramento «de la nueva y eterna Alianza de Dios con los hombres en Cristo» porque el Cuerpo entregado y la Sangre derramada, «sellan esa nueva y definitiva Alianza entre Dios y la humanidad». D. Casimiro recordó que el sacrificio de Jesús en la cruz no se repite «sino que se actualiza en cada Santa Misa para que el amor de Dios alcance a todos y en todos los tiempos».
En este sentido resaltó que la vida de Jesús no tuvo otro fin «que darnos a conocer y comunicarnos el Misterio de Dios, que Dios es amor y comunión de vida de amor infinito» y que su muerte en la cruz «fue la demostración suprema del amor de Dios para cada uno de nosotros» entregando su Cuerpo en comida y su Sangre en bebida, dejándonos la Eucaristía «como banquete de comunión de vida en el que Jesús se nos ofrece y nos da la vida».
Eucaristía: Centro de vida de la Iglesia
Siendo así, dijo nuestro Obispo, «la Eucaristía, es el centro de la vida de la Iglesia y de cada cristiano, hacia la que caminamos, la fuente de la que partimos, y la comida de la que nos nutrimos». Sin la celebración de la Eucaristía, resaltó D. Casimiro, no habría Iglesia porque de hecho – dijo – está destinada a ser Sacramento de la unidad de Dios con los hombres y de los hombres entre sí». En este sentido exhortó a la participación plena en la Eucaristía porque sin ella, «la fe del cristiano languidece, se apaga y se muere». Si queremos perseverar en la fe, insistió, «es imprescindible participar activa y plenamente en la Eucaristía porque sin ella no podemos existir ni vivir», invitando a los fieles congregados a una «mayor implicación para poner en valor la Eucaristía por ser el mayor tesoro que tienen los cristianos». De la Eucaristía brota el mandamiento nuevo del amor: «amaos los unos a los otros como yo os he amado» y así, aseveró D. Casimiro, «estamos llamados a vivir este amor de tal modo que llegue a todos porque a todos está destinado».
Día de la Caridad
Coincidiendo con la Solemnidad del Corpus Christi se celebra el Día de la Caridad, este año bajo el lema: «comprométete y tiende tu mano». Y aprovechando el lema, el Obispo exhortó a que nos comprometamos «en esta tarea de llevar el amor del que participamos en cada Eucaristía a otros para que todos sientan el amor, la cercanía y la Misericordia de Dios».
Recordó que esta crisis sanitaria y sus consecuencias «nos urgen a redoblar nuestro esfuerzo y compromiso con todos aquellos que lo están pasando mal, siendo desprendidos, pero también austeros en nuestra forma de vida» porque esta crisis «tendría que ayudarnos a cambiar nuestros estilos de vida, tantas veces egoísta, materialista y despilfarrador». A la crisis sanitaria D. Casimiró sumo también «la crisis en valores morales» invitando a los fieles a redoblar nuestro compromiso personal y nuestra generosidad económica porque «Jesús nos llama a reconocerlo y a amarle en el hermano necesitado». Para concluir, exhortó a «adorar al Señor y contemplar su amor supremo para dejarnos transformar por Él» porque solo así «podremos ser testigos comprometidos en el mundo».
Procesión claustral
Debido a las restricciones por la pandemia la tradicional procesión de exaltación del Cuerpo de Cristo no se pudo realizar por las calles de la ciudad. Sin embargo, tras la exposición del Santísimo Sacramento del Altar tuvo lugar la procesión en el interior del templo y desde el pórtico central de la Concatedral el Obispo bendijo a los fieles concentrados en la Plaza Mayor.
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