Riqueza artística del Belén Napolitano de la Arciprestal San Jaime
A pesar de que la tradición más extendida de montar el belén en España es durante el primer domingo de Adviento, en el caso del belén Napolitano de la Arciprestal San Jaime, en Vila-real, se retrasa hasta el 21 de diciembre como consecuencia de las fiestas en honor a la Purísima Concepción.
El artista responsable del montaje es, Pere Ramos Carreño, que nos confirma que el belén completo consta de 300 piezas, que se incorporan a medida que consiguen restaurarlas. “Las figuras –cuyo armazón es de alambre y estopa- tienen las manos de talla de madera y los pies de barro. Son articuladas y se pueden colocar de pie, de rodillas, sentadas y todas van vestidas con tela. Pertenecen a varias épocas, pero el origen data del s. XVIII y se encargó en Nápoles”.
Este año, el belén mide dos metros de profundo por 8 de largo y está compuesto por 87 figuras. Ramos Carreño asegura que «resulta imposible utilizar todas las figuras debido al espacio que se precisaría». Otra de las peculiaridades de la riqueza artística de este belén, según afirma el artista, es que cada año se procura ambientar la decoración en alguna escena real del municipio. En esta ocasión, el artista Ricardo Ramos, ayudante de Pere Ramos, se ha encargado de reproducir el campanario y la fachada principal de la Arciprestal.
El belén podrá ser visitado hasta el próximo 6 de enero en horario de Misa, por las mañanas de 8.30 a 10.00h; y por las tardes, de 18.00 a 20.00h.
La tradición del Belén en España se produce a partir del s. XV pero su gran difusión se debe a Carlos III y posteriores monarcas. Felipe V, en su viaje a Italia (1702) recibe un Belén como regalo y su hijo, Carlos III – rey de Nápoles desde 1735- continúa con la tradición de montar un gran belén en palacio. Las figuras procedentes de Nápoles marcarán la pauta a seguir por los artistas españoles durante el siglo XVII.
El Belén Napolitano describe teatralmente las costumbres del pueblo, por lo que las escenografías eran muy importantes, así que cada año se habilitaba una sala de palacio para el montaje del “Belén del Príncipe”, que se llama así porque Carlos III lo encarga para su hijo Carlos IV, al que poco a poco va añadiendo mas figuras, como posteriormente lo fueron haciendo Carlos IV y los sucesivos monarcas que lo enriquecieron de tal manera que llegó a tener casi seis mil piezas entre figuras, animales y adornos, con multitud de escenas como la posada, la taberna o el mercado y en su montaje participaban escultores, albañiles, carpinteros, joyeros y diversos artesanos de diferentes oficios de la época.
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