Esta mañana, el santuario de la Virgen de la Cueva Santa en Altura, ha acogido la celebración eucarística en honor a la Patrona de la Diócesis de Segorbe-Castellón.
La Solemne Eucaristía ha estado presidida por Mons. Casimiro López Llorente, Obispo de Segorbe-Castellón, y concelebrada por el Vicario General, Javier Aparici y el Rector del Santuario, Juan Manuel Gallent, así como el Vicario de Pastoral, Miguel Abril, el Vicario del Clero, Marc Estela y un buen grupo de sacerdotes de la Diócesis. La celebración ha estado marcada por la devoción y el culto a la Blanca Paloma, Patrona de nuestra Iglesia diocesana, en la que han participado también los seminaristas de los Seminarios de Segorbe-Castellón.
Pese a que la celebración ha tenido lugar en jornada laboral, fieles de diferentes puntos de la diócesis se han desplazado hasta el Santuario de la Virgen de la Cueva Santa para participar en la celebración.
Tras la proclamación de la Palabra, el Obispo ha exhortado a seguir siendo «signo presente de la presencia amorosa de Dios en este mundo». D. Casimiro ha concedido gran parte del protagonismo de la homilía a la Madre de Dios, cuyo ejemplo de humildad, nos lleva al encuentro con el Señor.
Así ha recordado el trabajo pastoral del curso pasado que, estando centrado en el Primer Anuncio, nos llevó » al encuentro con Cristo Jesús «ama, sana, cura, alienta y salva». En este sentido se ha referido también al objetivo pastoral del presente curso, que arrancará oficialmente el próximo 21 de septiembre que se celebra la Jornada Diocesana de Inicio de Curso Pastoral, que tendrá como denominador común el acompañamiento «para avivar nuestra fe y seguir creciendo a nivel personal y comunitario, acogiendo la palabra y la gracias a través de los Sacramentos».
El acompañamiento, ha resaltado D. Casimiro, lo es «para crecer como cristianos, para ir percibiendo cuál es el sueño de Dios para cada uno de nosotros y cuál es el camino para cumplir ese sueño». Ha exhortado a cumplir la voluntad del señor siguiendo el ejemplo de la Virgen y «siendo humildes como Ella, podamos decir: hágase en mi según tu Palabra».
El Santuario de la Virgen de la Cueva Santa, en Altura, acogerá mañana a las 11:00 h. la solemne Eucaristía en honor a la Patrona de la Diócesis de Segorbe-Castellón. Sacerdotes, seminaristas y fieles devotos de la Virgen acompañarán a nuestro Obispo D. Casimiro en la celebración.
La devoción hacia la Virgen de la Cueva Santa se remonta al hallazgo milagroso de la imagen de la Virgen en una cueva natural, lo que la dotó de un carácter místico y sagrado. A lo largo del tiempo, se le ha atribuido la intercesión en múltiples milagros y favores divinos, lo que ha incrementado la fe popular en su protección y amparo.
Cada año, miles de peregrinos acuden al santuario para rendir homenaje a la Virgen, particularmente en las festividades de su advocación. Nuestra Diócesis celebra todos los años, en la fiesta litúrgica, esta Eucaristía en su honor, consolidando su papel como fuente de unión y de fe, así como de consuelo y esperanza, que nos lleva siempre al encuentro con su Hijo Jesucristo.
La fiesta en honor a la Virgen de la Cueva Santa, Patrona de Segorbe y de la Diócesis, supuso anoche el broche de oro, a una semana de celebraciones que han tenido como protagonista a la Virgen en sus advocaciones de La Esperanza, Loreto y la Cueva Santa.
La celebración tuvo lugar, con toda solemnidad, en la S.I.Catedral de Segorbe y estuvo presidida por Mons. Casimiro López Llorente, acompañado por una nutrida representación de sacerdotes y concelebrada por el Deán Catedral, D. Federico Caudé y D. Jose Manuel Beltrán, párroco de Santa María.
Tal como ha sucedido en todas las celebraciones religiosas de la semana pasada en honor a la Virgen, la Alcaldesa de Segorbe, Mª Carmen Climent García y demás concejales del equipo de gobierno, así como la Guardia Civil y otras autoridades locales, participaron en la Solemne Eucaristía. Junto a ellos, las Reinas y Corte de Honor, las Doncellas de Segorbe, la Comisión de Fiestas y otros representantes de entidades festivas de la localidad, y las niñas y niños de Primera Comunión, a quien D. Casimiro saludó afectuosamente.
La parte musical de la Eucaristía corrió a cargo de la Capilla Catedral, que interpretó, bajo la dirección de D. David Montoliu, la Misa de Marco Frisina.
Tras la proclamación de la Palabra, el Obispo agradeció al pueblo de Segorbe «el cariño, la gratitud y la devoción» a la Virgen de la Cueva Santa y recordó con emoción «la emotiva ofrenda de flores» que tuvo lugar la tarde del sábado y que fue particularmente participativa.
La reflexión del D. Casimiro durante la homilía tuvo como protagonista a la Virgen a quien confiamos, dijo el Obispo, «la vida de nuestro pueblo y de sus habitantes, de nuestros niños y de nuestros jóvenes, de nuestras familias, de nuestros mayores y de nuestros enfermos, de nuestras parroquias y también de nuestra Diócesis».
