Una buena parte de los sacerdotes de la Diócesis acudieron ayer a Castellnovo para participar en el retiro de Adviento, organizado por la Vicaría para el Clero, y que tuvo como predicador al Obispo, D. Casimiro, que realizó dos ponencias centradas en la esperanza.
En su reflexión, D. Casimiro explicó que la esperanza sobrenatural es un don poco estimado, y que quien no tiene a Cristo vive sin esperanza. En este sentido, exhortó a vivir y a contagiar la esperanza de los cristianos, manifestándola en la vida, tanto los sacerdotes como los fieles.
Se centró en la tarea evangelizadora de los sacerdotes, predicando “aquello que es realmente genuino, que es la vida eterna”, y a mantener la esperanza como fuerza interior de la vida sacerdotal, no cayendo en el desánimo.
Para mantener ese ánimo apostólico al que son llamados los sacerdotes en su ministerio, el Obispo invitó a “mantener el amor ardiente a Jesucristo”, con los pies en el suelo y el corazón en el cielo, para evitar que el desánimo afecte a la misión evangelizadora y a la predicación, manteniendo siempre la esperanza en la vida eterna: “Por la esperanza deseamos y esperamos de Dios con una firme confianza la vida eterna y las gracias para merecerla” (Catecismo, 1843).
Con el inicio del mes de diciembre se renuevan las intenciones de oración que propone el Papa Francisco y la Conferencia Episcopal Española.
En este último mes del año 2020, el Papa pide nos pide se oremos “para una vida de oración”: recemos para que nuestra relación personal con Jesucristo se alimente de la Palabra de Dios y de una vida de oración.
En la Audiencia General del 15 de noviembre de 2017, el Santo Padre dijo: “permaneced en silencio junto a Jesús. Y del misterioso silencio de Dios brota su Palabra que resuena en nuestro corazón. Jesús mismo nos enseña cómo es realmente posible «estar» con el Padre y nos lo demuestra con su oración. Los Evangelios nos muestran a Jesús que se retira en lugares apartados a rezar; los discípulos, viendo esta íntima relación con el Padre, sienten el deseo de poder participar, y le preguntan: «Señor, enséñanos a orar» (Lucas 11, 1)”.
Por otra parte, la intención de oración de la Conferencia Episcopal Española (CEE), por la que también reza la Red Mundial de Oración del Papa, es “por los sacerdotes, para que vivan siempre en fidelidad a la vocación recibida, y vean confortada su entrega a Dios y a la Iglesia por el amor y respeto de sus fieles”.
El 19 de octubre se celebró la Jornada Sacerdotal con la que el presbiterio diocesano inició la reflexión sobre la dimensión espiritual de los sacerdotes. En ella, nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente, dijo que “nuestra Iglesia y nuestro mundo necesitan maestros del espíritu y testigos creyentes”. “Nuestras comunidades, nuestros niños, adolescentes y jóvenes, nuestras familias, nuestros sacerdotes jóvenes y seminaristas esperan que nosotros, los sacerdotes, seamos referentes claros de Jesucristo y de su Evangelio, necesitan pastores santos, hombres de Dios”, continuó.
El lunes 19 de octubre a las 10:30 horas, en la S.I. Concatedral de Santa María, en Castellón, los sacerdotes de la Diócesis celebrarán una Jornada Sacerdotal, en la que celebrarán la Eucaristía y renovarán las promesas sacerdotales, ya que no pudieron hacerlo en la Santa Misa Crismal de este año. Todo ello tras una breve charla que impartirá Agustín Sánchez Manzanares, Delegado episcopal para el Clero de la Diócesis de Orihuela-Alicante.
Con una carta, el Obispo, D. Casimiro López Llorente, ha convocado al presbiterio diocesano para «mostrar nuestro agradecimiento a Dios y nuestra alegría por el don del sacerdocio y renovar así también nuestra llamada a vivir la fraternidad sacerdotal».
