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Centenario de la coronación de la Virgen de Lledó

27 de abril de 2024/0 Comentarios/en Noticias destacadas, Año Jubilar del Lledó, Cartas, Cartas 2024/por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos:

En unos días comienza mayo, el mes especialmente dedicado a la Virgen María. Durante treinta días le mostramos nuestro cariño con flores y cantos, le agradecemos su presencia en nuestra vida personal, familiar y eclesial, invocamos su protección  y damos gracias a Dios por tan buena Madre.

Ya el día 4 de este mes de mayo celebraremos con gratitud, alegría y emoción el Centenario de la coronación de la imagen de Nuestra Señora la Virgen de Lledó, Patrona de Castellón. Durante todo un Año Jubilar nos venimos preparando para esta efeméride y los últimos días lo hemos hecho con la visita de la imagen de la Virgen a todas las parroquias de la ciudad, a colegios, al albergue, al centro penitenciario y al cementerio. Su acogida numerosa y fervorosa muestra que la devoción a la Mare de Déu del Lledó sigue muy viva entre nosotros. No queremos que el Centenario se quede en el recuerdo de un hecho del pasado, sino que con este motivo se intensifique nuestra devoción a la Virgen de Lledó, para que, llevados de su mano, nos encontremos con Jesús, su Hijo, y se avive nuestra fe y vida cristiana personal y comunitaria.

Porque ¿qué significa haber coronado la imagen de la Virgen? Con este gesto hemos proclamado a la Virgen Maria como nuestra Reina. Reconocemos así que la Virgen de Lidón es la Madre de Jesús, el Rey mesiánico, cuyo reino no tendrá fin (cfr. Lc 1, 33). A María la proclamamos Reina, porque, ella, la llena de gracia de Dios, fue unida íntimamente a Cristo y asociada a su obra redentora, y nos lleva a la fuente de la Gracia (cfr. Jn 19, 26-27). Y a María la aclamamos como Reina, porque ya participa plenamente de la gloria de su Hijo en cuerpo y alma en el cielo: ella ha recibido ya la corona merecida (cfr. 2Tm 4,8), la corona de gloria que no se marchita. María es por ello esperanza nuestra (cfr. 1Pe 5, 4).

No deberíamos separar nunca a la Virgen María de su Hijo. Su grandeza y realeza radican en ser la criatura agraciada y elegida por Dios para ser Madre de su Unigénito, el Mesías y Rey. María nos da y nos lleva en todo momento a Cristo. Ella es la Madre de Dios y nuestra Madre, la Madre de todos los creyentes; como buena Madre acompaña con su protección maternal a los creyentes de todos los tiempos en nuestro peregrinaje por los caminos de la historia hacia la casa del Padre. Generación tras generación, los creyentes experimentamos su cercanía y protección maternal; por ello la invocamos con confianza, la llamamos bendita entre todas las mujeres y la proclamamos Reina.

Al hacerlo le pedimos que ella reine en nuestro corazón, en nuestras familias, en nuestras comunidades parroquiales y en nuestra Ciudad de Castellón. Ella nos invita a volver nuestra mirada a Dios, a su Hijo Jesucristo, el Redentor y Salvador de todos los hombres, el único que tiene palabras de vida eterna: Cristo Jesús, el Señor resucitado, es nuestra Esperanza. Acudimos a María porque ella alumbra nuestro camino terrenal hacia la casa del Padre, como modelo de fe, de esperanza y de caridad. Todo su gozo está en darnos y llevarnos a Jesús para que nos dejemos encontrar, amar, sanar, curar y salvar por Él. Quien se acerca a María se acerca también al Salvador. El mayor gozo de la Virgen es que de sus manos nos encontremos personalmente con Cristo vivo, que lo amemos, conozcamos y acojamos en nuestra vida, lo sigamos y demos testimonio de Él.

Como la Virgen María abramos de par en par nuestro corazón a Cristo Jesús. El camino de la necesaria renovación de nuestra Iglesia, de nuestras comunidades, de nuestras familias y de cada uno de nosotros es Cristo y nuestra conversión a Él y a su Evangelio. La Virgen de Lledó será de verdad Reina nuestra si, como ella, nuestro pensar, sentir y actuar son según Dios. Volvamos nuestra mirada a Aquella que nos entregó como regalo a su propio Hijo.

Nuestra Señora de Lledó ha sido en el pasado y sigue siendo hoy para los católicos de Castellón un signo y medio permanente de la bondad de Dios para con todos. Ella es la madre solícita y amorosa, mediadora de todo don y de toda gracia. Fue la experiencia secular de la cercanía maternal de la Mare de Déu de Lledó, la que condujo a pedir su patrocinio y coronación. Esta misma experiencia nos mueve hoy al  celebrar el centenario de la coronación de su imagen. A ella le cantamos “de l’amor nostre, Senyora, Mare de Deú del Lledó”.