Proclama la grandeza del Señor
El pasaje Evangélico de la Visitación y el Canto del Magníficat fueron el eje narrativo de la homilía en la que nuestro Obispo describió a la Virgen como «la más humilde y más grande de todas las criaturas, en quien resplandece la eterna bondad y amor de Dios, que nos ha creado por amor y para el amor».
La respuesta de María a las palabras de su prima Isabel, dijo D. Casimiro en referencia al Magníficat, «es como una biografía espiritual de la Virgen». Ella proclama que el Señor es grande «porque es humilde y sabe que cuánto es y cuánto de bueno se dice de ella, se lo debe enteramente al amor de Dios para con ella». María sabe «que Dios es grande con Ella y quiere que Dios sea grande para toda la humanidad», puntualizó el Obispo.
El hombre es grande si deja a Dios ser grande en su vida
Así exhortó a «abrir nuestro corazón a Dios». En el contexto actual, de secularización, de agnosticismo, de cancelación de todo lo cristiano, se cree y se difunde que el ser humano llegará a ser realmente libre si vive de espaldas a Dios», y ese, puntualizó, «es el verdadero drama de nuestro tiempo: querer erigirse a sí mismo en Señor y centro de la existencia, en querer suplantar a Dios, en querer ser Dios sin Dios».
La Virgen, continuó D. Casimiro, «nos muestra, por el contrario, que el hombre es grande y llegará a su plenitud sólo si deja a Dios ser grande en su vida, y Ella es la más grande porque ha dejado a Dios ser grande en su vida».
El ejemplo de María es vital porque «nos enseña a confiar enteramente en Dios». Sin Él «nada somos», dijo el Obispo animando a los fieles a «no tener miedo y dejarse amar por Dios, a abrir su corazón a Él, para dejarnos amar, para abrirnos a su voluntad, el camino que nos lleva para llegar a la plenitud. Ahí está la fuente de la dicha, la vida y la libertad, y está la raíz de la esperanza».
Finalmente exhortó a dejar que Dios «sea grande en nuestras vidas» y que, como hizo María «sepamos acoger a Dios en nuestro corazón».
Tras la Eucaristía, ya avanzada la noche, las principales calles de Segorbe se engalanaron para honrar a su Patrona, la Virgen de la Cueva Santa, que procesionó ante la mirada devota de los fieles que abarrotaron las calles como muestra de cariño y agradecimiento a la Virgen de la Cueva Santa.
El próximo miércoles, 11 de Septiembre, el Santuario de la Virgen, en Altura, acogerá también la Solemne Eucaristía que presidirá el Obispo de Segorbe Castellón a las 11h de la mañana.
El Santuario de la Virgen de la Cueva Santa, en Altura, ha acogido esta mañana la solemne Eucaristía en honor a la Patrona de la Diócesis de Segorbe-Castellón. Sacerdotes, seminaristas y fieles devotos de la Virgen han acompañado a nuestro Obispo en la celebración.
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El Santuario se ha convertido en el centro neurálgico para venerar y honrar a la Virgen, cuya advocación de la Cueva Santa, ha dicho D. Casimiro, es «lo que nos une como Iglesia diocesana, y sentirla como nuestra es sentir a la Iglesia a la que pertenecemos».
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El Obispo ha invitado a los fieles a dejar ante la Virgen «las inquietudes, anhelos y necesidades que llevamos en nuestro corazón, pues ella está pendiente de nosotros y nos lleva al encuentro con su Hijo».
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Ha puesto a los pies de la Patrona el nuevo Curso Pastoral, que se inicia este próximo sábado con una Jornada Diocesana que se va a celebrar, a partir de la 09.30h de la mañana, en el Seminario Mater Dei. Un curso, ha resaltado el Obispo, «en el que iniciamos una nueva etapa como Iglesia diocesana para que, unidos en Cristo acojamos la misión evangelizadora».
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En este sentido, se ha referido a María como primera discípula de su Hijo quien, en referencia al Evangelio de la Visitación que se ha proclamado, acudió presta a servir a su prima llevando en su vientre al Hijo de Dios. Como Ella, ha exhortado el Obispo a los presentes en este momento de la Iglesia, a «levantarnos, salir de nuestra comodidad y ser testimonio de Jesucristo, vivo y resucitado, ante tantos».
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También ha abogado por la fraternidad y la comunión para ser auténtica Iglesia misionera que, en este curso pastoral, tiene como objetivo el Primer Anuncio para promover el encuentro personal con Cristo.
Para concluir, a la Virgen de la Cueva Santa ha elevado petición «para acoger a Cristo en nuestra vida, y dejarnos transformar por Él y llevarlo a otros a la misión.
La fiesta en honor a la Virgen de la Cueva Santa, Patrona de Segorbe y de la Diócesis, supuso el broche de oro, a varios días de celebraciones que han tenido como protagonista a la Virgen en sus advocaciones de Esperanza, Loreto y la Cueva Santa.
Han sido varios días de preparación para, como dijo ayer tarde el Obispo, «para sentir la presencia cercana de nuestra patrona la Virgen de la Cueva Santa».
Con estas palabras, Mons. Casimiro López, veneró a la Patrona de Segorbe y también de la Diócesis exhortando a los fieles a «anunciar, como hizo María, al Hijo de Dios». Fue durante la homilía de la Solemne Eucaristía que se celebró en la S. I. Catedral de Segorbe.
