La reunión mensual del clero joven profundiza en «Comunión y Liberación» a la luz del Primer Anuncio
La parroquia de La Merced de Burriana ha acogido la reunión mensual de formación del clero joven que, en esta ocasión, ha profundizado sobre el movimiento Comunión y Liberación a la luz del Primer Anuncio como objetivo del presente curso pastoral.
Los responsables de CL en la Diócesis de Segorbe-Castellón, Pilar Chiva y Gonzalo Izquierdo ofrecieron las claves de cómo vivir y concretar la fe a partir de su experiencia personal. Fundado por Luigi Giussani en 1959 a partir de un documento que, bajo el título «El sentido religioso», se concibió como fundamento de su propia propuesta educativa y como un itinerario de pensamiento y experiencia, identificando el sentido religioso como «la esencia misma de la racionalidad y la raíz de la conciencia humana».
En sus inicios, Comunión y Liberación, nació bajo el nombre de Gioventù Studentesca dando paso a una importante acción misionera sostenida principalmente por estudiantes y, extendiéndose posteriormente a un grupo formado por adultos que persiguen una vocación de entrega total a Dios viviendo en el mundo. En su concepción actual, Comunión y Liberación surge tras la crisis estudiantil de 1968 en la que muchos de los jóvenes dejaron el Movimiento para sumarse al movimiento estudiantil marxista.
Comunión y Liberación es esencialmente una propuesta de educación en la fe cristiana. Una educación que no acaba a una determinada edad, sino que continúa siempre, porque siempre se renueva y se profundiza. Lo mismo ocurre con el Evangelio que, a pesar de ser escuchado mil veces, revela siempre aspectos nuevos. Es lo que sucede en la experiencia del amor humano, en la creación artística e incluso en la simple vida diaria. La búsqueda de la verdad, la belleza, la justicia y la felicidad no se agota nunca. Lo mismo se da con la educación en la fe que hace del cristianismo una aventura en la vida y no una simple “preparación” para la vida.
El instrumento “educativo” fundamental que se propone a los miembros del Movimiento es la Escuela de comunidad, que consiste en la lectura y meditación personal de un texto, al que siguen después encuentros comunitarios que se celebran en lugares públicos. El método de este trabajo es una comparación continua entre la propuesta cristiana y la propia vida, para comprobar constantemente –a la luz de la experiencia– la capacidad que dicha propuesta tiene para responder a las exigencias del hombre en su relación con cualquier aspecto de la realidad.
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