Con mi afecto y bendición,

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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La misión, cosa de todos los bautizados

20 de abril de 2024/0 Comentarios/en Noticias destacadas, Cartas 2024/por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos:

 “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación” (Mc 16,15). Son las últimas palabras de Jesús a sus discípulos antes de volver al Padre. Jesús pone así en manos de sus discípulos la tarea de ir por todo el mundo y anunciar el Evangelio a todos. Jesús pide a sus discípulos que sean misioneros. La Iglesia, formada por todos los bautizados, existe para evangelizar; esta su razón de ser y su gozo más profundo. A pesar de las dificultades ambientales para el anuncio del Evangelio, de la secularización de nuestra sociedad, de los intentos de silenciar la fe cristiana, nuestra Iglesia ha de seguir llevando el Evangelio a todos, con su palabra y con sus obras.

La eficacia de la misión descansa en último término en Dios, en la acción del Espíritu Santo, en la eficacia de la Palabra y de los Sacramentos, pero hemos de llevarla a cabo toda Iglesia, todos los bautizados. Todos los diocesanos estamos llamados por Jesús a la misión de anunciar el Evangelio. Jesús espera de todos una implicación activa en la misma. Esta comienza con una vida de fe personal y viva en Cristo Resucitado, insertos en la comunidad de la Iglesia; sigue por una participación activa en la vida de nuestra comunidad parroquial y de nuestra Iglesia diocesana hacia adentro y hacia afuera, en la sociedad. Jesús pide que pongamos a disposición de la misión que Él nos ha encomendado, nuestras personas, nuestro tiempo, los dones y la llamada que cada uno ha recibido: sea el de la oración, de catequistas, lectores, cantores, voluntarios en Cáritas, visitadores de enfermos, limpiadoras y tantos otros.

La implicación en la misión pide también la colaboración económica. Además de las personas, nuestra Iglesia necesita de medios materiales y económicos, porque sin ser de este mundo está, vive y actúa en este mundo. Sin estos medios no podemos llevar a cabo la atención humana y espiritual de todo aquel que se acerca a nosotros ni podemos mantener tantos servicios caritativos y pastorales necesarios para el anuncio del Evangelio, la catequesis, la formación de los cristianos, la remuneración de los sacerdotes y otras personas al servicio de la Iglesia, el culto, la atención de las parroquias, la acción caritativa hacia los necesitados –aquí y en países más pobres-, la conservación de los templos y tantas otras cosas más. Todo esto es posible gracias a la generosidad de quienes aman a su Iglesia. Gracias al apoyo económico de miles de personas entre nosotros y en toda España, la Iglesia sigue haciendo mucho por tantos que todavía necesitan tanto. Muchas son las tareas y necesidades de nuestra Iglesia, pero pocos los recursos económicos de que disponemos.

La financiación de nuestra Iglesia depende de todos cuantos la formamos. Siempre ha sido así. Desde la primera comunidad cristiana, que ponía sus bienes a disposición de los apóstoles, la financiación de la Iglesia ha dependido siempre de la implicación económica de sus fieles.

Entre otros, un modo sencillo de colaborar económicamente con la Iglesia católica es marcar con una X la casilla destinada a la ‘Iglesia católica’ en la declaración de la renta que ya ha comenzado. Es muy importante que lo hagamos. Debemos revisar personalmente nuestras declaraciones y preocuparnos personalmente de poner la X o, si nos hacen la declaración de la renta, hemos de asegurarnos de que se ponga y no dejarlo en manos de otros.

Recordemos que al marcar la casilla de la “Iglesia católica” no pagamos más impuestos, si la declaración es positiva, es decir, si sale a pagar; y, si es negativa, es decir si sale a devolver, tampoco nos devolverán menos. Marcar la opción ‘Iglesia católica’ es además compatible con la de ‘otros fines de interés social’; la Iglesia no recibirá menos por ello.          

Marcar la casilla para la ‘Iglesia católica’ es un modo eficaz de implicarse en la vida y misión de nuestras parroquias y de nuestra Iglesia para seguir llevando a cabo la misión que Jesús nos ha confiado y para seguir haciendo el bien.

Pido de modo especial a los sacerdotes y a los miembros de los consejos parroquiales de economía o de pastoral, que animen a todos a poner la X en la declaración de la renta. La economía de nuestra Iglesia depende de todos y de cada uno de nosotros. Cuanto más se reciba, más se podrá dar. Lo que se recaude no lo recibe la Iglesia para enriquecerse sino que lo emplea para cumplir su misión.

Muchas gracias en nombre de tu Iglesia.

Con mi afecto y bendición,

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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D. Casimiro pide oración por la lluvia y por la paz

18 de abril de 2024/0 Comentarios/en Noticias destacadas, Cartas, Cartas 2024/por obsegorbecastellon

El Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, Mons. Casimiro López Llorente, en una carta remitida esta misma mañana a sacerdotes, religiosos y religiosas, diáconos y laicos, pide oraciones por la lluvia y por la paz.

Sensible ante la «la tremenda sequía que estamos padeciendo desde hace meses», nuestro Obispo reflexiona sobre las consecuencias de la falta de lluvia que afecta «personas, campos, cosechas, pastos y montes, con el consiguiente aumento del riesgo de incendios», aumentando el riesgo de desertificación y la consiguiente destrucción «de la naturaleza, don del Creador».

Nos recuerda que, como creyentes, sabemos que el agua es un regalo de Dios y nos exhorta a «ser responsables en su uso y saber compartirla con todos» así como, siguiendo las enseñanzas del Señor, «orar por el alimento de cada día», tanto material como espiritual.