D. Casimiro afirma que «para poder ungir al pueblo que busca a Dios, necesitamos nosotros poder experimentar antes cómo Dios sigue ‘ungiéndonos’, amándonos. En nuestro ejercicio ministerial descubrimos que, para ser buenos pastores del Pueblo de Dios, necesitamos una profunda relación de amor con Dios Padre, buscando siempre su voluntad, como Cristo Jesús».
«Nadie da lo que no tiene. Nadie puede transmitir y llevar a Cristo, si no está unido vital y existencialmente a Él por el amor. Si estamos desnutridos, si estamos alejados de la fuente de la Vida, no podremos transmitir vida. Sólo desde nuestro amor a Cristo, podremos amar, cuidar y apacentar a aquellos que Él nos encomienda. Nuestra caridad pastoral será la prueba de nuestro amor a Cristo», continúa nuestro Obispo.
Por otra parte, también darán gracias a Dios «por los sacerdotes que a lo largo de este año 2020 han celebrado sus bodas de oro y plata sacerdotales, por aquéllos que han recibido la ordenación sacerdotal y por aquéllos que han pasado a la casa del Padre».
Hace dos años iniciábamos la reflexión sobre la vida y el ministerio de los sacerdotes en nuestra diócesis. Después de haber reflexionado juntos sobre nuestra situación humana, en este curso vamos a iniciar la reflexión sobre la dimensión espiritual. Sin duda que es un tiempo de gracia para cada uno de nosotros y para nuestro presbiterio diocesano, en el cual Dios, nuestro Padre, nos ayudará a vivir una mayor intimidad con Él y con nosotros mismos.
En la celebración de la Santa Misa Crismal escuchamos cada año aquella sorprendente declaración de Jesús en la Sinagoga: “el Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista; para dar libertad a los oprimidos, para anunciar el año de gracia del Señor”. También nosotros, como dijo el Papa Francisco, “somos ungidos para ungir. Ungimos repartiéndonos a nosotros mismos, repartiendo nuestra vocación y nuestro corazón […]. Ungimos ensuciándonos las manos al tocar las heridas, los pecados y las angustias de la gente; ungimos perfumándonos las manos al tocar su fe, sus esperanzas, su fidelidad y la generosidad incondicional de su entrega”.
Pero para poder ungir al pueblo que busca a Dios, necesitamos nosotros poder experimentar antes cómo Dios sigue ‘ungiéndonos’, amándonos. En nuestro ejercicio ministerial descubrimos que, para ser buenos pastores del Pueblo de Dios, necesitamos una profunda relación de amor con Dios Padre, buscando siempre su voluntad, como Cristo Jesús. Para poder ungir a nuestro pueblo con el perfume del amor de Dios, necesitamos cultivar una profunda relación de amor y amistad con Cristo Jesús, el Buen Pastor, que se alimenta en la oración, en la Eucaristía, en la adoración, en el sacramento de la Penitencia y en el ejercicio de nuestro ministerio. Recordemos la triple pregunta de Jesús a Pedro antes de encomendarle el pastoreo de la Iglesia: “Pedro ¿me amas?” (cf. Jn 21, 15-17). Nadie da lo que no tiene. Nadie puede transmitir y llevar a Cristo, si no está unido vital y existencialmente a Él por el amor. Si estamos desnutridos, si estamos alejados de la fuente de la Vida, no podremos transmitir vida. Sólo desde nuestro amor a Cristo, podremos amar, cuidar y apacentar a aquellos que Él nos encomienda. Nuestra caridad pastoral será la prueba de nuestro amor a Cristo.
