D. Casimiro exhorta a los novios a «vivir el amor de Dios según la vocación» a la que han sido llamados
Ayer tarde-noche, confluyendo la conclusión de los cursillos prematrimoniales y el aniversario del centenario de la Coronación de la Mare de Déu del Lledó, las parejas de novios que contraerán matrimonio en los próximos meses, fueron convocados a una Vigilia de Oración.
Organizada por la Delegación Diocesana para la Familia y la Defensa de la Vida, se celebró en la Basílica de Nuestra Señora del Lledó y estuvo presidida por el Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, Mons. Casimiro López Llorente.
Los novios se unieron en oración a través de la Liturgia de la Palabra (Ef 4, 1-6; Mt 7, 21.24-27) y, así, se puso de manifiesto la llamada a la vocación matrimonial y, sobre todo, el amor de Dios.
«Así, pues, yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor, esforzándoos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todos, que está sobre todos, actúa por medio de todos y está en todos.»
Así lo hizo constar D. Casimiro durante la predicación, poniendo el énfasis en las palabras de San Pablo para «vivir, según la vocación a la que habéis sido llamados» y haciendo constar que al igual que el sacerdocio o la vida consagrada, «también el matrimonio responde a una llamada de Dios por puro amor gratuito», y así, «viviendo el amor por el camino al que cada uno hemos sido llamados según su voluntad, lleguemos a la plenitud del amor».
D. Casimiro, resaltó que el noviazgo, como preparación al matrimonio, «es una llamada del Señor y es Él quien os ha llevado el uno al otro para que, viviendo del amor mutuo, seáis signo del amor de Dios en vuestro matrimonio, en vuestra familia y para los demás».
El amor cristiano
El Obispo también catequizó respecto al amor cristiano poniendo el énfasis en «la presencia de Dios en el matrimonio para, con la gracia de Dios, superar las dificultades y caminar hacia la plenitud del amor». Se refirió a acoger «con un corazón dispuesto, agradecido y humilde a Dios para no perder de vista que Dios está presente en la existencia de cada uno de nosotros y lo estará también en vuestro matrimonio».
Definió el amor cristiano como «una donación de sí mismo al cónyuge, de forma desinteresada y buscando siempre el bien del otro, ayudándonos a respetarnos, amarnos y disculpar ante la dificultad, siendo signo del amor de Dios y estando siempre abiertos a la gracia».
Acoger, escuchar y vivir la voluntad de Dios
A los pies de la Mare de Déu del Lledó, D. Casimiro se refirió también a la Virgen como ejemplo para «acoger, escuchar y vivir la voluntad de Dios». Como María, quien ante el anuncio del Ángel, María entró en diálogo con Dios, exhortó a los novios «a practicar la oración como fuente que os ayudará a caminar juntos siguiendo el plan de Dios para cada uno de vosotros». La Palabra de Dios, dijo el Obispo, «es la roca firme, sobre la que se ha de construir la existencia personal de todo cristiano y también de todo matrimonio porque si está construido sobre Cristo ya pueden venir los vientos, las dificultades, las tormentas, que el matrimonio quedará firme».
La Vocación del amor
La Vigilia continuó con una breve charla de la Hna. Catalina Nowak sobre la vocación al amor, porque como dijo, «por amor nos creó Dios y espera de nosotros una libre respuesta de amor».
El hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo como un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente.
A través de esta cita de San Juan Pablo II, interpeló a los novios motivándolos a la reflexión respecto a la vocación del matrimonio para «alcanzar la salvación y la vida eterna» pues es, a través de la entrega al cónyuge total e incondicionalmente como nos entregamos a Dios a través del matrimonio, una donación, puntualizó, que «se comprende como una promesa de una comunión perfecta en la que Dios Trino ha puesto una específica imagen y semejanza de la comunión de Amor y Vida que son el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo».
La unión de amor conyugal, y la familia que engendra, continuó, «es un camino querido por Dios y una llamada divina a vivir la fe cristiana y buscar la santidad de un modo específico». Tal como explicó la Hna.Catalina, «dos cristianos que se casan han reconocido en su historia de amor la llamada del Señor, la vocación a formar de dos, hombre y mujer, una sola carne, una sola vida, y el Sacramento del matrimonio envuelve este amor con la gracia de Dios, lo enraíza en Dios mismo».
Del mismo modo advirtió que «la boda no es la meta, sino el comienzo de algo nuevo» y los animó a buscar la voluntad de Dios para ellos a través del matrimonio.
Dios en el centro
Los novios también pudieron conocer la historia de Marta y Benet, un matrimonio que antepuso, tal como ellos mismos explicaron, la voluntad de Dios a unirse a Él en matrimonio, alejándose de la boda que habían soñado. Se casaron, tal como explicó Marta, el día de San José en una ceremonia íntima oficiada por su hermano sacerdote, a escasos días de que se decretara el confinamiento por la pandemia del COVID.
La Vigilia de Oración finalizó con la bendición de unos rosarios que entregó personalmente D. Casimiro a cada una de las parejas.
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