Por todo ello pide a los sacerdotes incorporen una petición por la lluvia en las preces de la Misa, especialmente en las de los Domingos, así como en la oración de Laudes y de Vísperas; invitando también a quienes rezan la Liturgia de las Horas.

Del mismo modo, y ante la terrible situación en Tierra Santa, en Ucrania y en otras partes del mundo, pide intensificar la oración por la paz en el mundo «que callen las armas y los responsables busquen caminos de reconciliación y de paz, basada en la verdad, la justicia, el amor y la libertad» incorporando una intención especial por la paz en el mundo en las preces de la Misa, de Laudes y de Vísperas.

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Carta del Obispo, D. Casimiro: Oraciones por la lluvia y por la paz

18 de abril de 2024/1 Comentario/en Noticias destacadas, Cartas, Cartas 2024/por obsegorbecastellon

Carta al Pueblo de Dios en Segorbe-Castellón

Queridos sacerdotes, religiosos y religiosas, diáconos y laicos:

Con frecuencia os vengo pidiendo oraciones por la lluvia. Lo vuelvo a hacer ante la tremenda sequía que estamos padeciendo desde hace meses. La falta de lluvia nos afecta a todos: personas, campos, cosechas, pastos y montes, con el consiguiente aumento del riesgo de incendios, como los que hemos sufrido, con la consiguiente destrucción, entre otros bienes, de la naturaleza, don del Creador, y la desertificación de nuestra tierra. La sequía afecta también a nuestras fuentes y, en consecuencia, al consumo humano, agrícola e industrial. En alguna región de España ya hay restricciones de agua, y, entre nosotros, se anuncian para un futuro próximo, si persiste la sequía.

Los creyentes sabemos que el agua es un regalo de Dios. Hemos de ser responsables en su uso y saber compartirla con todos. Además el Señor nos enseñó a orar por el alimento de cada día, el material y el espiritual. Fieles a esta recomendación de Jesús os invito a todos a rezar a Dios con confianza por el don de la lluvia.

Pido a los sacerdotes que incorporen una petición por la lluvia en las preces de la Misa, especialmente en las de los Domingos, así como en la oración de Laudes y de Vísperas; a ello invito también a quienes rezan la Liturgia de las Horas. Os recuerdo que el Misal Romano contiene una oración colecta (pág. 956) “para pedir la lluvia” (Ad petendam pluviam), que sería bueno utilizar cuando sea litúrgicamente posible.

Así mismo os pido intensificar la oración por la paz en el mundo. Ante la terrible situación en Tierra Santa, en Ucrania y en otras partes del mundo pidamos a Dios por el don de la paz: que callen las armas y los responsables busquen caminos de reconciliación y de paz, basada en la verdad, la justicia, el amor y la libertad. También en este caso os pido que incorporéis una intención especial por la paz en el mundo en las preces de la Misa, de Laudes y de Vísperas. Quien así lo desee y sea posible litúrgicamente puede celebrar la Misa por la paz y la justicia, siguiendo el formulario nº. 30 de “Misas y Oraciones por diversas necesidades” del Misal Romano.

Con mi agradecimiento por vuestras oraciones os saluda en el Señor,

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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Primer Anuncio y catequesis

13 de abril de 2024/0 Comentarios/en Noticias destacadas, Cartas, Cartas 2024, Curso Pastoral 2023-24, De Catequesis y Catecumenado/por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos, sacerdotes y catequistas.

La Jornada Diocesana de Catequistas, que este año celebraremos, D.m., el sábado, día 20 abril, en el Seminario diocesano Mater Dei, es siempre un día de encuentro, de alegría y de acción de gracias. Antes de nada queremos dar gracias a Dios una vez más por todos nuestros catequistas, por su vocación y por su entrega generosa. Nuestra Iglesia diocesana os agradece, queridos catequistas, vuestro trabajo callado, paciente y fiel, no exento a veces de sufrimiento y no siempre suficientemente reconocido. Pero nada hay más bello para un cristiano discípulo misionero de Jesús que acompañar con delicadeza y amor a niños, adolescentes, jóvenes y adultos al encuentro personal con Cristo vivo en el proceso de su iniciación cristiana, de crecimiento y maduración de su fe y vida cristiana, y en su inserción en la comunidad de la Iglesia.

La Jornada sirve además para compartir gozos y esperanzas, y también experiencias y dificultades en la tarea catequística. No cabe duda que, en el ámbito de la catequesis, en nuestra Iglesia diocesana vamos dando pasos en la dirección correcta. Pueden parecer pocos, pequeños o lentos, pero son innegables. Ahí está el mayor cuidado de la formación y el acompañamiento de catequistas en su ser y en su quehacer con el fin de que sean cada día más fieles a Cristo Jesús y a su misión evangelizadora, así como a su destinatario, el hombre actual en su contexto cultural concreto. Ahí están también los avances en la catequesis de iniciación cristiana, algunas experiencias en catequesis de adultos, la mayor sensibilidad por la catequesis de muchos -sacerdotes, laicos y consagrados-, y de comunidades cristianas.