Por ello os animo a acoger con un corazón generoso y disponible este momento de gracia que iniciaremos juntos, como presbiterio, el próximo lunes 19 de octubre a partir de las 10,30 horas en la S.I. Concatedral de Santa María en Castellón. Tras una breve charla que impartirá el Rvdo. D. Agustín Sánchez Manzanares, Delegado episcopal para el Clero de la Diócesis de Orihuela-Alicante sobre la espiritualidad sacerdotal, celebraremos la Eucaristía en el transcurso de la cual tendremos la ocasión de renovar las promesas sacerdotales que no pudimos realizar en la Santa Misa Crismal de este año. Será ocasión para mostrar nuestro agradecimiento a Dios y nuestra alegría por el don del sacerdocio y renovar así también nuestra llamada a vivir la fraternidad sacerdotal. Del mismo modo daremos gracias a Dios por los sacerdotes que a lo largo de este año 2020 han celebrado sus bodas de oro y plata sacerdotales, por aquéllos que han recibido la ordenación sacerdotal y por aquéllos que han pasado a la casa del Padre desde la celebración de la Santa Misa Crismal del pasado año 2019. Contamos con vuestra participación y la tuya. Muchas gracias.
Con mi afecto y bendición, vuestro Obispo y hermano,
Este viernes 19 de junio, coincidiendo con la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, el Papa Francisco llama a toda la Iglesia Universal a una Jornada Mundial por la Santificación de todos los Sacerdotes. Con este motivo, la Delegación Diocesana de Liturgia ha difundido una guía para la celebración de la Eucaristía y una vigilia sacerdotal. El prefecto de la Congregación para el Clero, el Cardenal Beniamino Stella, ha enviado una carta en la que ofrece una meditación a partir de la carta que el Papa Francisco dirigió a los sacerdotes el año pasado con ocasión del 160 aniversario de la muerte del Santo Cura de Ars, San Juan María Vianney.
Este sábado próximo, la Concatedral de Santa María de Castellón acogerá la ordenación de dos nuevos sacerdotes. El Obispo, D. Casimiro López Llorente, presidirá la celebración a la que acudirán familiares y amigos, además de sacerdotes desde todos los puntos de la diócesis para acompañar a los diáconos a su paso definitivo hacia el sacerdocio.
Será una celebración cargada de emotividad en la que, con la gracia del Espíritu Santo, César Igual Coll y Jon Solozabal Iglesias, recibirán el sacramento del Orden, consagrándose al ministerio del servicio a la Iglesia y a Dios, y servirán al Pueblo de Dios como colaboradores del Obispo.
Fueron ordenados diáconos el 7 de diciembre del año pasado, y desde entonces llevan realizando tareas pastorales en diferentes parroquias de la diócesis. Han sido, pues, siete meses de preparación, con el drama de la pandemia del coronavirus por medio, en los que según afirma César Igual “la acción como diáconos se ha visto muy restringida, por lo que yo decidí desarrollarla mediante la atención telefónica a todos cuantos pude, sintiéndome muy gratificado por esta acción”.
“Estoy convencido de la vocación, y afirmo que estoy deseoso de seguirla”
César tiene 56 años, nacido en Valencia, en una familia con varios referentes de personas consagradas. Cuenta que tras un periodo alejado de la Iglesia y con una vida muy activa, trabajando en su profesión de Ingeniero de Caminos, inició sus estudios en el Instituto Superior de Estudios Teológicos Mater Dei, entrando en el Seminario en el año 2002.
Por motivos personales se suspendió el camino hacia del sacerdocio, hasta que en el 2017, “nuestro Obispo, D. Casimiro, me animó en mi deseo de ser sacerdote si ésta era mi vocación, pues en el seguimiento de la vocación está la plenitud de la felicidad y del sentido de la vida”. Así, en septiembre de 2018 se reincorporó al Seminario Mater Dei y, “como ya tenía terminados mis estudios de Filosofía y Teología, proseguí los estudios de Derecho Canónico suspendidos en 2007, viviendo en la parroquia de Benicàssim, donde he realizado mi pastoral”.
Sobre la vocación a la que el Señor le llama, “en 1997, en un proceso de interiorización y conversión, comprendí que cuando tenía 13 ó 14 años había recibido la vocación al sacerdocio, que entonces no atendí”. Y todo desde entonces, “incluso la suspensión en 2007 del camino al sacerdocio, me ha confirmado la vocación sacerdotal, particularmente como sacerdote diocesano”. “Estoy convencido de la vocación divina, y si hace algunos años decía que no me atrevía a no seguirla, ahora afirmo que estoy deseoso de seguirla”, afirma con entusiasmo y alegría.