La Virgen se vio arropada, un día más, por la corporación municipal, demás autoridades, comisión de fiestas, reinas y damas de las fiestas, así como por las diferentes asociaciones y cofradías y numerosos fieles que, desde el pasado miércoles, han participado en cada una de las celebraciones religiosas, que ayer culminaban cantando a la Virgen «tu eres el orgullo de nuestro pueblo».
Levantarse, salir sin demora y servir
Tras la proclamación de la Palabra, D. Casimiro puso el acento en «la actitud de la Virgen María» que ha de alentarnos a que «nuestra devoción sea sincera y no quede reducida a unos días», sino que como hizo María tras el anuncio del ángel, sintamos la necesidad de levantarnos, salir sin demora y servir.
El Obispo puso el acento en esta actitud de servicio «para salir a llevar a otros, al Hijo de Dios, y el amor de Dios». Y es que, durante estos días, cada una de las celebraciones religiosas han servido para, de la mano de la Virgen, «ir al encuentro con el Señor».
En la Encarnación tiene lugar el momento central de la historia de la humanidad, recordó D. Casimiro. «Dios mismo, desde su pobreza, se hace hombre para enriquecernos con su divinidad y hacernos hijos de Dios». Y es en Jesús, Hijo de María, donde se revela quienes somos, de dónde venimos, hacia dónde caminamos y cómo hacerlo: «acogiendo el amor de Dios y trasladándolo a los demás como nos muestra María».
La gran lección de María en la celebración de ayer, tal como destacó nuestro Obispo, es precisamente en «no detenerse ante las dificultades, sino que con la fuerza del Espíritu, «salir a los caminos para anunciar lo más grande que tenemos y que es el Hijo de Dios».
D. Casimiro, fiel a la misión como Pastor de nuestra Iglesia diocesana, insistió en la necesidad de «salir de la rutina, de la tibieza, del miedo para no quedarnos recluidos en los templos y no avergonzarnos de ser cristianos y manifestarlo».
Por último el Obispo reparó en la Virgen tal como ella misma se define: esclava del Señor: «fiel servidora de Dios y de todos los hombres», matizó D. Casimiro. El don de la fe y el don de la vida nueva de Dios, «no es para que nos lo reservemos para nosotros, sino para ofrecerlo, sirviendo a todos aquellos que están necesitados de Dios».
Para concluir, Mons. Casimiro López manifestó su deseo de «encontrarnos con el Señor de manos de María, de levantarnos de nuestra dejadez y nuestro alejamiento, para habiendo acogido al Señor dentro de nosotros, salir a prisa, para anunciar a otros la maravilla, la alegría que da al saberse amados por Dios». Como en los días previos, la parte musical de la Eucaristía corrió a cargo de la Capilla Catedral bajo la dirección de D. David Montolio.
Tras la Eucaristía, la celebración culminó con la procesión de la Virgen de la Cueva Santa ante el fervor y devoción de los fieles que salieron a las calles para manifestar su veneración a la Patrona.
Palabras del Cardenal Arzobispo Mons. Antonio Cañizares en la concentración mariana en el Santuario de la Cueva Santa
Cientos de fieles de nuestra Diócesis rinden pleitesía a la Virgen Peregrina de los Desamparados
El Santuario de la Virgen de la Cueva Santa, Patrona de la Diócesis de Segorbe-Castellón, ha sido esta mañana, escenario de la devoción y el fervor hacia la Mare de Déu dels Desamparats, Patrona de la Comunidad Valenciana, donde cientos de fieles han acudido a rendirle pleitesía.
Procedentes de diferente puntos de la geografía diocesana y pertenecientes a diferentes movimientos, asociaciones, Cofradías y Hermandades marianas, la Virgen Peregrina ha acogido a sus hijos en esta peregrinación que, como otras tantas se están celebrando por toda la geografía valenciana en preparación de la celebración del Centenario de la Coronación Canónicade laVirgen que tendrá lugar el próximo mes de mayo de 2023.
La conmemoración recuerda la ceremonia de Coronación que se celebró en el Puente del Real de Valencia, el 12 de mayo de 1923 ante la presencia de una multitud de valencianos. Por ello, a lo largo de este Año Jubilar Mariano se han organizado actos celebrativos como el que ha tenido lugar hoy en el Santuario de la Cueva Santa, en la localidad de Altura.
La visita ha sido organizada como respuesta a la invitación del Cardenal Antonio Cañizares a todos los Obispos de las diócesis de la Comunitat Valenciana a sumarse a estos recorridos especiales de la imagen procesional de la Mare Déu a los principales santuarios marianos de las distintas Diócesis. De esta forma, nuestro Obispo, Mons. Casimiro López Llorente, hizo extensiva la invitación para participar en esta concentración para acoger a la Virgen Peregrina en el Santuario diocesano por ser la casa de nuestra Patrona.
La acogida a la Virgen peregrina se ha producido a las 10.30 de la mañana y, a continuación se ha rezado el Santo Rosario en la explanada, donde posteriormente se ha celebrado la Eucaristia, que ha estado presidida por el Cardenal Arzobispo de Valencia, Mons. Antonio Cañizares y concelebrada por el Obispo de Segorbe-Castellón, Mons. Casimiro López Llorente.
La Liturgia de la Palabra daba paso a la homilía, en la que el Cardenal Arzobispo, ha saludado con afecto y cariño a su «querido hermano Obispo de Segorbe-Castellón», así como a «los hermanos sacerdotes y a los fieles, en esta visita a este lugar tan entrañable», en alusión al Santuario en cuyo interior se alza la imagen de la Virgen de la Cueva Santa.