Pero no podemos ocultar las dificultades. Vivimos en tiempos de profunda secularización y de globalización, de indiferencia religiosa y de alejamiento de la vida de fe y de la Iglesia de muchos bautizados. Vemos, por desgracia, que la catequesis sigue siendo entendida por muchos como un medio para recibir un sacramento y no como un proceso de crecimiento y maduración en la fe y vida cristiana, desde el encuentro personal con Jesús, la adhesión personal a Él, el cambio de vida, que lleve a un compromiso para ser discípulo misionero suyo, inserto en la comunidad eclesial. La experiencia nos dice que es escasa la acogida de la catequesis de iniciación cristiana como un proceso continuado; son muchos los niños que no que continúan después de la primera Comunión y la mayoría se alejan después de su Confirmación.

Ante esta situación es necesario reflexionar sobre la relación fundamental y permanente que existe entre el primer Anuncio y la catequesis. El nuevo Directorio para la Catequesis del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, del año 2020, nos ofrece claves y directrices en este sentido. A ello dedicaremos la reflexión en esta Jornada.  

Como nos recuerda el Directorio, “por una parte, quienes hoy piden o ya han recibido la gracia de los sacramentos a menudo no tienen una experiencia personal de la fe o no conocen íntimamente su fuerza y su ardor. Por otra parte, un anuncio formal que se limite al mero enunciado de los conceptos de la fe no permite comprender la misma fe, la cual, a partir del encuentro con el Señor Jesús, es un nuevo horizonte de vida que se abre de par en par” (n. 56).

En el momento actual no podemos dar por supuesto que nuestros niños, cuando piden la primera Comunión, y los adolescentes, jóvenes o adultos, cuando solicitan la Confirmación, hayan recibido el primer anuncio y hayan tenido una experiencia personal de fe. Esta situación pone de relieve la necesidad de una catequesis kerigmática, cuyo corazón sea hacer presente y anunciar la persona de Jesucristo. La catequesis, insiste el Directorio, “está llamada a ser ante todo un anuncio de la fe y no debe delegar en las demás acciones eclesiales la tarea de ayudar a descubrir la belleza del Evangelio. Es fundamental que sea, precisamente a través de la catequesis, que cada persona descubra que vale la pena creer. De este modo, ya no se reduce a ser un momento de crecimiento de la fe más armonioso, sino que ayuda a generar la propia fe y permite descubrir su grandeza y credibilidad. Por tanto, el anuncio no puede ser considerado solo como la primera etapa de la fe, previa a la catequesis, sino más bien la dimensión constitutiva de cada momento de la catequesis” (n. 57).

La finalidad primera de la catequesis es el encuentro vivo con el Señor que transforma la vida y genera, con la ayuda de la gracia, un cristiano, es decir, un creyente discípulo misionero del Señor en el seno de la comunidad de la Iglesia. No tengamos miedo. Dejémonos alentar por el Espíritu del Señor Resucitado, que está y actúa entre nosotros.

Con mi afecto y bendición,

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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Encuentro Diocesano de Catequistas 2024

9 de abril de 2024/1 Comentario/en Noticias destacadas, Cartas, Cartas 2024, Curso Pastoral 2023-24, De Catequesis y Catecumenado/por obsegorbecastellon

Primer Anuncio y Catequesis.

Claves de renovación.

Mis queridos sacerdotes y catequistas:

Con la alegría de la Pascua os convoco al Encuentro diocesano de catequistas que vamos a celebrar, D.m., el próximo sábado 20 de abril, en nuestro Seminario “Mater Dei”. Será una jornada festiva, de alegría, para agradecer al Señor el regalo de ser llamados a anunciar la buena noticia de su Evangelio.

Compartiremos la Palabra de Dios y la Eucaristía, con el deseo de que el Señor Resucitado avive nuestro corazón con el fuego de su Espíritu Santo el Amor Primero. Lo necesitamos para hacer presente a Jesucristo vivo y anunciarle con entusiasmo a nuestros hermanos. Contaremos también con la presencia de Mons. D. Francisco Romero, director del Secretariado de Evangelización, Catequesis y Catecumenado de la CEE. Él nos presentará las claves del Primer Anuncio en el nuevo Directorio para la catequesis promulgado por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización el año 2020; y también nos presentará el nuevo Catecismo de la Conferencia Episcopal “Buscad al Señor”, para el catecumenado de adultos y la revitalización de la vida cristiana. Concluiremos el Encuentro compartiendo la comida en el comedor del Seminario.

¡Catequistas, sois un tesoro para la Iglesia! Os lo repito una vez más. Gracias por vuestro servicio generoso y desinteresado en el acompañamiento de tantos muchachos y de sus familias: en el encuentro renovado con Jesús Salvador, en la aventura de saborear los misterios de nuestra fe y disfrutar de la belleza de los sacramentos que celebramos. Gracias por vivir y alentar el testimonio y el anuncio de Jesús Salvador en todos los ambientes.

En este cambio de época que estamos viviendo, en nuestras parroquias y movimientos necesitamos que vuestro servicio impulse al encuentro con el Señor vivo, porque ha resucitado y al crecimiento en la fe y vida cristiana de niños, jóvenes y adultos.

No cedamos a las dificultades. El Amor del Señor Resucitado hace nuevas todas las cosas. Por ello, es preciso crecer en formación y en comunión para poder desarrollar con fruto la misión que el Señor nos confía, contribuyendo a que nuestra Iglesia sea cada día más tal como Él la sueña; una Iglesia viva, evangelizada y evangelizadora, en salida misionera.