Estos últimos meses ha estado leyendo mucho sobre el sacerdocio, “particularmente los escritos de Benedicto XVI -que trata ampliamente al Santo Cura de Ars-, y lo que espero es simplemente ser un buen sacerdote, conforme a la identidad sacerdotal propia y la acción in persona Christi”.
JON SOLOZABAL IGLESIAS
“En la llamada al sacerdocio reconozco la forma que Dios ha dispuesto para que yo pueda amar”
Jon tiene 29 años y es de Elorrio (Vizcaya), nacido en el seno de una familia cristiana. Cuenta que la primera vez que sintió la llamada fue durante la Jornada Mundial de la Juventud de Sydney, en 2008, con Benedicto XVI, “en aquella época me encontraba en una situación de crisis existencial, tenía 17 años y no entendía mi vida. Estaba en rebeldía conmigo mismo, con mi historia, no aceptaba a mi familia, y había fracasado en todo”. Abandonó los estudios y estaba trabajando, “y aunque seguía en la Iglesia y tenía mi comunidad, llevaba una vida pagana”.
Gracias a esa peregrinación, “vi que Dios me llamaba a cambiar de vida, concretamente fue en el encuentro vocacional al final de la peregrinación, con los iniciadores del Camino Neocatecumenal, en el que el Señor tocó mi corazón por el anuncio del kerygma con una catequesis sobre Zaqueo, en la que yo me vi muy reflejado en la pobreza de este recaudador de impuestos”. Cuando se pidieron vocaciones para el presbiterado se levantó, “mejor dicho: el Señor me levantó, porque yo estaba totalmente incapacitado para levantarme, y un año después entré en el Seminario Redemptoris Mater de Segorbe-Castellón”. Esa llamada se ha ido confirmando “gracias a la ayuda y el discernimiento de la Iglesia durante más de 10 años de formación”.
Durante todos estos años el Señor le ha regalado “el poder conocerme a mí mismo, mi pobreza profunda, y a partir de aquí, poco a poco, el Señor me ha regalado ir aceptándome y amarme como soy”. La relación con los compañeros y la obediencia a los formadores, “me han ayudado a salir de mí mismo”. También la vida de oración “me ha ayudado a vivir de cara a Jesucristo y a sentirme amado por Él en mis pecados”. “Durante estos años también he podido reconciliarme con mi familia, recuperando la relación que estaba dañada por el pecado”, añade. “En definitiva – concluye – el Seminario me ha hecho persona, me ha devuelto la dignidad que yo había perdido.
Es Jueves Santo, el día sacerdotal por excelencia, nuestro día, queridos sacerdotes. No quiero dejar pasar este día sin enviaros, al menos a través de este escrito, un afectuoso saludo fraterno y mi felicitación cordial. Muchas felicidades a todos vosotros.
En estos momentos tan duros y difíciles que estamos viviendo por la pandemia del coronavirus (Covid-19), os tengo especialmente presentes a todos y a cada uno en mi mente, en mi corazón y –como no- en la oración ante el Señor Eucaristía, en la Santa Misa y en la adoración eucarística, y ante la Virgen María, nuestra Madre, en el rezo diario del Santo Rosario. Hoy querría llamaros a todos por teléfono, pero me es imposible; lo iré haciendo poco a poco de nuevo en los próximos días, D.m. ¡Cuidaos! Y si necesitáis, llamadme.
Imposible renunciar a la Misa Crismal. Es la ocasión en la que el Obispo bendice los óleos de enfermos y catecúmenos, y consagra el Crisma que sirve para ungir a los bautizados y confirmados, así como a los sacerdotes en el momento de la ordenación. Por tanto es esencial para que se puedan celebrar los sacramentos que dan vida a la Iglesia. Así pues, a pesar del confinamiento, esta mañana de lunes santo, D. Casimiro López Llorente ha presidido la solemne Eucaristía en la Concatedral de Santa María, en Castellón.
