El amor de Santa Genoveva Torres hacia Cristo «la llevó a darse, gastarse y desgastarse por los demás»
La primera solemnidad del año en la Diócesis de Segorbe-Castellón ha sido la celebración de Santa Genoveva Torres esta misma tarde en la Parroquia de los Santos Juanes de Almenara, presidida por el Obispo, D. Casimiro López Llorente, y retransmitida en directo por TVCS (Televisión de Castellón).
En la homilía, D.Casimiro ha hecho alusión a «la Eucaristía como fuente de su vida que impulsaba su espíritu» y fundamento desde el que desplegaba su apostolado «lleno de humildad, sencillez, abnegación y caridad». En la adoración eucarística Santa Genoveva «entraba en el Corazón de Jesús, en el amor de Cristo», un amor, ha enfatizado el Obispo, «entregado hasta el extremo por la vida del mundo, por la vida de todos los hombres». Se sentía «amada en el Amado y este amor la llevó a la entrega de sí misma para darse, gastarse y desgastarse hasta la muerte por las mujeres solas y abandonadas». En la Eucaristía, ha resaltado D. Casimiro, «aprendía a conocer a las personas en su corazón, y a salir al encuentro de las necesitadas para llevarlas al amor de Cristo.»
El Obispo, como Pastor de nuestra Iglesia, ha rendido homenaje a la vida de Santa Genoveva por ser una mujer de extraordinaria semblanza que «aceptó cumplir la voluntad de Dios para agradarle, dando ejemplo de su gran capacidad de sufrimiento». Profundizó en su vida espiritual de la mano de los jesuitas quienes la guiaron por el camino «de abrir su corazón a la voluntad divina consiguiendo inundarse de ese amor, para entregarlo a través de la atención a las señoras que eran acogidas en las residencias de la Congregación».
D. Casimiro también ha elogiado «su entrega y disposición a acoger la obra a la que Dios la había destinado: ser consuelo de las ancianas y las personas afligidas». El Obispo ha alidido a «su experiencia personal en el dolor, con una pierna amputada, graves problemas familiares y la soledad» que contribuyó, en gran medida, a materializar el amor de Cristo que ella recibía hacia los demás «consagrando su vida al servicio de las mujeres jubiladas, a remediar el desamparo y necesidad en que se encontraban muchas de ellas, atendiéndolas material y espiritualmente en un verdadero hogar, estando a su lado como Ángel de la soledad, convirtiéndose en instrumento de la ternura de Dios hacia las personas solas y necesitadas de amor, de consuelo y de cuidados en su cuerpo y en su espíritu».
«Seamos profetas y testigos de la cultura del cuidado de toda persona y vida humana»
D. Casimiro nos ha invitado a dejarnos interpelar por esta «santa maravillosa que nos enseña la importancia de hacernos cargo los unos de los otros para construir una sociedad basada en relaciones de fraternidad. Trabajemos por una cultura del cuidado de las personas y de la creación, que es camino hacia la paz. Seamos profetas y testigos de la cultura del cuidado de toda persona y vida humana desde su concepción hasta su muerte natural, y eduquemos a nuestros niños, sobre todo, en la familia, en la cultura del cuidado y el respeto mutuo», ha concluido.
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