Las palabras de nuestro Arzobispo han sido un canto a la grandeza del Señor que, a través del Magníficat, nos ha exhortado a hacer nuestro. María «llena de gracia y a quien no tocó el pecado primero, fue preservada al designio de gracia, de amor y de misericordia de Dios, destinada a ser la Madre de su Hijo, salvador de todos los hombres».
Toda la homilía ha sido un canto a María, a través de la cual, ha dicho Mons. Cañizares, «hemos de hacer un espacio a Dios cada día de nuestra vida para que ocupe nuestro tiempo y hacerlo más amplio y más rico». Y es que esta concentración ha coincidio también en plena Novela de la Inmaculada Concepción, a quien se ha referido el Cardenal por ser «figura de la Iglesia, Inmaculada y toda Santa».
Aquí estoy Señor, para hacer tu voluntad
Ella, refiriéndose a la Virgen María, ha dicho Mons. Cañizares, «contempla al Señor a lo largo de toda la historia de la Salvación, hasta la cruz, y que llega a nosotros de generación en generación mostrándose como esclava del Señor que, en todo, se pliega a su voluntad, unida a Él y siendo su primera discípula».
Las palabras del Arzobispo nos han unido a María, especialmente, porque «nos refleja la familiaridad con la Palabra, siendo dichosa de escuchar la Palabra de Dios y cumplirla». Irradia amor y bondad «porque habla, piensa y actúa como Dios, viviendo su palabra y estando inmersa en ella, recibiendo la luz interior de su sabiduría».
Una sabiduría que nos ha trasladado hasta el pasaje evangélico de las bodas de Caná y que, como ha enfatizado Mons. Cañizares, «nos dice ahora a nosotros: haced lo que Él os diga». Si nosotros hacemos lo que Él nos dice, ha recalcado el Cardenal, «participaremos de la conversión en nuestras vidas que, como el vino de las bodas de Caná, nos lleva a la obra final del Señor: el amor». Un amor, ha proseguido el Arzobispo, «que se da hasta el extremo en la Cruz, un amor del que se recibe el perdón y la reconciliación y nos lleva hasta la alegría».
Esta misma alegría es de la que participaremos la noche Santa de la Navidad a la que nos estamos preparando en este tiempo de Adviento y que tampoco ha pasado desapercibido para el Arzobispo de Valencia.
Llamados al amor de Jesucristo
El Cardenal Cañizares se ha referido también a este tiempo de Adviento en el que estamos llamados a la conversión y a través de la devoción a María, ha dicho, «llamados también a hacer la voluntad del Hijo de Dios». Y con la alegría desbordante de la celebración del acontecimiento que cambió el rumbo de la historia, hacer que este mundo «pase de la amargura a la alegría desbordante que llevará el amor de Dios a todos, porque todos estamos llamados al amor de Jesucristo, que no tiene límites, que siempre es servicio y que, como Él, llevemos a todo el mundo la alegría de la paz y la esperanza».
El encuentro mariano de hoy ha sido «hermoso y grande» para Mons. Cañizares, donde las advocaciones de la Virgen de la Cueva Santa y la Virgen de los Desamparados ha de conducir a las Diócesis de Segorbe-Castellón y la de Valencia «a vivir una fraternidad más grande, más unida y más fuerte y así, acompañados por la Virgen María, podamos ser signo de esperanza a toda la sociedad».
Una sociedad que, como la española en el momento actual, ha señalado el Arzobispo, «vive momentos de confusión y desconcierto». Por ello ha elevado su petición final a la Virgen María, a Nuestra Señora de la Cueva Santa, y a la Virgen de los Desamparados, para que ayuden y amparen «a todas las familias, a los más necesitados, a los enfermos y quienes viven en soledad». También ha encomendado a las autoridades «para cumplir con el deber de procurar el bien común para los ciudadanos».
La homilía ha finalizado con un agradecimiento a Dios por un día que ha sido «muy dichoso» para nuestro Arzobispo, en el que ha recordado con cariño el tiempo que fue diocesano en Segorbe-Castellón , donde estudio y comenzó «el aprendizaje de lo que soy en este momento».
Así se ha dado paso a la Liturgia de la Eucaristía, concelebrada por el Obispo de nuestra Diócesis, acompañados en el Altar por los Vicarios Generales de las Diócesis de Valencia y de Segorbe-Castellón, D. Vicente Fontestad y D. Javier Aparici respectivamente. En la concentración mariana de hoy también ha participado, el rector de la Basílica de los Desamparados de Valencia, D. Melchor Seguí, el rector del Santuario de la Cueva Santa, D. Juan Manuel Gallent, y una nutrida representación de sacerdotes diocesanos entre quienes se encontraban el Prior de la Basílica de la Mare de Déu del Lledó (también Vicario de Pastoral) y el Vicario para el Clero. D. Marc Estela.
A ellos se han sumado asociaciones, cofradías y hermandades de nuestra Diócesis en la que ha sido una jornada excepcional en la que ha sido una ocasión única para manifestar nuestra devoción a la Virgen María. Ella, como dijo nuestro Obispo en una carta dirigida a toda la Diócesis «nos ayudará a crecer en comunión como Iglesia diocesana y nos impulsará a salir con renovada alegría a la misión».