Deseando poder saludaros personalmente, recibid mi bendición con afecto paternal.

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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Visita de la Virgen del Lledó a la Ciudad

6 de abril de 2024/0 Comentarios/en Noticias destacadas, Año Jubilar del Lledó, Cartas, Cartas 2024/por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos:

Cercana ya la celebración del Centenario de la coronación canónica y pontificia de la imagen de la Virgen del Lledó, el día 4 de mayo, la Virgen dejará su santuario para visitar la Ciudad. Cada una de las comunidades parroquiales, varios colegios, nuestro Seminario diocesano Mater Dei, el Campus en Castellón de la Universidad CEU-Cardenal Herrera, el centro penitenciario, el centro de acogida Verge de Lledó podrán sentir la cercanía de la Mareta. Finalmente, la imagen llegará a la Concatedral de Santa María donde cuantos deseen acercarse al templo podrán sentir su protección y ayuda; especialmente podrán sentirlo los niños, los jóvenes, las familias, las personas de la tercera edad, los trabajadores y empresarios, y las cofradías marianas en los días de la novena.

Esta visita de la Virgen del Lledó trae a nuestra memoria y a nuestro corazón la escena evangélica de la Visitación de María a su prima Isabel. Lucas narra en su evangelio que el ángel Gabriel después de anunciar a María que había sido elegida y agraciada por Dios para ser la Madre de su Hijo en la carne por obra del Espíritu Santo, le dijo: “También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible” (Lc 1, 36-37). Una vez concebido en su seno virginal a Jesús y ante la noticia del embarazo de Isabel en su vejez, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó de alegría la criatura en su vientre al sentir la presencia de Jesús (cf. Lc 1, 39-44).

En esta escena del Evangelio aparecen las palabras prontitud, servicio y alegría; tres palabras que muestran la actitud y el comportamiento de la Virgen en la Visitación; tres palabras que deberíamos tener muy en cuenta en esta nueva visita de la Virgen del Lledó a la Ciudad para que no pase en vano.

María se levantó y se puso aprisa en camino para ayudar a Isabel. La Virgen entendió y acogió lo que Dios le pedía en ese momento a través de las palabras del Ángel. No esperó, no pensó en sí misma, ni en su embarazo, ni en las dificultades del camino. Se puso con prontitud en camino y fue a la montaña. La Virgen del Lledó es nuestra madre solícita, siempre pronta para ver y atender nuestras necesidades con amor maternal. Pongamos a sus pies nuestras penas, necesidades y dificultades. Ella nos enseña, a la vez, que hemos de estar atentos a los demás para ofrecerles con prontitud nuestra cercanía y ayuda, sin pensar en las dificultades.

La Virgen María se quedó con Isabel unos tres meses; la sirvió y ayudó tanto tiempo con Isabel como ésta la necesitó. María es para nosotros ejemplo viviente de amor y de servicio por su disponibilidad para ayudar a su pariente Isabel. A la Virgen del Lledó la tenemos siempre entre nosotros y siempre dispuesta a ofrecernos su apoyo y su ayuda. María nos enseña también a estar siempre dispuestos para servir y ayudar a todos, especialmente a los más pobres y desfavorecidos, a los que sufren soledad, a los mayores y a los enfermos.

En su Visitación a Isabel, la Virgen María no sólo le prestó ayuda humana, sino que sobre todo le llevó a Jesús, ya presente en su seno virginal. “En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre” (Lc 1, 44), le dice Isabel. Llevar a Jesús a aquella casa significó llevar la alegría plena. Isabel y Zacarías estaban felices por el embarazo que parecía imposible a su edad; pero es la joven María quien les lleva la alegría plena, la que procede de Jesús y del Espíritu Santo. La Virgen de Lledó es la Madre de Dios, que en su visita nos trae y ofrece una vez más a su Hijo. Su deseo más ferviente es que acojamos a su Hijo y que nos dejemos amar por Él, para que nos dejemos encontrar o reencontrar personalmente con Cristo. Este encuentro con su Hijo vivo, porque ha resucitado, llena siempre el corazón de alegría, como ocurrió antaño con Zacarías e Isabel. Es una alegría que nos ayuda a superar la tristeza, la soledad y el sinsentido de la vida, que fortalece la esperanza y que nada ni nadie nos pueden quitar. Es la alegría que brota de saberse personalmente amados siempre y en cualquier situación por Dios y por nuestra Madre, la Mare de Déu del Lledó.

La Virgen viene a visitarnos a cada uno de nosotros, a nuestras familias, a nuestras parroquias, a nuestro pueblo. Ella quiere estar presente en nuestras vidas, con sus necesidades y dificultades, en las alegrías y en las penas; ella nos ofrece su protección, pero quiere ante todo llevarnos a su Hijo, fuente de amor y de paz, de esperanza y de salvación.

Con mi afecto y bendición,

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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¡Cristo ha resucitado por nosotros!

