Los catequistas y profesores de Religión, llamados y enviados a evangelizar
Esta mañana, la S.I. Concatedral de Santa María, en Castellón, ha acogido la Eucaristía en la que nuestro Obispo, D. Casimiro, ha enviado a los catequistas y ha entregado la Missio Canónica a los profesores de Religión y Moral Católica.
Ha acudido una amplia representación de aquellos que catequizan en las parroquias o enseñan en los centros educativos de la Diócesis, que comprometidos con la fe de la Iglesia y fieles a la vocación cristiana, responden al Señor y afrontan la tarea que Él pone en sus manos, de llevarle a los demás.
El Obispo, en la homilía les ha invitado a “caminar juntos para crecer en comunión y salir renovados a la misión”. “Vuestra tarea no es algo que os habéis adjudicado personalmente”, sino “que evangelizáis en la catequesis, enseñáis en la escuela, no en nombre propio sino en nombre del Jesús, una llamada que os llega a través de la llamada del Obispo, en la Iglesia”, les ha dicho, “eso es lo que celebramos”.
Ante las dificultades que encuentran a diario los catequistas y profesores, también ataques, el Obispo les ha exhortado a escuchar la Palabra y a buscar el rostro de Dios. Para ello, hoy se ha centrado en tres palabras: Espíritu, conversión y frutos.
“Acojamos la acción del Espíritu”
“Abramos nuestro corazón a la acción del Espíritu”, ha dicho, “porque sin Él no podemos hacer nada”, pues es quien “nos lleva una vez más al encuentro con el Señor resucitado, el Maestro interior que nos ayuda a conocer a Jesús, a encontrarnos con Él, a recuperar nuestra fe”.
En relación a la primera lectura proclamada, Rm. 8, 1-11, ha explicado que el deseo del Espíritu es vida y paz, “desear que todos aquellos que el Señor ponga en vuestras manos tengan Vida, la Vida que brota de Dios a través del Señor Jesús, muerto y resucitado para que en Él tengamos Vida”. Para ello es necesario “abrir nuestro corazón a la acción del Espíritu, ser dóciles a lo que Él nos va diciendo, acoger también su fuerza en la debilidad, su aliento en el desfallecimiento, Él es el que alienta a nuestra Iglesia”.
Una conversión personal, pastoral y misionera
«Si no os convertís, todos pereceréis», ha dicho D. Casimiro citando el Evangelio de Lc. 13, 1-9. “Una conversión personal al Señor” es “una tarea diaria, porque no es solo volver la mirada a Dios sino renovarse desde dentro, dejarse purificar, y eso es algo que hay que cultivar en el encuentro con el Señor a través de la lectura orante de su Palabra, del encuentro con Él en la Eucaristía, porque sino, vuestra vida como cristianos se irá debilitando y apagando”, ha advertido.
También es precisa una conversión pastoral “para transmitir la fe y ayudar a que los niños vayan creciendo como cristianos creyentes, testigos y discípulos del Señor, y que lleve a una conversión misionera”. En la catequesis y en la clase de Religión, “en el centro siempre ha de estar Jesucristo, pero habrá que renovar los métodos”, ofreciendo siempre la doctrina de la Iglesia, el Evangelio, “para que llegue a aquellos que el Señor ha puesto en nuestras manos”, decía. “Hay que seguir formándose, es fundamental una formación permanente para cumplir debidamente la misión”, les ha pedido.
Sembrar bien para que haya frutos
“Vuestra tarea es sobre todo sembrar, pero sembrar bien”, pues “no sembramos cualquier cosa sino al Señor, su Evangelio, la doctrina y la moral de la Iglesia, ayudando a los catequizandos a que vayan creciendo como cristianos, discípulos misioneros del Señor”, ha dicho a profesores y catequistas, “proponiéndoles lo mejor que tenemos en nuestras manos, que es Cristo Jesús, muerto y resucitado”.
“Antes que nada sois cristianos”, les ha recordado, pues “no se puede ser catequista o profesor de Religión “si uno no vive la fe que, en nombre de la Iglesia, ha de ofrecer a otros”, sería una contradicción “no estar en comunión con Cristo y con la Iglesia”.
Tras ello, tanto los profesores como los catequistas, ante el Obispo, Pastor de la Iglesia que peregrina en la Diócesis de Segorbe-Castellón, han aceptado la misión, han renovado su compromiso bautismal y han profesado la fe de la Iglesia.
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