La parte musical de la celebración litúrgica ha corrido a cargo de la Capilla de la S.I. Catedral de Segorbe, acompañados al teclado por el organista, Santiago Díaz.
Mons. Casimiro López Llorente ha presidido la Solemne Eucaristía en su honor
Desde primera hora de esta mañana, el Santuario de Nuestra Señora de la Cueva Santa (Altura) se ha convertido en centro neurálgico al que han acudido cientos de fieles para honrar y venerar a la Virgen de la Cueva Santa.
A pesar de que la fiesta este año es mañana domingo, 11 de septiembre, un Decreto de nuestro obispo publicado la semana pasada, trasladaba la celebración al día de hoy «con el deseo de favorecer y extender la devoción a la Virgen de la Cueva entre nuestros fieles así como en las comunidades parroquiales y otras comunidades eclesiales».
Máxime este año en el que, el Año Jubilar Diocesano que, con motivo del 775º Aniversario de la creación de la sede espiscopal en Segorbe, estamos celebrando, se ha puesto bajo el patrocinio de Nuestra Señora de la Cueva Santa.
La Solemne Eucaristía ha estado presidida por Mons. Casimiro López Llorente, Obispo de Segorbe-Castellón, y concelebrada por el Vicario General, Javier Aparici y el Rector del Santuario, Juan Manuel Gallent, así como el Vicario de Pastoral, Miguel Abril, el Vicario del Clero, Marc Estela y el Deán de la Catedral de Segorbe, D. Federico Caudé. La celebración ha estado marcada por la devoción y el culto a la Blanca Paloma, Patrona de nuestra Iglesia diocesana, en la que han participado también una nutrida representación de los sacerdotes de la diócesis, así como los seminaristas.
A través de la liturgia de la Palabra, los fieles han podido loar a Dios, creador del mundo y protector de su pueblo. El cántico de Judit (13, 14. 17-20) nos ha recordado a un «Te Deum» solemne después de una gran victoria en la que el enemigo ha sido derrotado.
«Tu eres el honor de nuestro pueblo»(Jdt 13, 18bcde. 19) rezaba el Salmo que ha precedido a la lectura del Evangelio según San Lucas (1, 39-47) en el que la Virgen María «proclama mi alma la grandeza del Señor». A través de la Virgen María, hoy hemos sentido la inmensa alegría del encuentro con Jesucristo a través de la Eucaristía. Y es que pocos encuentros evangélicos son tan llenos de alegría y de gozo. Una alegría tan abrumadora, que siente vibrar en su vientre al Hijo de Dios y pone en valor la actitud de servicio de la Virgen hacia su prima Isabel.
Y, a la luz de la Palabra proclamada, la homilía de nuestro Obispo ha puesto el énfasis en las virtudes de María, Madre de Dios, «modelo y guía para todos los fieles».
Las primeras palabras de D. Casimiro han sido de acción de gracias y de recuerdo a todos los afectados por el incendio que, el pasado mes de agosto, afectaba a miles de vecinos de diferentes municipios de la comarca y dejaba el fuego a escaso metros del Santuario, aunque es visible que afecto al paraje que lo rodea. De esta forma, el agradecimiento que se ha elevado a la Virgen de la Cueva Santa por su intercesión.
Escuchar, creer, acoger y actuar
Durante la homilía, el Obispo ha puesto en valor estas cuatro actitudes de María, exhortándonos a imitarla «allí donde el Señor ponga nuestra vocación, seamos como María, una Iglesia misionera que escucha su palabra, cree en Él, acogemos su voluntad y actuamos según su llamada seremos portadores de Cristo y del Evangelio como María, sirviendo al necesitado, no solo de pan, sino de Dios».
La Virgen, Nuestra Señora de la Cueva Santa, es «defensora, protectora, abogada e intercesora ante Dios, y también guía de nuestro caminar porque ella dirige y orienta nuestra mirada, nuestros pasos y nuestra vida hacia su Hijo, el Hijo de Dios, el Salvador, el Camino, la Verdad y la Vida».
En ese sentido se ha referido también a la protección de María «a quien podemos acudir en los momentos de debilidad o de aflicción, de dificultad y de incertidumbre, como también en los momentos de alegría o de alivio». Ella es quien nos lleva a Cristo, y «nos enseña a vivir fieles a nuestra fe y existencia cristiana en el seno de la Iglesia diocesana».
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También ha habido referencias al Año Jubilar que estamos celebrando en el que la Virgen de la Cueva Santa ha de ser nuestra referencia y modelo. Así, nos ha exhortado a «dejarnos renovar para crecer en comunión y salir con alegría a la misión». Para hacerlo hemos de mirar «con fe y devoción a la Virgen de la Cueva Santa, escuchemos sus palabras y contemplemos su vida: acojamos de sus manos la gracia del encuentro o re-encuentro personal y comunitario con su Hijo y que transforme nuestros corazones».
Bajo la dirección de D. David Montolio, la parte musical de la celebración ha corrido a cargo de la Capilla de la S.I. Catedral de Segorbe, acompañados en los acordes por el organista de la Catedral, Santiago Díaz. Al concluir la ceremonia se han cantado los Gozos.