31 de marzo de 2024/0 Comentarios/en Noticias destacadas, Cartas, Cartas 2024/por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos:

En el Triduo Pascual hemos celebrado y contemplado la pasión, muerte y resurrección del Señor. Las tres son inseparables: el mismo Jesús que padeció y murió, ha resucitado y vive para siempre. Jesús ya no está en el lugar de los muertos. Su cuerpo enterrado el Viernes Santo ya no está en el sepulcro frío y oscuro, donde las mujeres lo buscan al despuntar el primer día de la semana. “No está aquí. Ha resucitado” (Lc, 24, 5), les dice el ángel. El Ungido ya perfuma el universo y lo ilumina con nueva luz.

Cristo Jesús vive glorioso. Esta es la gran verdad que llena de contenido nuestra fe pascual. El que murió en la cruz, ha resucitado. Ha triunfado sobre el pecado y la muerte. Muriendo destruyó nuestra muerte, y resucitando restauró la vida. Jesús no es una figura que pasó, que existió en un tiempo y se fue, dejándonos un recuerdo y un ejemplo maravillosos. Cristo Jesús vive glorioso junto a Dios. Su resurrección no es la vuelta a esta vida para volver a morir, sino el paso a una vida gloriosa e inmortal. Pascua significa precisamente el paso del Señor Jesús a través de la muerte a la vida gloriosa, para liberarnos de la esclavitud del pecado y de la muerte, de la tristeza y del egoísmo, de la indiferencia hacia Dios y hacia el prójimo.

Sin resurrección, la pasión y la muerte quedarían incompletas; serían la expresión de un fracaso. Pero Cristo ha resucitado. Es un hecho real, que, sucedido en la historia, traspasa el tiempo y el espacio. No es una invención, fruto de la fantasía de unas mujeres crédulas o de la profunda frustración de sus discípulos. La Resurrección de Jesús es un acontecimiento histórico y real, que sucede una vez y para siempre. El que murió bajo Poncio Pilato, éste y no otro, es el Señor resucitado.

La resurrección de Cristo es la clave para interpretar toda su vida y el fundamento de nuestra fe. Sin esa victoria sobre la muerte, dice San Pablo, nuestra fe estaría vacía de contenido. La resurrección de Cristo es tan importante que los Apóstoles son, ante todo, testigos de la resurrección. Anuncian que Cristo vive, y este es el núcleo de toda su predicación. Todo ha sucedido por nosotros, por nuestros pecados, para nuestra redención y para nuestra salvación; para que todo el que cree en él tenga vida eterna, la vida misma de Dios, que es fuente de alegría, aliento y esperanza. 

Este Jesús, una vez resucitado, salió al encuentro de sus discípulos: se les apareció y se dejó ver y tocar por ellos, caminó y comió con ellos. A Tomás, que dudaba de lo que le decían sus compañeros, le invitó Jesús Resucitado a tocar las llagas de sus manos y meter su mano en la hendidura de su costado. Y Tomás creyó que el Resucitado era el mismo que el Crucificado. Los discípulos se encontraron personalmente y en grupo con el Señor resucitado. Fue un encuentro real, con una persona viva, y no una fantasía. Esta experiencia fue tan penetrante que tocó a sus personas en su mismo centro vital: pasaron del miedo a la alegría, de la decepción a la esperanza. Este encuentro transformó su existencia para siempre y los cambió en su comportamiento individual y comunitario: los movilizó e impulsó a contar con temple y aguante lo que han vivido y experimentado. Este encuentro es tan fuerte que hace de ellos la comunidad de discípulos misioneros del Señor, que nada ni nadie podrá ya parar.

 Como entonces, el Señor resucitado salé hoy a nuestro encuentro. El nos invita a todos a dejarnos encontrar o reencontrar personalmente por Él para fortalecer o recuperar la alegría de la Pascua: la alegría de sabernos cada uno amados personal e infinitamente por Dios en su Hijo, Jesús, crucificado y resucitado, para que en Él tengamos vida. Este encuentro es posible: el Resucitado nos espera en su Palabra, en la Eucaristía y en el sacramento de la Penitencia, en la oración, en la comunidad de su Iglesia, en cada hombre y mujer, y especialmente en los pobres, en el hambrientos y sedientos, en los enfermos, en los forasteros y encarcelados, en los heridos en el camino de la vida.

Nuestra alegría pascual será completa, si nos dejamos encontrar y transformar por el Señor resucitado; sólo así resucitaremos también con Él a una Vida nueva, ya ahora. Es la vida de comunión con Dios y con los demás que lleva a promover la vida y la dignidad de todo ser humano, a vivir con esperanza y a ser constructores de la paz . Dejemos que el Resucitado entre en nuestra vida y haga de nosotros sus discípulos misioneros.

¡Feliz Pascua de Resurrección para todos!

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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Semana Santa cristiana

24 de marzo de 2024/0 Comentarios/en Cartas, Cartas 2024, Noticias destacadas/por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos:

Con la celebración del Domingo de Ramos comienza la Semana Santa. Qué duda cabe que en una sociedad secularizada esta Semana va perdiendo, incluso para bautizados y cofrades, su sentido originario y propio, su sentido cristiano. Para muchos, en efecto, estos días son tiempo de vacación, de turismo o de diversión; otros la identifican con las procesiones, como mera muestra cultural, estética o turística; y, a tenor de la participación en los actos litúrgicos, no son tantos los que la entienden y viven todavía desde su sentido genuino y su fuente.  