Durante esta semana, 32 sacerdotes diocesanos han participado en los ejercicios espirituales organizado por la Vicaría del Clero y que se han desarrollado en la Casa de Espiritualidad de Santa Teresa en el Desierto de las Palmas. El director de los ejercicios ha sido el padre jesuita, Juan José Rodríguez Ponce, director espiritual del seminario de Madrid. El esquema seguido respondía al modelo tradicional de San Ignacio para este tiempo fuerte espiritual.
El vicario para el clero, Marc Estela, se dirigía a los sacerdotes invitando a que todo el presbiterio, tanto los que han podido participar como los que no, acompañase “con la oración, de manera especial durante toda la semana, para que verdaderamente sea un momento de gracia y de encuentro con el Señor para todos”.
A LOS SACERDOTES EN LA DIÓCESIS DE SEGORBE-CASTELLÓN
Queridos hermanos sacerdotes:
Como ya sabéis, nuestra Iglesia diocesana a través de la Delegación diocesana de Pastoral familiar y de la vida ha lanzado en este curso la iniciativa de crear en las parroquias «Grupos parroquiales de matrimonios». Yo mismo la presente en la primera reunión de Arciprestes de este curso pastoral y lo he hecho también en los encuentros con los grupos de sacerdotes de los Arciprestazgos a lo largo de este primer trimestre. Sinceramente creo que es algo urgente y necesario para ayudar a nuestros matrimonios- jóvenes y no tan jóvenes- a vivir su propio matrimonio desde la vocación de Dios al amor esponsal y ayudarles así a ser una familia cristiana, donde se viva y transmita la fe a los hijos.
Como todo en la vida -y quizá más en nuestra misión pastoral- no será fácil la creación de estos grupos parroquiales de matrimonios. Es necesario, por ello, acoger esta iniciativa con calor e interés, con compromiso e implicación personal y poner, sobre todo, mucho ardor pastoral. Si que os puedo decir que en las parroquias donde se ha ofrecido esta iniciativa ya ha habido respuesta; es más, en alguna parroquia la iniciativa ha partido de los mismos matrimonios. Hay matrimonios que buscan la cercanía y el acompañamiento de los pastores y de la comunidad parroquial para mejor vivir su propia vocación esponsal y su realidad familiar.
Puedo decir que de los grupos ya existentes se están beneficiando los esposos, sus familias y sus hijos; y también las mismas parroquias, llamadas a ser “familia de familias’, implicadas en la vida y misión parroquial, muy en especial en la iniciación cristiana de sus hijos. Están, por tanto, ayudando también a la tan necesaria renovación de nuestras parroquias.
Para reflexionar sobre este tema os invito a una reunión el día 11 de enero de 2020, a las 12 de la mañana, en la sala de reuniones del palacio episcopal de Castellón. Partiremos de la realidad. Algún matrimonio nos hablará de su experiencia en un grupo de matrimonios. Os ruego que, a ser posible, los sacerdotes vengáis acompañados de algún matrimonio o seglar casado que esté encargado de la pastoral matrimonial y familiar en vuestras parroquias.
Confío en que sabréis acoger con interés esta iniciativa e invitación. Nuestra Iglesia diocesana se juega mucho en una pastoral familiar capilar, anterior y posterior a la celebración de matrimonio. No nos podemos limitar a la preparación a la celebración matrimonio con los cursillos; son muy importantes, pero claramente insuficientes. Aprovecho para agradeceros de corazón vuestro trabajo pastoral en este campo y también vuestra acogida a esta invitación.
Hasta ese día, recibid mi deseo de una feliz y santa Navidad y de la bendición del Señor para el próximo Año nuevo.
+ Casimiro López Llorente, Obispo de Segorbe-Castellón
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