La celebración ha finalizado en la plaza de la explanada del Santuario donde los trabajadores del Santuario y voluntarios de la parroquia de Altura ha preparado un ágape que ha servido para confraternizar. Hasta la Virgen de la Cueva Santa han acudido hoy fieles de diferentes puntos de nuestra Diócesis atraídos por la devoción a la Patrona de la Diócesis a la que le es reconocida su intercesión.
Algunos de los fieles han visitado el Santuario y participado en la celebración en recuerdo de sus antepasados que, «acudían en carro tirado por mulas en peregrinación en agradecimiento por los favores concedidos». Y otros tantos llamados por la invitación que nuestro Obispo hizo extensiva esta semana pasada a toda la Iglesia de Segorbe-Castellón «por ser este un Año de Gracia en el que celebramos -decían- el Año Jubilar y en apoyo a nuestro pastor».
Fiesta Litúrgica de la Patrona de Segorbe-Castellón, Nuestra Señora de la Cueva Santa
Esta mañana, el Santuario de la Virgen de la Cueva Santa ha sido epicentro de la celebración de la fiesta Litúrgica en honor a la Patrona de Segorbe-Castellón. En una Solemne Eucaristía presidida por nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente, y concelebrada por el Vicario General, Javier Aparici, el Vicario de Pastoral, Miguel Abril, el Vicario del Clero, Marc Estela, y el párroco de Altura y Rector del Santuario, Juan Manuel Gallent, se ha venerado a Nuestra Señora de la Cueva Santa siendo un acto marcado por la devoción y el culto a la Blanca Paloma, Patrona de nuestra Iglesia diocesana. En la ceremonia litúrgica también han estado presentes una representación de los sacerdotes de la Diócesis, así como los seminaristas del Seminario Diocesano Mater Dei, y del Redemptoris Mater de Betxí.
Tras la liturgia de la Palabra, el Obispo de la Diócesis ha puesto a los pies de la Patrona «las peticiones e intenciones que llevamos en nuestro corazón y, especialmente, en este tiempo de pandemia y de dificultad personal, las intenciones de las familias, los enfermos y los afligidos, sin olvidar lo que nos une a todos: que somos la Iglesia diocesana de Segorbe-Castellón y que la formamos por don y gracia de Dios». De esta forma ha sido solícito pidiendo «el amparo, protección y patrocinio de la Virgen en este nuevo curso pastoral que comenzamos, en el que nos disponemos a celebrar un año de Gracia del Señor», pues este año se cumplirá el 775 aniversario de la creación de la Sede Episcopal en Segorbe y, por tanto también, de nuestra Iglesia Diocesana.
«Proclama mi alma la grandeza del Señor»
En su homilía, D. Casimiro se ha referido a la Carta Pastoral que, con motivo de tan significativo aniversario, ha dirigido a la Iglesia diocesana de Segorbe-Castellón en la que, se nos invita a la comunión implicándonos, como porción del Pueblo de Dios, «en este año de Gracia del Señor, para que la memoria lo sea de agradecimiento, nos lleve a vivir la comunión y nos impulse a todos en el compromiso de la misión». Una misión que, como ha señalado nuestro Obispo recordando la Palabra proclamada, ha de ser reflejo «de lo que nos enseña la Virgen, reconociéndose humilde agraciada por Dios por tantos dones que le ha concedido el Señor como elegida para ser la Madre del Salvador». Igual que la Santísima Virgen «agradece de corazón al Señor el contemplar la humildad de su esclava – ha resaltado D. Casimiro – del mismo modo nosotros hemos de dar gracias por el don de nuestra Iglesia diocesana y la vocación a la fe, siendo esa porción del Pueblo de Dios que Él ha elegido para que siga siendo presencia del Señor Resucitado, de su Palabra y de su Evangelio en medio del mundo».
Necesaria renovación espiritual
La Santísima Virgen creyó y confió en la palabra dada y desde esa confianza en Dios, ha resaltado D. Casimiro, «vivió el don recibido para ser Madre de Dios manteniéndose unida a Dios a través de su hijo Jesús». María, «fue fermento de comunión con los hombres y contribuyó a servir y a llevar la alegría de la fe, ejemplo a seguir para la comunión con los hermanos en este Año Jubilar Diocesano que nos disponemos a preparar y entrar en el proceso de renovación espiritual, de renovación comunitaria y de conversión al Señor para que nos purifique de nuestras infidelidades».
El Obispo ha implorado la protección de Nuestra Señora de la Cueva Santa para que este año todos «abran su corazón a la gracia de Dios que significa este Año Jubilar, volviendo la mirada a Dios y cumplir con nuestra misión de vivir el don en esa unión con Dios para llevarlo a los demás posibilitando un encuentro transformador y salvador con Jesús». Solo así, ha concluido D. Casimiro, «podrán percibir la alegría que supone recibir el amor de Dios, una alegría que no es de este mundo y que brota de sentirse amados y nunca abandonados tal como le ocurrió a la Virgen María».
La parte musical de la celebración litúrgica ha corrido a cargo de la Capilla de la S.I. Catedral de Segorbe, acompañados en los acordes por el teclado de Augusto Belau, organista titular de la Concatedral de Santa María en Castellón. La selección de los temas interpretados (Hija de Sion (Deiss), Misa de Angelis, Aleluya Irlandais, Ave María, Magnifícat y Anima Christi) han merecido los elogios de los presentes. Para concluir la ceremonia se han cantado los Gozos de la Virgen de la Cueva Santa.