Los cristianos no podemos olvidar que la Semana Santa es la semana más grande de la fe cristiana, de la liturgia de la Iglesia y de la comunidad cristiana. El Domingo de Ramos es el gran pórtico que nos introduce en estos días santos. Esta semana es verdaderamente santa porque está consagrada por entero a los misterios de la pasión, muerte y resurrección del nuestro Señor Jesucristo, que santifican a quienes la viven con fe. Es la semana en la que el Señor Jesús se dirige hacia la culminación de su vida terrena. Él va a Jerusalén para cumplir las Escrituras y para morir en la cruz, libremente aceptada, por amor a la humanidad. La Cruz es el trono desde el cual Cristo reinará para siempre, atrayendo a sí a los hombres y mujeres de todos los tiempos y ofrecerá a todos el don del perdón, del amor y de la vida de Dios. Amar, morir y resucitar. Son los tres movimientos de la Semana Santa: el amor del Jueves Santo, con la institución de la Eucaristía y el Sacerdocio, y el don del mandamiento nuevo del amor; la muerte redentora del Viernes Santo y la resurrección del Domingo de Pascua. Tres verbos que expresan también las realidades más decisivas en la vida del hombre.  

La pasión, muerte y resurrección son la prueba definitiva del amor de Dios por la humanidad, por cada uno de nosotros, manifestado en la entrega de su Hijo hasta el extremo de la muerte por amor. Cristo nos redime así del pecado y vence definitivamente la muerte; nos devuelve la vida de comunión con Dios y con los hermanos: muriendo destruyó la muerte y resucitando restauró la vida. Este misterio de amor se hace actual en la liturgia del Triduo Pascual, que va desde la tarde del Jueves Santo al Domingo de Pascua. Para poder entrar de lleno en el misterio del amor misericordioso de Dios, el cristiano debe celebrarla con espíritu de fe y con recogimiento interior participando plenamente en los actos litúrgicos. En la liturgia se actualiza lo que se proclama en la Palabra de Dios, y lo que muestran las procesiones y las representaciones de la Pasión. Todo bautizado, todo cofrade, si quiere ser verdadero cristiano no puede limitarse a participar en las procesiones.

Dos sentimientos deberían reinar en los bautizados estos días: la alabanza, como hicieron aquellos que acogieron a Jesús en Jerusalén con palmas, ramos de olivos y cantos el primer Domingo de Ramos; y la gratitud, porque en Semana Santa el Señor Jesús renueva el don más grande que podemos imaginar: nos entrega su vida, su cuerpo y su sangre, su amor y su perdón. A un don tan grande debemos corresponder con el don de nuestra fe, de nuestro tiempo, de nuestra oración, de nuestro comunión profunda de amor con Cristo que sufre, muere y resucita por nosotros.

Durante la Cuaresma nos hemos ido preparando para la celebración de la Pascua. La Semana Santa es su última etapa y el Triduo Pascual es la meta, a la que todo conduce: la celebración de la pasión, muerte y resurrección del Señor. Las tres son inseparables; y no como algo del pasado, sino como realidad presente. El Jesús que padeció y murió en la Cruz, ha resucitado y vive para siempre. Y lo hace por todos y cada uno de nosotros. Cristo vive y nos dice a cada uno: Dios te ama, te purifica y sana, te salva y da vida. Quien cree en Él es salvado de sus pecados, del dolor y de la muerte, tendrá vida eterna y vivirá para siempre.  

Vivir cristianamente Semana Santa es, pues, acompañar, contemplar y acoger con fe a Jesús desde la entrada a Jerusalén hasta la resurrección. Es acoger el perdón misericordioso y la paz de Dios en el Sacramento de la Reconciliación para ser testigos del perdón y constructores de la civilización del amor. Es descubrir y aceptar a Jesús, que está presente también en cada ser humano, que sufre y que padece. Vivir la Semana Santa es seguir junto a Jesús todos los días del año, practicando la oración, los sacramentos, la caridad, el perdón y la reconciliación. Semana Santa es la gran oportunidad para detenernos y abrir nuestro corazón a Dios, que nos espera. Es la gran oportunidad para morir con Cristo y resucitar con Él, para morir a nuestro egoísmo y resucitar al amor.

Con mi afecto y bendición,

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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“Padre, envíanos pastores”

16 de marzo de 2024/0 Comentarios/en Cartas, Cartas 2024, Noticias destacadas, Pastoral Vocacional, Seminarios/por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos:

Por san José celebramos el Día del Seminario. Este año, en nuestra Diócesis, lo haremos este fin de semana, en las Misas vespertinas del sábado y en las del Domingo. Nuestros seminaristas del Mater Dei y del Redemptoris Mater y la petición  al Padre para que nos envíe pastores según su corazón estarán especialmente presentes en la oración de nuestras comunidades, lo que no debería faltar a lo largo de todo el año. Porque todos y cada uno estamos llamados a orar por la buena formación de nuestros seminaristas y pedir con insistencia y perseverancia a Dios que nos envíe vocaciones al sacerdocio ordenado.  Nos urge –y mucho- recuperar o intensificar nuestro amor y compromiso por nuestros seminarios; en ellos se forman, aquellos que han sentido la llamada del Señor al sacerdocio y que serán los futuros pastores de nuestras comunidades.

