La necesaria participación de los católicos en la vida política centra el 2º Encuentro de Testigo Directo
La respuesta social a la batalla de las ideas en el contexto actual fue el objeto del encuentro
La respuesta social a la batalla de las ideas fue ayer el tema de análisis y reflexión del ciclo de encuentros organizado por la Asociación Católica de Propagandistas y la Universidad CEU-Cardenal Herrera que se está celebrando cada jueves de este mes de julio en Villa Elisa (Benicàssim) en colaboración con el Ayuntamiento del municipio.
La vocación de servicio de todo cristiano marcó, en cierta medida las reflexiones de ayer tarde dentro del contexto electoral actual. En una España donde, según datos de la última memoria de la Conferencia Episcopal Española, el 67% de los ciudadanos se declaran católicos, varias fueron las cuestiones que se abordaron.
La ex diputada vasca María San Gil, por su arraigada trayectoria política, y la Secretaria General de la Asociación Católica de Propagandistas, Carmen Fernández, también profesora de Doctrina Social de la Iglesia en la Universidad CEU, abordaron la necesaria participación de los católicos en la vida pública desde la perspectiva del humanismo cristiano.
En este sentido desgranaron, las ideas que en este momento presentan un mayor conflicto o controversia y para las que hay respuesta desde la Doctrina Social de la Iglesia. Pusieron de manifiesto el choque frontal que la promulgación de determinada legislación ante la defensa de la vida y de la familia cuestiona la dignidad de la persona humana.
También abordaron el individualismo, el relativismo, el subjetivismo, así como la creciente secularización de la sociedad como realidades a las que se enfrenta la Iglesia en el momento actual y que precisan de una respuesta en la que los laicos tienen un papel fundamental.
María San Gil expuso su experiencia personal en política y se mostró contundente al afirmar que no hay que tener miedo a defender en público los valores cristianos. Por su parte, Carmen Fernández, como profesora de Doctrina social de la Iglesia, y también como directora del Instituto de Estudios de la Familia, puso en valor el apostolado de la vida pública, y apostó por impulsar acciones que, como la «Fiesta de la Resurrección» favorecen la libertad religiosa y actúan como mecanismo para proponer la fe.
También se mostraron agradecidas por la sociedad cristiana que heredamos de nuestros antepasados e hicieron una llamada a la responsabilidad de todos respecto a la sociedad que dejaremos en herencia a las generaciones venideras. Como conclusión a esta interesante reflexión, ambas coincidieron en que es no solo es posible ser católico y participar en la vida pública sino que además es necesario y que tenemos la responsabilidad de defender los principios y valores que consideramos que son ética y moralmente los apropiados para contribuir al bien común.
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