El Santuario de Nuestra Señora de la Cueva Santa se encuentra en un precioso paraje natural próximo al Alto de Montmayor, a unos 820 metros de altitud sobre el nivel del mar en el término municipal de Altura. El interior es una gruta de origen kárstico de 20 metros de profundidad donde, descendiendo a través de unas escalinatas, se llega hasta la capilla donde descansa la Virgen de la Cueva Santa. Antiguamente fue una cueva utilizada por los pastores como refugio. Uno de ellos colocó una imagen de la Virgen en una roca, y a ella le rezaba y le llevaba flores. Pasados cien años fue encontrada por otro pastor que buscaba refugio. A éste se le apareció la Virgen, informándole del lugar exacto en el que encontraría una imagen suya para que pudiera darle culto. Allí fue y la encontró.
Con el paso de los años, éste y otros hechos milagrosos, también atribuidos a la Virgen, fueron atrayendo a muchos devotos y peregrinos. Hoy, el lugar es una catedral natural en la que, además de vivir la Eucaristía y la Palabra de Dios, como ha ocurrido en la celebración de hoy, se busca el silencio que contribuye a la meditación.
En las inmediaciones de Montmayor, Altura, encontramos el Santuario de la Virgen de la Cueva Santa, patrona de la nuestra Diócesis de Segorbe-Castellón, cuya festividad acabamos de celebrar (11 de septiembre).
Antiguamente fue una cueva utilizada por los pastores como refugio. Uno de estos pastores colocó una imagen de la Virgen en una roca, y a ella le rezaba y le llevaba flores.
Olvidada en una cavidad, fue encontrada pasados cien años por otro pastor que buscaba refugio. A éste se le apareció la Virgen, informándole del lugar exacto en el que encontraría una imagen suya para que pudiera darle culto.
Y efectivamente, allí fue y la encontró. Pasados los años, estos y otros hechos milagrosos, también atribuidos a la Virgen, fueron atrayendo a muchos devotos y peregrinos. Hoy, el lugar es una catedral natural en la que, además de vivir la Eucaristía y la Palabra de Dios, lo que mucha gente busca es el silencio y un lugar en el que descansar las cosas del peso la vida.
Hoy entrevistamos a Juan Manuel Gallent, Rector del Santuario:
La Virgen de la Cueva Santa, además de ser Patrona de la Diócesis también lo es de Beniarrés (Alicante), de Santa María de Dota (Costa Rica), de Piacoa (Venezuela), de Bochalema (Colombia) y de los espeleólogos. ¿Qué relación hay con estas comunidades?
La Virgen de la Cueva Santa, desde su santuario ha ido irradiando a lo largo de su historia, durante seis siglos, su amor a cada uno de los peregrinos que se acercan a este lugar santo. Esto ha provocado que no solamente la lleven en su corazón sino que también la lleven a los lugares donde viven habitualmente, otros países, otras provincias, otros pueblos. La relación que tienen todos estos lugares es el Santuario de la Cueva Santa como lugar sagrado, como espacio de encuentro entre María y sus hijos e hijas. La Virgen de la Cueva Santa ha ido quedando en cada una de las casas de los pueblos que le han abierto sus puertas: “haremos morada en él”. Cada año estas poblaciones vuelven al hogar de la Madre para renovar su fe y pedir bendición.
En el Santuario podemos vivir la Eucaristía y la Palabra a los pies de la Virgen, ¿qué más podemos encontrar?
El Santuario de la Cueva Santa es un lugar de encuentro, y se dan por tanto varios aspectos: peregrinar desde mi hogar al hogar de la Madre, mirarla y contemplarla desde el silencio de cada uno de los corazones, contarle cada una de las alegrías y desgarros que acontecen en la vida de los hombres y mujeres que peregrinan en el día a día. Escuchar la Palabra consoladora que acaricia mi vida, devuelve luz a los corazones y a cada una de los pasos que damos en nuestra vida. Alimentarme del pan de la Eucaristía que hace levantarme, devolverme el ánimo y poder comprometerme en el día a día de mi vida y de mi historia para ser yo también una palabra de consuelo, una caricia para aquellos que sufren y una sonrisa de Dios para aquellos con los que comparto la vida. Peregrinar, mirar, contar, escuchar, alimentarme, para ser testigo del Amor. Y todo ello se vive desde el camino que cada uno realiza, la oración personal y comunitaria en la Cueva, la Eucaristía celebrada, la confesión, la unción de enfermos entre tantos otros.
¿Tiene alguna cifra de visitas al Santurio?
Las personas devotas de la Virgen de la Cueva Santa en el año 2018, desde el 1 de enero hasta el 31 de diciembre, peregrinaron 618.000 personas a este santuario. En el 2019 superaron a 620.000. Esta cifra sorprende por su volumen y las pocas instalaciones que tiene, sin embargo la hondura de la fe sencilla de las gentes que se allegan desde kilómetros de distancia te hablan del tesoro escondido en las grutas de la Tierra y el valor sagrado que le dan a la Virgen de la Cueva Santa. Se han acercado peregrinando a pie, en coches, autobuses, carros de caballos, bicicletas. Grupos muy diversos de colegios, parroquias, universidades, poblaciones, cofradías, hombres y mujeres de diversos lugares y edades. Campos de trabajo, encuentros, romerías, celebraciones, fiestas, espiritualidad, unción, intimidad y fe sencilla.
¿Cómo se ha vivido y se está viviendo en el Santuario la situación de pandemia del Covid-19?