Hemos de intensificar también nuestra oración por las vocaciones sacerdotales. Sufrimos un fuerte invierno de vocaciones en el mundo occidental, que entre nosotros alcanza extremos muy preocupantes. Esta situación no nos puede ser indiferente. Es, en efecto, muy escaso el número de nuestros seminaristas; y muy pocos proceden de nuestras comunidades. A decir verdad no sólo escasean las vocaciones al sacerdocio; también son escasas las vocaciones a la vida consagrada y cada día son menos los bautizados que entienden su matrimonio y familia como una vocación; pocos son también los seglares que viven su ser cristiano como vocación, llamados a ser testigos del Evangelio en el mundo y en la Iglesia. Necesitamos dar, pues, a toda nuestra pastoral un tinte vocacional, comenzando por la formación cristiana de nuestros niños bautizados en la familia y la catequesis de iniciación cristiana.

Ciertamente que hoy no es fácil hablar de vocación. El contexto cultural actual propugna un modelo de ‘hombre sin vocación’. Interesa lo inmediato, lo útil, el tener, el disfrute de la vida, la fama, la ostentación y el poder; falta una perspectiva global de la persona como proyecto de vida. El futuro de niños, adolescentes y jóvenes, en la mayoría de los casos, se plantea reducido a la elección de una profesión para logar una buena posición económica; su futuro se plantea sin apertura al misterio de la propia vida, a Dios, al prójimo o al propio bautismo. Es necesario que trabajemos por crear una cultura vocacional orando por las vocaciones y acogiendo en parroquias y movimientos el ofrecimiento que se hace de la Diócesis para trabajar en este sentido.

Una mirada creyente sobre el ser humano descubre que todos tenemos una vocación, una llamada de Dios. Así nos lo recordó el Sínodo de los Obispos de 2018 sobre los jóvenes, la fe y el descernimiento vocacional. Dios llama a cada uno a esta vida por amor y para vivir la alegría del amor, que será fuente de felicidad. La nueva vida recibida de Dios gratuitamente en el bautismo desarrolla esa llamada inicial de Dios al amor. Y, llegado el momento, esta vocación bautismal se concretará por parte de Dios en una llamada a vivir el amor en el sacerdocio entregando la propia vida al servicio del Evangelio y de los hermanos; o a vivirlo en la vida consagrada entregándose a Dios y a los hermanos en el carisma de un instituto religioso; o a vivir la llamada de Dios al amor en el amor entre un hombre y una mujer en el matrimonio y en la familia. Dios tiene un plan concreto para que cada uno alcance la felicidad y la perfección en el amor, la santidad. La vocación es el pensamiento amoroso de Dios sobre cada uno. En esa llamada encuentra cada uno su nombre y su identidad, que le garantiza su libertad y su felicidad.

Todos somos responsables de la pastoral vocacional. Ayudemos todos –en especial los padres, los sacerdotes y los catequistas- a nuestros niños, adolescentes y jóvenes a hacerse sin miedo esta pregunta: “Señor, ¿qué quieres que haga en mi vida”. Si sienten la llamada al sacerdocio, ayudémosles a responder con alegría y generosidad mediante nuestra cercanía y acompañamiento. Será nuestro mejor servicio a su libertad y felicidad.

Nuestra misión no es otra que evangelizar, mostrar a Cristo a todos los hombres para que se dejen encontrar por Él, escuchen su voz, respondan a su llamada con entrega y fidelidad. Oremos a Dios Padre para que nos envíe pastores según el corazón de su Hijo. El sacerdocio es un don inestimable de Dios y un ministerio indispensable en nuestra Iglesia. No tengamos miedo de hacer la propuesta vocacional al sacerdocio a nuestros niños, adolescentes y jóvenes.

Con mi afecto y bendición,

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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Castellón ha vivido un fin de semana repleto de fervor y tradición en honor a su patrona, la Mare de Déu del Lledó, con motivo de su fiesta principal. Los actos litúrgicos y festivos han contado con una alta participación de fieles, entidades sociales, culturales y representantes institucionales de la ciudad, en un ambiente marcado por la devoción mariana y la alegría pascual.
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📄✍️ Hoy se celebra la 58º Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. «#InteligenciaArtificial y sabiduría del corazón: para una comunicación plenamente humana» es el tema que propone @Pontifex_es 💻❤️

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12 May 2024

#CartaDelObispo #MayoMesDeMaria

💐🙏 El Obispo nos exhorta, en su carta semanal, a contemplar a la Virgen e imitarla en su fe, esperanza y caridad, porque ella dirige siempre nuestra mirada hacia Jesús; y nos ofrece y nos lleva a Cristo ✝️

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✝️Ha fallecido el Rvdo. D. Miguel Antolí Guarch, a los 91 años.🕯️La Misa exequial será mañana, jueves 15 de mayo, a las 11:00 h en la Concatedral de Santa María (Castellón), presidida por nuestro Obispo D. Casimiro.🙏 Que descanse en la paz de Cristo. ... Ver másVer menos

Fallece el Rvdo. D. Miguel Antolí Guarch - Obispado Segorbe-Castellón

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El Reverendo D. Miguel Antolí Guarch falleció esta pasada noche a los 91 años, tras una vida marcada por su profundo amor a Dios, su vocación sacerdotal y su
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