El confinamiento iniciado el 14 de marzo ha provocado en cada una de las personas un desgarro y dolor nunca vistos. No poder encontrarnos con las personas queridas, no poder contar y descansarnos con las personas queridas, No poder abrazar, no poder mirar, no poder en definitiva tener una relación humana, entrañable y cercana supone una gran mutilación de nuestra manera de vivir. Esta misma experiencia humana es la que también se vive en relación con la Virgen de la Cueva Santa. No pudiendo peregrinar a este lugar santo, no poder mirarla, no poder descansarnos en ella, no poder besarla, no poder celebrarla, ha sido un dolor para cada uno de los hombres y mujeres que desde tiempo inmemorial se han acercado para pedirle consuelo, luz, frescor y ante todo la mano tendida de la Madre de Dios que nos ayuda a cada uno de nosotros a crecer teniéndola como presencia de amor. Al abrir el santuario el 1 de julio no ha faltado las visitas continuadas a la Virgen de la Cueva. Era vital para todo ser humano encontrarnos con la Madre que devuelve la confianza y paz en tiempo de incertidumbre y zozobra.
En los gozos se canta: “se nuestra madre piadosa, Virgen de la Cueva Santa”. Ante este tiempo tan revuelto en el que vivimos, ¿tenemos a una madre que nos cuida?
Esta es la fe profunda de las personas que peregrinan a este lugar sagrado, la certeza y la verdad de que la Virgen de la Cueva Santa es su madre, que acompaña, sostiene, y alienta en el camino de la vida de sus hijos e hijas. Del mismo modo el pueblo que se ha acercado al Santuario de la Cueva Santa desde tiempo inmemorial, siguen cantando los gozos, son “los cojos calenturientos y tullidos”. Por eso las personas que peregrinan en las procesiones de dolor en la vida real de este mundo, se acercan para ser acariciados en sus heridas, consolados por la palabra que le llega al corazón y sienten que son levantados y curados por el amor que la Virgen de la Cueva Santa derrocha como agua fresca en sus vidas.
¿Qué petición especial le hace a la Patrona de la Diócesis?
Una Iglesia que no es servidora de los hombres y mujeres con los que compartimos la vida, no sirve para nada. Estamos llamados a vivir en una Iglesia Samaritana y cada una de estas personas tienen necesidad urgente de encontrar un verdadero oasis de acogida, respeto y ternura en nuestros espacios parroquiales, colegios, santuarios y como no también en las encrucijadas de nuestras calles y plazas. ¿Consentiremos ser una sonrisa de Dios, como María, en nuestro mundo?, ¿seremos la mano tendida que acaricia la herida y devuelve la esperanza a las personas con las que nos encontramos cada día?, ¿comprenderemos y viviremos en nuestra vidas que cualquier cosa que hagamos a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hacéis?. A la Virgen de la Cueva Santa, Patrona de la Diócesis de Segorbe-Castellón, le pido que toque nuestro corazón y lo convierta al Señor para que seamos de Él y que Él sea para nosotros la Única Suficiencia y Entera Bienaventuranza.
El año pasado se tuvo que suspender, por inclemencias meteorológicas, la Misa en el Santuario de la Virgen de la Cueva Santa, Patrona de la Diócesis. No ha sido así en esta ocasión, y a pesar del Covid-19, nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente, si que ha podido presidir la Eucaristía, a la que han asistido fieles de diversas parroquias y poblaciones, además de algunos sacerdotes, así como todos los seminaristas diocesanos.
Tras la proclamación del Evangelio de la Visitación de la Virgen a su prima santa Isabel, D. Casimiro ha hecho mención en la homilía “a la situación actual de pandemia que nos toca vivir”, aunque también ha recordado que existe otra pandemia, “la moral y espiritual”. Ante todo ello, “venimos aquí con el deseo de pedir protección, cuidado y guía a la Madre, a nuestra Patrona”, decía al inicio.
Como Obispo “llevo en el corazón a todos los sacerdotes, porque necesitamos ir a la raíz que nos muestra la Virgen de la Cueva Santa, que es Cristo Jesús y su obra salvífica, redentora y humanizadora”, ha recordado. A continuación se ha dirigido a los seminaristas y a los rectores de los seminarios, “ahora comenzáis un nuevo curso, incierto pero con ilusión”, y ha pedido a todos oración “para que el Señor nos siga enviando vocaciones al Ministerio Ordenado”.
Ha recordado que este año, “todos nosotros, como Iglesia diocesana, estamos llamados a vivir de forma especial la caridad y el compromiso por la justicia, y la Virgen – ha continuado – en el Evangelio que hemos proclamado nos muestra como hacerlo”. Y lo hace “a través de dos palabras: acoger y ofrecer”.
“Como ella, estamos llamados a acoger el amor de Dios, o a Dios, que es amor en nuestra vida” ha explicado, “nadie da lo que no tiene, porque de lo contrario nuestra caridad y nuestro trabajo por la justicia no tendrán la raíz que perdura y que busca el bien de todo ser humano, desde la verdad que viene dada por Dios”.
La Virgen “había creído, se había dejado llenar de Dios” y va a visitar a su prima santa Isabel “para ofrecer a aquel que lleva en su seno, y también para ofrecer su servicio”, “se vio impulsada por el Espíritu para ir a servir, para ofrecer, llevando en su seno, a Jesucristo”.
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